Expediente
Azahel Jaramillo H
En el caluroso verano de hace dos años, del 2023, familia, amistades y cinéfilos de Cd. Victoria hubimos de lamentar la partida del más grande adorador –en estas tierras — del llamado Séptimo Arte, el Cine. Me refiero, desde luego a Armando Patiño Loya.
Entrevistador y curioso como soy, tuve oportunidad de charlar con él sobre sus vivencias y su pasión por el Cine, así como mayúsculas, en el ya lejano 2007. Me recibió en el jardín frontal de su casa del 17 Ocampo. Estudió la licenciatura de abogado, e hizo un diplomado en Historia regional pero lo suyo, lo suyo fue el cine.
Tiempo hubo en los años 80 y 90 que cuatro personas controlaban las exhibiciones en los cines de Ciudad Victoria.
Me contó: «Éramos Rigoberto González Adame, gerente local de la Compañía Operadora de Teatros Cotsa; Polo Arizpe, inspector de espectáculos del municipio ( Don Polo, abuelo del hoy director estatal de ITACE, Fernando Arizpe Pedraza); Ignacio Saldaña, que era el líder sindical, y yo que era el interventor, es decir representante de las empresas productoras de cine, como «Carlos Amador», «Corsa», y «United Pictures».
Los cines eran El Alameda, en el 16 Juárez; El Avenida en ubicado en la calle 17, y los dos Cine Juárez. Todos ellos cerraron entre 1990 y 1991. Solamente en la avenida Carrera Torres quedaron los Cinemas Gemelos, que acabaron por cerrar y que eran empresa privada llamada Organización Ramírez.
Las causas, analiza Armando, fueron varias. Esto fue a nivel nacional. La empresa paraestatal Cotsa operaba con números rojos, es decir con pérdidas económicas, por el inicio del sistema de Cable en la ciudad y por la proliferación de videocaseteras y centros de renta de películas.
«Mira, ocurrió ya en los últimos años de estos cines Cotsa, que por ejemplo, las palomitas estaban rancias, algunos asientos ya muy deteriorados. Se fue Cotsa a la quiebra por una mala administración».
Eran unas 50 personas sindicalizadas las que operaban los cines de Victoria. En cada cine había una taquillera, los manipuladores de la exhibición, un boletero y dos empleadas—siempre mujeres– en la dulcería, y una o dos personas en intendencia. Tiempo hubo que las únicas diversiones familiares eran ir al cine o ir a ver jugar a los Cuerudos futbol en el Estadio Marte R. Gómez.
«Ir al cine era una tradición muy victorense, a veces hasta exhibían tres películas. Yo de niño tenia la ventaja de que mi papá era el interventor—trabajo que me heredó—, entonces yo por esa condición de hijo del interventor entraba gratis al cine».
–¿Y cuánto cobraban Armando?
–«Como te dije, yo entraba gratis, así que nunca supe cuanto. Yo metía gratis al cine a mis amiguitos. En toda la vida la única ocasión que en que yo pagué la entrada fue cuando estando en secundaria (Presidente Adolfo Ruiz Cortines) invité al cine a una muchacha, muy linda ella. Cuando me planté en la taquilla, la taquillera me dijo: ¿Tú Armando. tu quieres comprar boletos? Y es que yo quería quedar bien con la muchacha. No fuera a pensar que era un gorrón».
«Mira, de mi niñez y adolescencia al ir al cine yo recuerdo que era una romería. Cuando la película fallaba… gritábamos: ‘¡Cácaro, ya suelta la botella!’, o decíamos ‘Cácaro, deja la boletera’ Era una cosa muy bonita ir al cine. Era el lugar donde conocíamos a las niñas de las otras escuelas primarias. En aquellos años, los 50 había escuelas primarias solamente de niños y escuelas primarias solo de niñas. De niñas eran la Leona Vicario, la Lauro Aguirre y el Colegio Repiso. De niños eran la Repsamen, la Victoria, y los colegios Justo Sierra y José de Escandón. Así que en el cine alternábamos con las niñas… ya luego en la secundaria el sistema era mixto».
Al tiempo de la entrevista con él ya salía poco de su casa, pues padecía enfisema. «Extraño mucho ir a la Cineteca. En todo el año no he ido. Ahí tengo cuates como Gerardo Campos, Rosy Rivera, Laura Casamitjana, Tito Saldívar, Carlos Avilés y otras entrañables personas. Y claro, desde luego a Laura Reséndez, –entonces — directora del Centro Cultural Tamaulipas.
«Mira la comunidad de la Cineteca esta bien clarificada. Te contaré la anécdota que, el otro día yo no traía cambio, así que con mucha pena le quedé a deber tres pesos al boletero, que muy generosamente de cualquier forma me dejó pasar. «No se preocupe, me dijo, la próxima semana me paga».
«Oye, le dije, pero qué tal si yo me hago el desentendido, ¿acaso me conoces?»
–«¡Claro que lo conozco, si ustedes, los que vienen a la Cineteca son siempre los mismos!»
Y siguiendo en la entrevista, le pregunté:
—¿En tu opinión cual es la mejor película mexicana?
–«Los Olvidados» de Luis Buñuel.
–Algunos dicen que es Viento Negro…
—»Para nada».
—¿Y las tres mejores cintas del cine mundial?
–«El ciudadano Kane», de Orson Wells; «La diligencia», de John Ford; y «Drácula», de Bela Lugosi.
Y añadió: «Mira, muchos dicen que la época de oro del cine nacional fue en los años 40. Yo no opino igual, yo creo que las mejores películas se produjeron en los años 70 en el sexenio de Luis Echeverría Álvarez: Canoa, El Apando, La Choca, Los Cachorros, Mina, Viento de libertad, Calzoncin Inspector, No oyes ladrar los perros, y El Rincón de las Vírgenes».
«En los 40 tuvo el gran impulso el cine nacional debido a que por la Segunda Guerra Mundial solamente Estados Unidos y México pudieron producir cine, pues no hicieron cine ni Inglaterra, ni Francia, ni Italia».
Armando Patiño es poseedor de una colección de cuatro mil cartulinas de películas mexicanas y extranjeras. «Cotsa me regaló dos mil, las otras las conseguí en el cine de Padilla, otras son del cine de El Barretal. No tengo duda que es la más amplia colección de cartulinas de cine que hay en todo Tamaulipas y Nuevo León».
«Yo agradezco a Pedro Alonso Pérez, y a Gustavo Cárdenas pues en su momento me ayudaron a exponer estas cartulinas».
En marzo de 2013 escribió el libro «Una ciudad, un siglo, un arte. Historia de los cines en Victoria». Y les cuento Armando Patiño Loya me buscó y me regaló un ejemplar autografiado. Me escribió palabras afectuosas, y puso, de su puño y letra, una posdata: «P.D. Se aceptan críticas, pero personales, no en la Columna». Este ejemplar está en mi librero, ahí junto con otros 50 libros autografiados, la gran mayoría de autores tamaulipecos.
Al momento de la entrevista en el patio frontal de su casa, tenia muy cerca un tanque de oxigeno de un largo de 1.20 metros. rondaba al morir los 72 años. Nació en 1951. Gran persona Armando Patiño Loya. (Nos vemos ).
Azahel Jaramillo Hernandez