CONFIDENCIAL
Por ROGELIO RODRÍGUEZ MENDOZA
Policías Municipales: La urgencia de
No deja de sorprender —aunque debería— que desde el Congreso del Estado alguien se atreva a decir en voz alta lo que muchos piensan en silencio: que urge revivir las Policías Municipales.
Lo dijo Marco Gallegos Galván, diputado de Morena y presidente de la Comisión de Seguridad Pública. Y no lo dijo al aire: mencionó con nombre y apellido que ya hay municipios donde se trabaja en ello. Reynosa, Matamoros, Tampico y Madero están, según él, en el proceso.
¿Será cierto? Ojalá. Porque si el pronunciamiento de Gallegos no fue un simple globo de ensayo, estamos ante una de las decisiones más sensatas en materia de seguridad que pueda tomar el gobierno estatal.
El regreso de las Policías Municipales sería un acto de justicia institucional. Y también, por qué no decirlo, de humildad gubernamental: reconocer que fue un error desaparecerlas bajo la bandera de un fallido “Mando Único”.
Se nos vendió entonces la idea de que el problema era la corrupción, la infiltración del narco, la falta de profesionalismo. Se prometió un cuerpo policial centralizado, moderno, limpio. Nada de eso ocurrió. Sólo desmantelaron lo poco que funcionaba.
Las Policías Municipales, con todas sus limitaciones, eran la primera línea de defensa frente al delito cotidiano. Eran las que conocían a los vecinos, los barrios, los callejones. Sabían quién robaba, quién golpeaba, quién vendía droga en la esquina.
Cuando las extinguieron, dejaron un vacío que jamás fue llenado. Y no sólo dejaron un vacío de presencia, sino de cercanía. El policía estatal, por muy preparado que esté, jamás podrá suplir al municipal que patrulla su propia colonia.
Los delitos de alto impacto, que supuestamente serían el blanco del nuevo modelo de seguridad, siguieron ocurriendo. Y los delitos domésticos —robos, asaltos, violencia intrafamiliar— se dispararon como nunca. ¿Resultado? Una ciudadanía cada vez más sola y más vulnerable.
A estas alturas del partido, nadie puede decir en serio que el “Mando Único” fue un éxito. Fue, como tantas otras cosas, una ocurrencia cara y contraproducente.
Lo más lógico habría sido depurar las corporaciones municipales, capacitarlas, dotarlas de mejores condiciones. Pero no. Era más fácil borrarlas del mapa, sin pensar en las consecuencias.
Hoy, casi una década después, se intenta reconstruir lo destruido. Pero no será fácil. Gallegos lo admite: el reto presupuestal es enorme. ¿Estarán los municipios en condiciones de sostener financieramente a sus propias corporaciones? Lo dudo.
Porque no se trata sólo de uniformes y patrullas. Se trata de sueldos dignos, de formación continua, de protocolos de actuación, de control interno. En resumen, se trata de una inversión seria y sostenida.
Por eso, si el proyecto va en serio, deberá contar con el respaldo del gobierno estatal. Y no sólo en discurso. Los alcaldes, por sí solos, jamás darán el paso. No tienen ni la capacidad ni, en muchos casos, la voluntad política.
Así que habrá que mirar hacia Palacio de Gobierno. El gobernador, Américo Villarreal Anaya, tiene una gran oportunidad hacer historia en el rubro de seguridad pública, porque el regreso de las Policías Municipales es un clamor social.
La ciudadanía lo agradecería. Porque más allá del discurso, lo que urge es presencia, proximidad y reacción inmediata. Algo que, desde hace años, desapareció con las Policías Municipales.
ASI ANDAN LAS COSAS.