DE PRIMERA … LA DAMA DE LA NOTICIA
POR ARABELA GARCIA ……
Matamoros educa, pero su clase política reprueba con 5.9
Hablando de mujeres y traiciones, y no precisamente las del bolero ranchero que entona Vicente
Fernández con el alma empapada en tequila, sino de las traiciones políticas que tienen más
veneno que despecho. Porque sí, mientras se llenan los discursos de palabras bonitas sobre
paridad, equidad y liderazgo femenino, la realidad es que en Tamaulipas —y en varios rincones del
país— seguimos viendo el mismo teatro con nuevos telones y los mismos actores de siempre, pero
con peluca rosa y promesas recicladas.
El machismo se ha ido extinguiendo… más o menos como los dinosaurios: hay esqueletos por todos
lados, y de vez en cuando uno se nos aparece caminando por el Congreso. Sí, claro, se han abierto
espacios, se han parido reformas con mucho trabajo y se han ganado luchas, pero ¿quién se está
preparando para ocupar esas trincheras con dignidad y oficio? Porque liderazgo no es solo posar
para la foto con filtro feminista; se trata de agenda, de estrategia, de experiencia… de chamba,
pues.
Ya la agenda electoral tocó la puerta —¡y todavía hay quien cree que “faltan dos años”! —. Pero
en realidad estamos a un “clic” del 2026, y lo preocupante no es que falte tiempo, sino que falten
perfiles, ideas y, sobre todo, pantalones (y faldas) con sustancia.
Los partidos, mientras tanto, siguen plantando legisladores como si fueran jitomates en
invernadero: rápido, baratos y sin sabor. Algunos, como los que nos representan desde
Tamaulipas, deberían llevar etiqueta: “Sólo de adorno. No aptos para legislar.” Cada que se les ve
en tribuna es como ver una licuadora sin vaso: mucho ruido, pero no sirven para nada.
Y cuando uno ya está harto de escuchar la misma cantaleta de siempre —que no hay presupuesto,
que todo sube menos el salario, que el pueblo está más jodido que nunca—, es inevitable
preguntarse: ¿¡qué carajos están haciendo nuestras “figuras políticas” femeninas?! Porque no
basta con ser mujer, hay que tener la casta, el talento y, sí, también las ganas de hacer algo más
que calentar la curul o pasear en eventos como si fueran embajadoras del protocolo hueco.
En Matamoros, por ejemplo, brillan por su ausencia. Ni una figura femenina con claridad, ni una
propuesta sólida en el horizonte hasta el momento. El alcalde Beto Granados ya ni se molesta en
aparecer en eventos educativos; al parecer, la educación no es lo suyo. O quizás simplemente no
sabe por dónde queda la Universidad Tecnológica, no lo vimos en el último evento del secretario
de Educación, Miguel Ángel Valdez García y el líder del SNTE, ARNULFO RODRIGUEZ. Mientras
tanto, Diana Masso, que jura y perjura que no le interesa la política, es una de las pocas con los
tamaños para entrarle de frente. Aunque esté a gusto en la academia, más de uno piensa que
debería dar el salto… antes de que el Titanic se hunda con todos a bordo.
Y si no es Masso, ¿quién? ¿Perla Medina? Por favor. Hay plantas de ornato que hacen más. La
quieren vender como la solución mágica del ayuntamiento, pero lo cierto es que no ha hecho ni un
gesto útil. Ya es hora de que alguien le ponga precio a la inacción. Porque hasta para ser florero,
hay que tener estilo.
Ahora, si hablamos de aspirantes con “algo” de proyecto, suena fuerte el nombre de Mónica
Benavides. La excandidata del MC por el distrito doce, no está sentada esperando una invitación:
anda en las colonias, sabe lo que dice y no le tiemblan las piernas. Psicóloga de formación, política
en formación, y al menos no se esconde detrás del marketing hueco. Si el sistema no la quema
antes, podría ser una contendiente seria. Aunque claro, como va con el partido naranja, ya hay
quien dice que es “la que sigue” solo porque el anterior ya ni aparece en la boleta.
Mientras tanto, en Ciudad Victoria, Olga Sosa parece caballo sin freno. Corre, dice, grita que será
“la próxima”, aunque ni ella parece tener claro de qué. ¿La próxima qué? ¿Titular? ¿funcionaria
reciclada? ¿Prospecto decorativo? Quien sabe. Eso sí, su historial la persigue, y hay gringos que
también la quieren revisar… pero no por admiración, sino por sospecha.
Y del lado azul… Lety Salazar. ¿Otra vez? ¿De verdad? ¿Por el PAN, que ya ni pan tiene? ¿O por el
PRI, que está más muerto que los ideales de varios de sus exgobernadores? Lety busca sacarse la
espina… pero a estas alturas más bien parece que necesita un bisturí, no un eslogan.
Y así seguimos, hablando de mujeres y traiciones… porque lo divino no basta, lo urgente es que
haya mujeres decididas, preparadas y listas para no repetir la historia del político de microondas:
rápido, sin sabor y siempre crudo. Que ya estuvo suave de tener representantes que, en lugar de
hacer historia, se la pasan haciendo fila… para la foto.
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