Por René Martínez Bravo

A la libertad de expresión se le asignó el 7 de Junio de cada año en México, y durante mucho tiempo, esta fecha fue celebrada de manera muy destacada por editores, periodistas, reporteros y autoridades de los tres niveles de gobierno.

Por costumbre se formalizaron comilonas, banquetes fastuosos, regalos y hasta reconocimientos al practicante de este hermoso oficio, reconociendo antigüedades de escribir o reportear sobre la vida cotidiana, pública, política, social, etc.,etc.
Fue, por años, dicha fecha, una especie de agradececimiento por parte de los editores hacia el poder, por permitir que los periodistas y editores practicaramos esa «Libertad de Prensa», o de Expresión, consagrada en la Constitución Política de nuestro país, o sea, un «Gracias señores del poder, por permitirnos hacer uso del derecho consagrado en la constitución, el libre ejercicio de la comunicación.

Algo así era, y ya saben, era un pacto entre editores, escribidores y la administración pública, misma que si no les gustaba el tono con que se decían las cosas, depende lo subido de color, se enviaba diversos mensajes de atención. Simples protocolos.
Conforme pasan los años, algunos gobernantes son más aguantado res qué otros, cuestiones de pieles, delgadas o gruesas, o depende que tan graves eran las verdades que se les estaban descubriendo a los del poder.

En fin, los tiempos cambian, pero los personajes, a veces, aunque traten con discursos evitarlo, se les «escapa» la personalidad represora, tal como así lo vivimos durante la administración anterior, en la que se gobernó con el código penal en la mano.

También debemos aceptar, que en nuestro gremio hay de todo, y a veces se confunde la libertad de expresión y el libertinaje, y que aprovechando la nobleza y caballerosidad de quien gobierna, se les ataca, injurias, falsedades, historias inventadas, de todo se usa, para manchar y denostar prestigios, a cambio de monedas o prebendas, son capaces de todo, afortunadamente ya no se engaña fácilmente a la gente, así es que trabajo mata grilla, y así está Américo Villarreal Anaya, gobernador injuriado como pocos, pero su actitud de trabajo, transparencia y humanismo lo blindan.

«En Tamaulipas no hay mordaza ni censura…» dijo Américo el sábado pasado, y es que, como sucede en México desde el 7 de junio de 1951, se conmemoró el Día de la Libertad de Expresión, que fue establecido originalmente, para destacar la trascendencia que tiene la prensa libre e independiente en la democracia de nuestro país.
Consagrada en los artículos 6 y 7 de la Constitución Política de México, así como en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la libertad de expresión tiene hoy un alcance cívico y social que va más allá de su propósito original, como lo destacó el gobernador Américo Villarreal Anaya en su mensaje conmemorativo.
Fecha que el mandatario tamaulipeco aprovechó para ratificar el respeto de su gobierno a la libertad de expresión, y para refrescar la memoria de quienes olvidan que, en el sexenio pasado, la censura dictada desde un Poder Ejecutivo autoritario y represor, convirtió a Tamaulipas en una zona silenciada.
“La persecución, la amenaza y la censura, eran las prácticas usuales de quienes se resistían a tener una ciudadanía y una prensa libre y sin mordazas”, afirma Américo Villarreal Anaya en su mensaje.
Y, en la coyuntura de una narrativa construida sin veracidad, difundida en la elección judicial, el gobernador apunta a estos mismos personajes, los que destrozaron a Tamaulipas con sus vientos de cambio, como los generadores de mentiras y noticias falsas que buscan dañar personas, instituciones y degradar el espacio de la conversación pública. Igualmente, el mandatario sostiene que la comunicación debe ser respetuosa y circular, para que sea verdadera, permitiendo ejercer otro derecho constitucional no menos importante, el de réplica, interpretado dolosamente por el conservadurismo político como censura.
Hoy, la transformación humanista que vive Tamaulipas, se sustenta en la libertad de expresión y la crítica al poder sin cortapisas, dejando la mordaza y la persecución como el rostro autoritario del pasado reciente.

Así lo hemos constatado quienes nos dedicamos a la difusión de la vida pública y social en nuestro estado.

Hasta la próxima

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