Cd. Victoria, Tam.- El fantasma de una tercera guerra mundial constituye un sentimiento colectivo recurrente y con posibilidades reales, aunque recargado de fantasías conspirativas en medios y charlas de sobremesa.
Se habló de una nueva conflagración mundial desde que Estados Unidos y la URSS, potencias ganadoras de la segunda guerra, tuvieron su primera discrepancia abierta cuando se dividieron Corea. Para entonces ambas naciones tenían armas atómicas.
Conflicto de tres años (1950-1953) que dejó por saldo un gobierno socialista al norte, acaudillado por KIM IL SUNG, mientras las tropas de MACARTHUR pintaban su raya en el paralelo 38, dando vida a la potencia industrial hoy llamada Corea del sur.
Igual pasó en Indochina durante la siguiente década. Antiguas colonias francesas, Vietnam y Camboya libraron sus respectivas guerras de independencia, apoyadas al norte por la URSS y China, combatidas al sur por Estados Unidos.
Al final ganó el norte y se retiró Estados Unidos. Las tropas comunistas llegaron hasta Saigón y le cambiaron el nombre por ciudad HO CHI MINH. En ambos casos flotaba el temor de que las potencias recurrieran al armamento atómico, abriendo paso a una confrontación planetaria. Por fortuna no sucedió.
VECINDARIO CARIBEÑO
En octubre de 1962, el presidente KENNEDY informó por TV que uno de sus aviones espía había tomado fotos de misiles soviéticos emplazados en Cuba, en apoyo a la revolución de FIDEL CASTRO.
Barcos norteamericanos rodearon la isla, mientras submarinos rusos tomaban posición ante un factible enfrentamiento que habría barrido con Cuba y lastimado a la costa americana.
En cálculos actuales, las ondas expansivas y la radiación habrían afectado a una región importante de México, en especial, al litoral oriental, desde Yucatán y Quintana Roo, hasta Campeche, Tabasco, Veracruz y Tamaulipas, por lo menos.
Al final negociaron. El Kremlin aceptó retirar tropas y cohetes de la isla, mientras KENNEDY disponía el retiro de misiles americanos desplegados en Turquía contra ciudades soviéticas.
La idea de un conflicto que destruya a la humanidad es algo recurrente, a menudo sazonada con ingredientes religiosos. De nuevo rondó el fantasma de un apocalipsis nuclear. Los profetas del desastre se dieron vuelo, pero el Armagedón nunca llegó.
MEDIO ORIENTE
Se puso de moda la célebre ironía de EINSTEIN: “No sé con qué armas se peleará la tercera guerra mundial, pero la cuarta será con palos y piedras.”
Todavía se discute si el científico se inspiró en los genocidios de Hiroshima y Nagasaki (1945) o en el primer ensayo nuclear soviético en Kazajistán (1949), umbral de la guerra fría.
Aun pensando en un combate global, habría regiones alejadas cuyos sobrevivientes dispondrían de artefactos más peligrosos que palos y piedras. Útiles estos últimos en un pleito tribal, pero nunca para una guerra planetaria.
Fue un desplante de humor negro y nada más. Aunque los focos rojos ante una catástrofe global se han encendido varias veces en Medio Oriente. Entre otros ejemplos:
(1) La guerra de seis días, llamada así porque fue el tiempo que tardó el estado judío en derrotar a la coalición de Egipto, Siria, Irak y Jordania, en junio de 1967 y (2) La guerra de Yom Kipur, renovada iniciativa (también fallida) de Egipto y Siria contra Israel.
Mas las tres guerras del Pérsico. (1) Irak contra Irán, por una disputa limítrofe (1980-1988), (2) la del primer BUSH para sacar a Irak de Kuwait (1990-1991) y (3) la del segundo BUSH (2003-2006, en su fase principal) cuando derrota a SADDAM HUSSEIN, tras el ataque a las Torres Gemelas en 2001.
Sin olvidar Afganistán (2001-2021), por igual motivo. Tenaz cacería contra Al-Qaeda que culmina cuando fuerzas especiales ubican y matan a su líder OSAMA BIN LADEN en mayo de 2011.
CONSUMADO ESTÁ
Al cerrar la semana, Estados Unidos cumplió su amenaza de atacar las bases nucleares de Fordow, Isfahán y Natanz, en Irán. La aviación judía lo intentó varias veces sin resultados, pues las recicladoras de uranio (sobre todo, Fordow) están ocultas entre 60 y 90 metros bajo tierra, protegidas por montañas y densas capas de hormigón.
Solo los gringos tenían explosivos y aviación para traspasar dichos bunkers. Ahí donde fracasó Israel, los aviones B-2 lograron abrir hoyancos colosales y arrojar sus cargas destructivas.
Esto es, 14 bombas “antibúnker”, de 13.6 toneladas cada una que, según el reporte, miden 6.2 metros de largo, 80 centímetros de diámetro y cargan 2.4 toneladas de explosivos.
La operación «Martillo de medianoche” se consumó el sábado 21 de junio a las 18:40 horas, tiempo de Washington. A las 02:10 del domingo 22 de junio, horario de Teherán.
La Unión Europea de inmediato ofreció su mediación; China condenó el ataque y llamó al diálogo; Rusia también protestó, advirtiendo que “hay países dispuestos a suministrar armas nucleares a Irán como respuesta a la agresión”. Pero no dijo cuáles.
El viernes mismo, en la víspera del ataque, VLADIMIR PUTIN declaró a la agencia árabe Sky News que Irán tiene derecho a procesar uranio para fines pacíficos. Negó que ese país tenga armas nucleares y aconsejó un acuerdo entre las partes involucradas.
Horas después, TRUMP ordenó la operación y cambió el panorama. Irán queda maltrecho; la región palestina de Gaza fue devastada; las ciudades judías Tel Aviv y Haifa sufrieron el peor bombardeo de su historia. La pregunta que el mundo se hace ahora con mirada de espanto: ¿qué sigue?…
BUZÓN: [email protected]