TAMAULIPAS BAJO EL OJO IMPLACABLE DE LA AUDITORÍA SUPERIOR.
Por Luis Enrique Arreola Vidal.
Ciudad Victoria no teme a los temblores de la tierra. Teme al silencio que precede a la verdad. Y la verdad está llegando. Aunque no por iniciativa propia.
David Colmenares Páramo, Auditor Superior de la Federación (ASF), ha confirmado su arribo a la capital tamaulipeca.
No viene solo: trae consigo un mandato presidencial disfrazado de auditoría técnica.
Claudia Sheinbaum lo envía con la instrucción clara de ejercer lo que ante nunca se atrevió a hacer: exhibir, aunque sea un poco, la podredumbre administrativa que se fermentó en los gobiernos morenistas locales bajo el amparo de la impunidad.
En los pasillos del poder, el aire se corta con cuchillo. Alcaldes, diputados, secretarios y operadores financieros han sido citados.
Nadie duerme tranquilo.
Esta no es una visita técnica. Es una advertencia política.
¿Por qué tiembla Tamaulipas?
La ASF no cruza el país por cortesía. Su arribo responde a tres razones que, aunque disfrazadas de procedimientos técnicos, tienen trasfondo político:
1. Entrega de resultados parciales de la Cuenta Pública 2023, con señalamientos aún en proceso de validación, pero que ya apuntan a opacidad en el uso de recursos federales por parte de municipios y entes estatales.
2. Coordinación con la Auditoría Superior del Estado (ASE), dirigida por Jorge Espino Ascanio, cuyas auditorías “colmena” han sido mediáticamente efectistas, pero con escasos resultados judiciales.
3. Reuniones cerradas con operadores del presupuesto estatal y municipal, donde el mensaje es claro: la ASF puede que no tenga dientes, pero tiene micrófonos. Y alguien ya está escuchando.
La ASF no llega con garras. Llega con guión.
Tamaulipas: El epicentro de la opacidad federalizada.
No es novedad que los números no cuadran. Lo grave es que nadie los ha querido cuadrar:
• Más de $51,000 millones de pesos en irregularidades a nivel nacional según la Cuenta Pública 2023.
• $22,700 millones de esos observados en estados y municipios.
• Tamaulipas figura sin datos oficiales desglosados, pero su historial no necesita confirmación: obras sin concluir, hospitales sin quirófanos y escuelas sin techos son evidencia más potente que cualquier informe.
La ASF lo sabe. Y por eso viene.
El mapa del desfalco: sin nombres, pero con patrones
Aunque la ASF no tiene facultades constitucionales para sancionar a gobiernos estatales o municipales, sus hallazgos tienen valor político. Las revisiones incluyen:
• Gastos sin comprobación en ayuntamientos que desaparecieron fondos del Fortamun y FISM.
• Adjudicaciones directas a empresas fantasma.
• Equipamiento médico inexistente en clínicas rurales.
• Transferencias entre fideicomisos sin justificación, algunas ligadas a operadores del actual gobierno estatal.
Esto no es administración. Es simulación con factura.
¡Nadie escapa al reflector!
Los 43 municipios están en revisión. Los citados no solo incluyen alcaldes y tesoreros, sino también:
• Directores de organismos operadores de agua, donde las deudas son más grandes que los acuíferos.
• Diputados de la Comisión de Vigilancia, que han brillado más por su silencio que por su fiscalización.
• Secretarías estatales como Salud, Educación y Obras Públicas, todas ellas bajo sospecha de desvíos encubiertos en convenios federales.
David Colmenares no es un fiscal. Pero sí es un mensajero. Y su presencia significa que alguien en Palacio Nacional ya decidió mover la alfombra.
¿Quién lo manda?
Claudia Sheinbaum, recién llegada al poder, no puede darse el lujo de heredar los escándalos de gobiernos estatales morenistas cuestionados por corrupción.
Por eso ha soltado a Colmenares, a quien durante seis años mantuvo a raya el lopezobradorismo.
Ahora, el auditor, antes cómplice pasivo del silencio, viene por instrucciones superiores.
Lo traen de donde más le duele.
No para castigar. Sino para advertir.
Una ASF con autoridad moral en crisis.
Conviene no idealizar a Colmenares:
• Canceló auditorías incómodas como las del NAIM y La Escuela es Nuestra.
• Disminuyó en 97% la recuperación de recursos públicos en su gestión.
• Ha sido criticado por permitir presiones políticas en sus auditorías.
Pero hoy, obligado por la nueva administración, debe mover el tablero. No por convicción. Por supervivencia institucional.
La última llamada.
Tamaulipas enfrenta un dilema existencial:
O se limpia, o se colapsa.
Los expedientes que revisa la ASF son más que cuentas por comprobar. Son heridas abiertas. Son retratos de un sistema político que vive del saqueo y se perpetúa en la oscuridad.
Los nombres aún no se publican. Pero los pasillos ya susurran apellidos.
¿Tiemblas, Tamaulipas?
Deberías. Esta vez no por lo que se audita, sino por lo que se viene después.