La Comuna

José Ángel Solorio Martínez

Desarticular un régimen político construido por casi un siglo por las élites y para las élites es una tarea titánica. Por ese largo tiempo, se tejieron complicidades, compadrazgos, nepotismos, que torcieron las instituciones del Estado, al servicio de la empresa transnacional y de la empresa nacional.
Se aprovecharon de los Poderes de la nación, para despojar de sus bienes al país y a sus ciudadanos más vulnerables.
No fue sencillo llevar a la presidencia de la república a Andrés Manuel López Obrador. De no resistir las intensas presiones extranjeras y nacionales, hubiera hecho del destino de los mexicanos, tan obscuro como ominoso.
Tres veces intentó AMLO abrir el ostión.
No podía.
Hasta que el pueblo se rebeló en las urnas y llegó a la presidencia con un programa de izquierda, progresista.
Millones en las calles, legitimaron un triunfo popular ansiado por décadas.
Fueron seis años de un gobierno que con las rémoras -la Suprema Corte de (in) Justicia de la Nación (SCJN)- con acertada mano condujo López Obrador.
Abierta oposición a su gobierno, caracterizó a los ministros de la SCJN. Obstaculizaron al presidente.
La revolución pacífica de AMLO no pudo concretarse a plenitud por la actitud de los juzgadores.
Con la mayoría en el Poder legislativo el tabasqueño enfrentó a una oposición feroz desde adentro del aparato del Estado. Bajo una falsa visión de la división de Poderes, la SCJN actuó contra el presidente y contra el pueblo.
Entonces, nació la idea de darle al pueblo la oportunidad de elegir a los representantes del Poder judicial.
La presidenta Claudia Sheinbaum dio continuidad al proyecto de López Obrador; el Segundo Piso de la IV T, era su camino. Más de treinta y dos millones de votos, avalaron la profundidad de las políticas lopezobradoristas.
No era el presidencialismo del pasado: en un acto de antropofagia, devorar a su antecesor.
Al contrario: Sheinbaum asumió el compromiso de aplicar las políticas de AMLO.
Pacificado el país de asonadas de las oligarquías económicas y las mafias políticas, tocó a la presidenta enfrentar en escenario sin oposiciones -AMLO las redujo a su mínima expresión: Calderón, Creel, Xóchitl, Claudio X, Ricardo Anaya etc.- y concentrar todo el poder del Estado a enfrentar la inseguridad.
¿Por qué AMLO no lo hizo?
Gobernó copado por los poderes fácticos: los maleantes, los lumpen millonarios y las pandillas políticas. Había que sortear con los instrumentos políticos todos esos lastres que habían permeado al Estado mexicano.
Con el triunfo de la Reforma judicial se abre el camino para cumplir con el ingrediente fundamental para toda democracia: un aparato de justicia, para todos.