Expediente 

Azahel Jaramillo H.

                            Cumplidos los veinte años, procedente del puerto de Tampico llegó a Ciudad Victoria el joven Carlos Adrián Avilés Bortolussi, hijo de una familia petrolera. Entró a trabajar a la Dirección estatal de Turismo y con el tiempo fue adentrándose en los caminos de la radiodifusión. Por esos años ingresó en al Conjunto Típico Tamaulipeco y ahí conoció a la maestra María Isabel «Bibi» Arreola. Se enamoraron y fundaron una bonita familia.

                 En junio de 2005 la comunidad victorense y el gobierno estatal le rindieron público homenaje en la Plaza Juárez, en el mero corazón de Victoria, presente su familia, compañeros de trabajo, amigos y el entonces ciudadano Gobernador Eugenio Hernández Flores. 

                En su cabina de radio, ahí en el 14 Juárez, Carlos Adrián Avilés recibió lo mismo a políticos en funciones, que a políticos en busca del voto, a obispos, artistas, no de diga futbolistas. 

               En aquellos días escribí lo siguiente: 

              Es Avilés. Un hombre de vitalidad, un hombre de polémica, un hombre que ahí en la cabina de radio en ocasiones sorprendía a sus invitados con impredecibles preguntas. Una mañana a pocos dias de haber tomado posesión de la Diócesis, recibió en cabina al recién llegado Obispo. Avilés inició la charla preguntándole: «Señor Obispo, ¿ya desayunó?, ¿qué desayunó? El prelado enmudeció unos segundos, y ya luego contestó. 

             En alguna mañana de domingo, en los días de gloria del equipo Correcaminos en la primera división de fútbol con la presencia ee muchísimos desmayanados porque la noche anterior en el Palenque de la Feria habia cantado Lucía Méndez.

              En aquel tiempo Avilés era el dueño del microfono en el estadio Marte R. Gómez. Poco antes de iniciar el partido, en ese marco, con el estadio llenó hasta el tope en las áreas de sol, preferencia, sombra, y bonovips, en el sonido local se escucha la voz incofundible de Avilés y dice: «Señoras y señores… en este momento hace su arribo a este estadio la actriz y cantante…¡Lucía Méndez!»

           Una fuerte ovación se dejó escuchar en todo el estadio. En ese instante todos volteamos al tunel de acceso y nada. Y luego todos volteamos al área de invitados especiales, el área VIP. ¡Y nada! ¡Lucia Méndez no había llegado, no estaba en el estadio! Avilés nos había chamequeado a todos. Y todos felices. En ese instante nadie le reclamó a Avilés absolutamente nada. Nos había llevado al estadio en ese momento la felicidadde que en ese momento, la figura del momento, estaba ahí, con nosotros, entre nosotros. 

            En los eventos de prensa, bien sea almuerzos comidas para los integrantes de los medios de comunicación siempre me ha dado mucho gusto estar en la mesa de Avilés. Gran conversador, de cotorreo respetuoso, de contar anécdotas siempre interesantes , con visión y proyectos para Victoria. Siempre ameno, cordial, nunca lo ví manejar el doble sentido.

           En alguna cena convocada por la licenciada Blanca Valles, lideresa sindical, estuvo conversador, platicando anécdotas de las primeras damas del estado. Anécdotas contaba Avilés una tras otra . A veces decía nombres, a veces no. «El nombre me lo reservo, no me pregunten», decía

             «No voy a decirles el nombre… pero allá en Tula en una gira del Gobernador me regañó: Avilés, ¿cómo te atreviste a decirle a los chamacos que vinieran a saludarme, ¡mira nomás como me dejaron el vestido, todo sucio, con sus manos sucias!»

             Todos nos reimos. Y creo que fue Blanca Valles quién lo quiso presionar:

           —»¿Quién era Avilés?, ¡dinos!»

           —»¡Ya les dije que no, no insistan!»

             Y entonces yo dije: «!Ah, que doña Bertha!», que era esposa del concesionario Don Enrique Cárdenas, donde trabajaba Avilés. 

           —»¡No, doña Bertha no!» ¡Fue Teresita Matienzo…(de Ravizé)!»

             A fines de los 80tas lo entrevisté en su oficina de la Radiodifusora Organización Radiofonica Tamaulipeca.

           —¿Qué se siente ser popular? 

           —»Al principio bonito… todos tenemos nuestra dosis de vanidad, pero luego cae uno en la cuenta que ser popular es una responsabilidad y se siente apremio». 

             «En alguna ocasión tratamos en el programa Alegria Matinal el tema de la leche materna y la leche en polvo, y después me enteré que amas de casa, en sus pláticas y con gran convicción decían «no hay que darle tal leche a los niños porque Avilés dijo que es mala esa leche» 

            ¿Discípulos de Avilés en la radiodifusión? Deben ser muchos pero yo le conocí dos: Geña Valdez, que luego saltó a la escena nacional. Y Jorge Tonche Araiza, compañero y paisano. 

            «Entré jovencito al Conjunto Tipico Tamaulipeco y ahí conocí a la que es hoy mi esposa, la profesora María Isabel Arreola Loperena. Tenemos tres hijos: Carlos Adrián, Marisa y Luis Gerardo». 

           «El mejor premio que he obtenido es que la gente en la calle te salude sin ceremonias, ni poses… y desde un funcionario hasta un papelerito te digan: Aviles, fijate que hay esto, que hay lo otro. El que la gente me llame Avilés, así a secas, para mi es un gran premio, el mejor que pueda yo haber recibido o reciba en el futuro. 

            En el mes de junio de 2005, hace 20 años falleció Avilés, gran persona, gran comunicador. (NOS VEMOS).