Enfoque Sociopolítico |

Por Agustín Peña Cruz*
En el primer semestre de 2025, la política tamaulipeca ha mostrado su rostro más
contradictorio: aquel en el que el discurso público choca con la realidad fáctica, y donde el
ataque mediático se convierte en arma predilecta para dirimir rencores y ambiciones.
Los alcaldes en funciones, formados en las filas partidistas a las que hoy parecen renegar,
enfrentan un desgaste no sólo institucional, sino también moral. La lealtad, virtud escasa en
la arena pública, ha sido reemplazada por el oportunismo. Y es así como, entre la pérdida
de memoria y el repentino despertar político de viejos actores, Tamaulipas se convierte en
el escenario de una narrativa política marcada por traiciones personales, ajustes de cuentas
y disputas internas que se dirimen más en redes sociales que en instancias jurídicas.
EL CASO MATAMOROS: DIPLOMACIA DE ÚLTIMO MINUTO
Uno de los casos más paradigmáticos es el del alcalde de Matamoros, Alberto “Beto”
Granados Favila. Crucificado mediáticamente durante Semana Santa por rumores de la
supuesta revocación de su visa estadounidense y presuntas investigaciones en su contra
por vínculos con el crimen organizado, Granados reapareció recientemente en escena
pública con una maniobra diplomática.
La reunión con la Cónsul General de Estados Unidos en Matamoros, Brianna Powers, ha
sido presentada por su equipo como un gesto de legitimidad y continuidad institucional. Más
allá de los discursos de cortesía diplomática, queda la pregunta: ¿basta una foto y un
boletín para acallar meses de sospechas? En términos de comunicación política, el acto
representa una estrategia para reconstruir imagen, aunque no necesariamente para
despejar dudas. En la narrativa del poder, el silencio también comunica, y la falta de
claridad en torno a los señalamientos que pesan sobre Granados Favila sólo refuerza la
percepción de opacidad.
TAMPICO: POLÍTICA CON TUFO A VENDETTA PERSONAL
En Tampico, la escena política se enturbia con la exposición pública del conflicto entre
Mónica Villarreal Anaya, actual alcaldesa, y Mario Andrés de Jesús Leal Rodríguez, su ex
esposo y aspirante frustrado a la alcaldía en 2014. En este drama que mezcla lo político con
lo íntimo, Leal Rodríguez ha emprendido una ofensiva mediática que, más que crítica
constructiva, parece vendetta emocional disfrazada de fiscalización ciudadana.
Aliado con el grupo cercano a Jesús “Chucho” Nader Nasrallah —quien enfrenta
observaciones pendientes de los ejercicios fiscales 2023 y 2024— Leal Rodríguez
promueve una narrativa de desprestigio que busca posicionarse políticamente a costa de la
figura de su ex pareja. El trasfondo revela más: un intento desesperado por eludir su propia
rendición de cuentas, como en el caso de la denuncia penal por presunto desfalco cuando
estuvo al frente de COMAPA Sur, y los contratos irregulares de su empresa de insumos

médicos (Comercializadora de Suministros Médicos Industriales, S.A. DE C.V.” con registro
público de comercio número 15670).
Mientras tanto, Villarreal Anaya carga con las consecuencias de una gestión anterior que
dejó pasivos estructurales, como el deficiente sistema eléctrico en colonias populares, sin
haber sido ella quien tomó las decisiones que derivaron en sanciones. En la política local, el
tiempo es cíclico y los errores heredados rara vez se diluyen con el cambio de
administración.
MADERO: ENTRE LA MARCA ALIENÍGENA Y EL DESENCANTO CIUDADANO
En Ciudad Madero, el alcalde Erasmo González Robledo parece haber quedado atrapado
en una narrativa marciana, literal y metafóricamente. La campaña de posicionamiento
turístico basada en la presencia de «marcianos» ha sido objeto de burla y crítica,
especialmente cuando las calles permanecen en abandono. Apenas en fechas recientes
comenzó el despliegue del programa de obra pública correspondiente a este ejercicio fiscal.
González Robledo, formado políticamente por el exalcalde Guadalupe González Galván,
parece haber olvidado sus raíces, o al menos así lo percibe su padrino político. La ingratitud
en política no es nueva, pero cuando se combina con un desempeño deficiente y una
desconexión con la ciudadanía, se convierte en un cóctel de desgaste. Su justificación,
apelando a una “curva de aprendizaje”, resulta poco convincente viniendo de un legislador
con experiencia en la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública. Para la población, esa
curva debería haberse superado antes de asumir la titularidad del municipio.
Vecinos de colonias como Hipódromo, Miramápolis y Sahop hoy se sienten traicionados por
sus votos. No sólo es la ausencia de resultados lo que incomoda, sino la percepción de
lejanía y soberbia. El político que alguna vez caminó las calles hoy parece navegar en otro
plano de realidad.
GONZÁLEZ: EL MUNICIPIO QUE SÍ TRABAJA
En contraste con los conflictos y simulaciones de otras demarcaciones, el municipio de
González, bajo la administración de Miguel Alejandro Zúñiga Rodríguez, se muestra como
una excepción. Con más de 70 comunidades rurales afectadas por las lluvias recientes, el
alcalde ha mostrado disposición y acción inmediata. Si bien las condiciones
socioeconómicas son precarias, la respuesta gubernamental ha sido ágil y presente.
La gestión de Zúñiga Rodríguez parece anclarse en una lógica de servicio público real y no
en una estrategia de posicionamiento político. En tiempos donde la imagen suele imponerse
a la acción, su administración representa un oasis de oficio en el desierto del protagonismo
hueco.
PARA CERRAR
La política en Tamaulipas se debate hoy entre el dicho y el hecho, entre lo que se declara y
lo que se ejecuta. Los ataques mediáticos, por más escandalosos que sean, no sustituyen
la evaluación del desempeño. Y el ciudadano, más allá del ruido digital, comienza a

distinguir entre quienes construyen desde la institucionalidad y quienes utilizan los medios
para encubrir su ineficacia o justificar su ambición.
La segunda mitad del año se proyecta como decisiva. Las máscaras han comenzado a
caer. Los discursos ya no bastan. Y el juicio ciudadano, si es informado y crítico, se perfila
como el contrapeso más efectivo ante una clase política que insiste en subestimar la
memoria colectiva.
Nos vemos en la siguiente entrega mi correo electrónico es [email protected]

  • El Autor es Master en Ciencias Administrativas con especialidad en relaciones industriales,
    Licenciado en Administración de Empresas, Licenciado en Seguridad Pública, Periodista
    investigador independiente y catedrático.