DE PRIMERA …LA DAMA DE LA NOTICIA
POR ARABELA GARCIA ….
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�� «Llega a Tamaulipas el mayor impulso hídrico en décadas: tecnificación, abasto y desarrollo
agrícola»
Tamaulipas y el agua: por fin una inversión que no se evapora
Después de años de promesas que se quedaron en el papel (o en el lodo seco de los canales de
riego), Tamaulipas recibe por fin una inversión histórica en agua: 10 mil millones de pesos que
llegarán para atender dos frentes urgentes: el consumo humano y la modernización agrícola. No
es menor. Se trata del segundo mayor presupuesto en materia hídrica en todo el país, apenas
detrás del Estado de México.
El anuncio se dio con bombo, platillo y documento firmado, como debe ser, durante la firma del
Convenio para la Tecnificación del Distrito de Riego 025 Bajo Río Bravo, encabezada por el
gobernador Américo Villarreal Anaya y el director general de CONAGUA, Efraín Morales López. La
presidenta Claudia Sheinbaum, en su primer gran gesto hacia Tamaulipas, respaldó directamente
esta acción como parte del Plan Nacional Hídrico. Un buen inicio, sin duda.
En el evento, se entregaron 388 millones de pesos para infraestructura hidroagrícola, lo cual
—aunque suene modesto frente a los 10 mil millones anunciados— representa una bocanada de
aire fresco (o al menos de agua en camino) para un campo que lleva años trabajando con lo
mínimo. Ya era hora de que la tecnificación del riego dejara de ser una promesa sexenal y
comenzara a materializarse.
El gobernador fue reconocido como un actor “muy, muy activo” en temas de agua. Y no es para
menos: gestionar esta magnitud de recursos no es cosa de una llamada telefónica o una gira
protocolaria, sino de un trabajo técnico y político que, en este caso, rindió frutos.
También se revisó el avance de la segunda línea del acueducto de la presa Vicente Guerrero a
Ciudad Victoria, una obra crítica que busca garantizar agua potable para la capital estatal, donde
cada verano el abasto se convierte en un asunto de resistencia más que de servicio público.
Ahora bien, si todo esto suena a victoria absoluta, conviene matizar: el verdadero reto apenas
comienza. Invertir no es sinónimo de resolver. Los recursos deben ejecutarse con eficiencia, sin
desvíos, sin obra fantasma, sin contratos inflados. Porque la historia reciente nos recuerda que, en
temas de infraestructura hídrica, a veces lo único que fluye sin problemas es el discurso.
Tamaulipas necesita resultados tangibles: agua en las casas, agua en los campos y agua donde
hoy solo hay promesas. Esta vez hay condiciones para lograrlo. El beneficio será claro si se traduce
en productividad, seguridad hídrica y resiliencia ante el calor extremo que se intensifica cada año.
Buena noticia. Ahora, a trabajar. Y a no dejar que esta “inversión histórica” se diluya en aplausos.
Sin embargo, mientras los gobiernos federal y estatal celebran este logro, en el campo
tamaulipeco la realidad es otra. Productores agrícolas siguen alzando la voz, señalando que el
sector está “tronado” desde hace al menos seis años, cuando la administración del presidente
López Obrador eliminó programas clave de apoyo al campo, como Procampo y otros subsidios
directos que ayudaban a sostener la producción de granos básicos.
La falta de estímulos ha tenido efectos visibles: cada año se siembran menos hectáreas, se pierde
rentabilidad y el campo se vuelve insostenible para muchos pequeños y medianos productores.
Las lluvias son pocas, pero el abandono institucional pesa más. Sin acceso a crédito, sin apoyo
técnico y con costos de insumos en aumento, la tecnificación por sí sola —aunque necesaria— no
resolverá el problema de fondo.
La inversión en agua es fundamental, sí. Pero debe ir acompañada de una política integral de
rescate al campo. De nada servirá tener sistemas de riego modernos si no hay quién siembre. Si se
quiere impulsar la soberanía alimentaria, se necesita más que infraestructura: hace falta voluntad
política para reactivar al productor y devolverle su lugar en la economía rural.
En resumen, Tamaulipas da un paso importante en materia hídrica, pero el campo no puede
esperar otros seis años. El recurso está llegando. Ahora falta que también regresen las condiciones
mínimas para sembrar.
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