DE PRIMERA …….LA DAMA DE LA NOTICIA
OPINION DE ARABELA GARCIA ……
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En tiempos donde las palabras deberían salvar vidas, los gobiernos eligen las armas. La violencia
política ha escalado a niveles preocupantes en los últimos años, y no sólo entre Estados: también
dentro de ellos. En lugar de construir puentes, los líderes levantan muros, criminalizan el disenso y
utilizan el poder para excluir, no para gobernar. ¿Qué nos llevó hasta aquí?
�� Un mundo en crisis… y sin voz común
El mundo arde y nadie escucha
Desde Ucrania hasta Gaza, desde Haití hasta Myanmar, la política ha dejado de ser un medio de
conciliación para convertirse en una trinchera. La lógica del diálogo ha sido reemplazada por la
lógica del enemigo. Disentir ya no es democrático: es una traición.
Los organismos internacionales, otrora garantes de paz y derechos, hoy parecen paralizados.
Naciones Unidas emite comunicados, pero no contiene conflictos. Las grandes potencias prefieren
alimentar guerras por influencia que invertir en soluciones reales.
�� Polarización: el combustible de la violencia
Lo que antes se resolvía en el congreso, hoy se “resuelve” en la calle, en los tribunales o incluso en
la cárcel. La polarización política no solo ha fracturado a las sociedades; ha creado condiciones
perfectas para justificar el autoritarismo.
O estás conmigo, o estás contra mí.
El adversario es enemigo.
El periodismo crítico es un ataque.
Las protestas son amenazas a la seguridad nacional.
Este discurso binario legitima la violencia institucional y social, fomenta la represión y erosiona los
valores democráticos.
�� La otra violencia: la del abandono
Cuando la política se vuelve guerra, la paz es un crimen»
La violencia no siempre grita: a veces es silencio. Es un niño sin escuela, una familia sin médico, un
pueblo sin agua. Gobiernos que prometen mucho pero fallan en lo esencial. Las muertes que no
salen en los noticieros: las de la desnutrición, el crimen organizado, las enfermedades prevenibles.
La falta de diálogo no sólo genera guerras abiertas. También deja sin atención a millones que
mueren lentamente, víctimas de sistemas rotos.
�� ¿Hay salida? Sí, pero no es rápida ni cómoda: requiere volver al diálogo real. A ese donde
escuchar no es una debilidad y negociar no es traicionar. Requiere valentía política, pero también
madurez ciudadana. Requiere medios responsables, líderes con visión y sociedades dispuestas a
convivir con quienes piensan distinto.
✍️ ReflexióN
La violencia política de hoy es, en el fondo, el síntoma de un fracaso más profundo: el del
entendimiento mutuo. Si no recuperamos el valor del diálogo —como instrumento de poder,
como base de la política y como pilar de la convivencia—, entonces no solo seguiremos viendo
gobiernos matándose entre sí, sino generaciones creciendo con la certeza de que odiar es más
fácil que acordar.
Y cuando el diálogo muere, todos los demás derechos lo siguen.
¿Qué opinas tú? ¿Estamos a tiempo de rescatar el poder del diálogo o ya es demasiado tarde?
Déjanos tu comentario abajo y comparte este artículo si crees que vale la pena reflexionar en voz
alta.
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