Cd. Victoria, Tam.- Tan ocupada estaba la opinión pública con la elección judicial y el plantón de la CNTE, que a mucha gente le pasó de noche el reporte de la embajada americana negando la existencia de un boletín sobre un presunto grupo de políticos mexicanos que estarían en la mira de Washington (https://tinyl.co/3O2w).
Lo cual alude a la mítica “lista de MARCO RUBIO”, Secretario de Estado en cuya mira se encontrarían (dicen) los gobernadores RUBÉN ROCHA (Sinaloa), AMÉRICO VILLARREAL (Tamaulipas), SAMUEL GARCÍA (Nuevo León), LAYDA SANSORES (Campeche) y el exgobernador RICARDO MONREAL (Zacatecas).
Una sola frase en español lo desmintió todo: “Esta información es falsa.” Aunque, igual, cabe la pregunta: ¿qué desmintió la embajada, el boletín o la lista?…
El referido “fake” fue fabricado por manos anónimas como si fuera un reporte oficial del gobierno gringo, en tamaño carta, con sello y logo donde aparece el águila americana en tonos azulados, extendiendo sus alas dentro de un círculo rojo y la leyenda “U.S DEPARTAMENT OH HOMELAND SECURITY”, dependencia a cargo de KRISTI NOEM, exgobernadora de Dakota del Sur, cuyo jefe es el secretario RUBIO.
Aclarado el asunto, el boletín resultó de fabricación casera. La administración TRUMP no ha girado hasta ahora un comunicado de tales características, ni con dicha relación de nombres.
PRECISIÓN NECESARIA
El mensaje oficial en redes (@USEmbassyMEX) fue un cubetazo de agua helada para la calentura de algunos medios que han difundido hasta el cansancio dicha teoría conspirativa, pensando en una nueva cuerda de reos, pero integrada con políticos.
La embajada hoy a cargo de RONALD JOHNSON desmiente, pues, el reporte. Puro cuento, acaso inspirado en deseos ardientes, pero sin base sólida. Y, además, algo chafa la falsificación.
Se antoja raro que aparezca RICARDO MONREAL (el diputado) y no su hermano DAVID, que es el gobernador actual. Desde las redes, algunos observadores echaron de menos a EVELYN SALGADO (Guerrero) y RICKY GALLARDO (San Luis).
Es guerra sucia, inscrita cabalmente en la subcultura de la postverdad, que tiene entre sus antecedentes el axioma de JOSEPH GOEBBELS, ministro de propaganda nazi, cuando dijo que: “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad.”
Ya desautorizaron, pues, el reporte. Falta ahora que desmientan la existencia de dicha lista en su agenda de inteligencia. Entre sus asignaturas pendientes.
CUESTIÓN DE ENVOLTURAS
Hace años conocí a un grupo muy especial de curas identificados con la llamada Teología de la Liberación y las tareas pastorales basadas en el compromiso con los pobres. Sencillos de trato, alegres y muy chambeadores, de buen comer y mejor beber.
Daban misa con pantalones viejos de mezclilla, playera y tenis, en vez de sotana. Lucían desaliñados, fachosos. Y se los dije. Desde entonces tengo la convicción de que (por elemental respeto al auditorio) existe un punto medio entre las indumentarias ceremoniales y el aspecto callejero.
A prudente distancia de ambos extremos. Un “outfit” básico, más moderno y funcional que las fastuosas túnicas y sus colguijes de oro, pero sin caer en el exceso contrario del ropaje chamagoso. Lo tomaron a broma y ahí acabó la charla.
Evoco ahora este episodio cuando veo al entrante titular de la Suprema Corte, el abogado mixteco HUGO AGUILAR ORTIZ, con la intención de eliminar el traje oficial de los señores ministros.
Etiqueta establecida en 1941 mediante decreto presidencial de MANUEL ÁVILA CAMACHO, general poblano destacado por su conservadurismo. Sus aduladores le llamaban “el presidente caballero”, a lo cual, la prensa de la época solía añadir: “caballero, efectivamente, pero caballero de Colón”.
De dicho señor se dijo que en plena campaña presidencial, al entrar a un pueblo lo recibieron con cuetes. Y al llegarle la humareda preguntó cándidamente: “¿qué olor tan raro, qué es?”… Un asistente cercano le respondió al oído: “¡Es pólvora, general!”.
Y es que su ascenso dentro del Ejército había sido meramente administrativo, entre ayudantías diversas. Chamba de edecán, oficina y pasillo, sin pisar un campo de batalla. Por ello no reconoció el olor a pólvora.
Fue dicho general de mentiritas quien estableció que los ministros de la SCJN debían utilizar en audiencias del pleno, en salas y actos, togas de seda negro mate, ataviadas con cuello, vueltas y puños del mismo color, estos últimos de seda brillante, para marcar cierto contraste.
¿CAMBIO DE FORRO?
Vestimenta pomposa. Disfraz acaso ridículo en los tiempos que vivimos. Por ello no debiera extrañarnos que el nuevo titular de dicho organismo, HUGO AGUILAR, se sienta incómodo y argumente que las comunidades indígenas le pidieron conducirse con un estilo sencillo. Distinto al de los clásicos funcionarios que cuando trepan al cargo se olvidan de sus orígenes.
De concretarse el propósito, sería una ruptura con los formalismos del Poder Judicial y tendría un notable valor simbólico. Aunque para ello tal vez fuera necesario anular o modificar el decreto de 1941. Lo cual pasa por el Congreso.
Y bueno, al igual que los curas referidos párrafos arriba, hay de túnicas a fachas. Sería imprudente ir de un extremo al otro, cambiar el excesivo formalismo por alguna vestidura rústica (como sugieren en redes) con camisa y calzón de manta, bordados en grecas, faja tejida, sombrero y sandalias. En este, como en otros ámbitos, siempre existe la posibilidad de un punto medio.
BUZÓN: [email protected]