DE PRIMERA ……LA DAMA DE LA NOTICIA

POR ARABELA GARCIA ….

Que no nos agarre otro “Erick” con el agua hasta el cuello

En buena hora, sí. Aplaudimos que Tamaulipas se esté preparando con tiempo para la temporada de lluvias y ciclones. Y más aún cuando el huracán “Erick” ya se pasea con toda confianza frente a las costas del Pacífico. Lo que nos hace pensar, inevitablemente: ¿será que esta vez sí aprendimos la lección?

El gobernador Américo Villarreal Anaya encabezó una reunión con los 43 coordinadores municipales de Protección Civil, y eso ya es un buen comienzo. Se habló de coordinación, de comunicación, de unidad. Se habló también del respaldo federal y del trabajo conjunto ante situaciones como las inundaciones en Reynosa. Todo eso, sin duda, es importante. Pero… ¿por qué esperar a que el cielo truene para empezar a correr?

Porque esa es, tristemente, nuestra costumbre: actuar cuando la tormenta ya toca la puerta. O más bien, cuando ya tiró la puerta, rompió el techo y dejó las calles convertidas en canales venecianos (pero sin góndolas ni romanticismo, claro está).

Hacemos un llamado —con todo respeto, pero con toda seriedad— a los diputados, senadores, alcaldes y demás personajes de la política que suelen aparecer en las fotos con botas limpias y mirada preocupada cuando ya estamos bajo el agua: ¿no sería más sensato trabajar de manera permanente en la prevención?

No hablamos solo de mapas de riesgo o simulacros. Hablamos de drenajes que funcionen, de desazolve constante, de evitar construcciones en zonas inundables, de campañas educativas continuas y no solo en temporada de ciclones. Porque sí, es cierto que ante la fuerza de la naturaleza a veces nada es suficiente. Pero otras veces —la mayoría— lo que falta no es presupuesto, sino voluntad.

Y eso del “humanismo” está muy bien, pero el lodo no se limpia con discursos bonitos. La gente necesita saber que las acciones de gobierno no se activan solo cuando el huracán tiene nombre y apellido.

Así que, qué bueno que hoy se preparan. Pero ojalá mañana también, cuando “Erick” ya haya pasado y el cielo vuelva a estar azul. Porque los problemas de fondo —como el olvido a las comunidades más vulnerables o la infraestructura colapsada— no se van con la lluvia.

Lo urgente está bien. Pero lo importante, eso se construye con constancia. A ver si esta vez sí nos dura el impulso más allá de la tormenta.

Matamoros y la temporada de lluvias: ¿prevención o puro “a ver qué pasa”?

Aunque el huracán “Erick” aún está lejos, en Matamoros la preocupación ya es muy cercana. Y con razón.

Matamoros es una ciudad que, con sólo unas cuantas horas de lluvia, puede convertirse fácilmente en Venecia… pero sin romanticismo y con el riesgo de perderlo todo. No hace falta un huracán categoría 5 para que las calles se conviertan en ríos, los autos en lanchas y los ciudadanos en nadadores de alto riesgo.

Por eso, aunque “Erick” todavía ronda lejos, la zozobra ya llegó. Y con justa razón. Porque aquí sabemos que basta una tormenta mal parada para que la ciudad colapse.

¿Las autoridades ya dieron instrucciones concretas? ¿Ya se revisaron los puntos de mayor riesgo, los drenes, las colonias vulnerables? Porque, como dicen por ahí: más vale prevenir… que andar velando al muerto.

El gobernador Américo Villarreal Anaya convocó a los 43 coordinadores municipales de Protección Civil, y eso se agradece. Pero en ciudades como Matamoros, donde el agua no perdona y la infraestructura no aguanta, no podemos depender solo de reuniones y buenas intenciones.

Hace falta trabajo constante, no sólo activismo de temporada. Desazolvar no es algo que se haga una vez al año. Tampoco informar. Ni coordinarse.

Porque si bien es cierto que ante la fuerza de la naturaleza a veces no hay mucho que hacer, también es cierto que muchos de los daños podrían evitarse si las autoridades trabajaran antes y no después.

Dios nos agarre confesados si algún huracán apunta directamente hacia acá. Pero más allá de la fe, lo que Matamoros necesita es acción. Ojalá esta vez sí estén listos. Porque nosotros ya estamos cansados de nadar contra corriente… literalmente.

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