Golpe a golpe

Por Juan Sánchez Mendoza

Petróleos Mexicanos (Pemex), técnicamente, está en quiebra, pues el valor de sus activos es negativo; pero además enfrenta problemas de producción y el robo de combustibles (llamado huachicoleo), obligando que la empresa recurra a la importación de gasolinas y diésel para atender la demanda.

Aunado a eso, mantiene un alto grado de corrupción y las refinerías de Dos Bocas (Tabasco) y Deer Park (Houston, Texas) –construida la primera y comprada por el gobierno federal, la otra, durante el régimen presidencial de Andrés Manuel López Obrador–, prácticamente son ‘elefantes blancos’.

De ahí que los precios de combustibles se mantengan al alta, un día sí y al otro también, aunque el tabasqueño haya ofrecido (cotidianamente a lo largo de su administración), que el precio de la gasolina magna se ubicaría en 10 pesos por litro.

Hubo quienes le creyeron, obviamente.

Pero hoy que se cotiza en casi 25 pesos, hay recordatorios maternales hacia quien se fue a ‘La Chingada’.

Igual que hacia los expendedores, pues despachan litros de 800 a 900 mililitros, como bien lo he comprobado en un ensayo para surtir gasolina en un envase cuya capacidad es de 3.78 litros. Pero la bomba marca cerca de cinco, elevándose el costo a más de 100 pesos.

Al inicio de este año, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ofreció que el precio de la magna no rebasará los 24 pesos por litro. Pero sin precisar de entonces hasta cuándo se sostendría dicha tarifa que, por cierto, permitiría a los expendedores que actualmente la vendían más barata incrementar su importe. Hasta alcanzar el monto autorizado.

Para disuadir a los concesionarios en su ambición de excederse de tal monto, la presidenta amagó con el rollo de que la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) colocará un aviso en sus gasolineras con la leyenda: ‘No cargues aquí, se vuelan la barda con los precios’.

Pamplinas.

En principio, porque ningún empresario y/o político dedicado a la venta de combustibles surtidos por Pemex, hasta donde sé, respetaron lo dicho por Claudia y a partir de entonces han elevado los precios por encima de los 24 pesos por litro en el caso de la gasolina magna.

Lo peor del caso, es que la Profeco apenas cuenta con una burocracia más ocupada en cobrar sus quincenas, a tiempo, que en ‘supervisar’ a los comercios –en este caso las gasolineras–, pese a tener todo un ejército de inspectores.

Aquí en Ciudad Victoria, por ejemplo, ni siquiera existe una delegación de la Profeco.

Igual ocurre en otras capitales de los 31 estados del país, porque en la Ciudad de México se concentra la atención de este organismo.

Aun así, desde que Sheinbaum asumió el poder, ningún gasolinero, de los miles que expenden ‘huachicol’, a precios económicos, a la fecha ha sido vinculado a proceso judicial.

Ciertamente, como lo consigna un comunicado de prensa –emitido por la Presidencia de la República–, en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa el precio de la gasolina se incrementó en 22.9 por ciento; y en el periodo de Enrique Peña Nieto, aumentó 42.8 %, con los famosos gasolinazos.

Pero… en la administración de Andrés Manuel López Obrador fue más duro el golpe contra los consumidores.

Esto no lo admite la presidenta, al tildar de hipócritas a los legisladores que pujan y empujan para que el precio de la gasolina magna se fije en $20 por litro.

‘Cómo sube la gasolina’, se intitula una canción que, en 2013, hicieron éxito el rockero Alex Lora y la Sonora Santanera, cuando el combustible se cotizaba en 12.13 pesos por litro.

La letra original –como su interpretación– se dio en 1979, por parte de Tommy Olivencia, quien sugirió: ‘Como va la gasolina / ya no se puede comprar / el que tiene un carro grande / lo tiene que negociar / por un carro chiquito / que ahorre gasolina / o por una motoneta / como la de Molina / él dice que le ahorra bastante gasolina / y con lo que le sobra / se va pa’ la cantina…’

Durante su extensa campaña por la Presidencia de la República, quizá López Obrador tomó en cuenta esa melodía.

Y por eso al ganarle la batalla al neoliberalismo y la ultraderecha en un desplante populista ofreció que el precio del combustible se reduciría hasta los 10 pesos por litro.

Pero al cerrar su ciclo presidencial, éste rebasó los 22 pesos.

Ahora que, supuestamente, hay un tope, también se liberó el precio de los combustibles.

Pero la ley de la oferta y la demanda aquí no aplica.

Esto porque con el pretexto de (nuevamente) haberse elevado el Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios (IEPS), los concesionarios impusieron tarifas más lesivas para el consumidor, echándole la culpa a Petróleos Mexicanos.

Hay que considerar todo lo que conlleva imponer nuevos precios a los combustibles.

Y si bien es cierto que la sociedad no requiere de gaseosas, líquidos con cafeína o cebada, ni cigarrillos, en su quehacer cotidiano, el tema de las gasolinas y diésel se cuece aparte.

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