Golpe a golpe
Por Juan Sánchez Mendoza
En muchos procesos electorales el abstencionismo ha acariciado al 50 por ciento. Y eso que la mayoría de ciudadanos ubicaban, siquiera de nombre, a los candidatos a los poderes ejecutivo y legislativo, tanto federales como locales.
Recurro a la estadística por presumir que en la contienda actual habría menos participación ciudadana, aun con la movilización de las estructuras y el acarreo financiado por grupos fácticos, pues la desinformación lo único que ha provocado es ahuyentar al electorado.
Y, lo que es peor, enloda la contienda.
Obvio es que referir cifras, aburre, pero es necesaria su cita, cuando los actores de este hándicap ligeramente prevén triunfos ‘arrolladores’ en aras de sorprender a la opinión pública, con el cuento de ya estar listos pa’ lo que viene, sin entender que, para ser auténticos representantes de la sociedad, en el sistema judicial, deben resultar electos por la mayoría de los ciudadanos.
Lamentablemente el grueso de los candidatos registrados ante el INE y el IETAM (en el caso particular de Tamaulipas), poco abonan para ahuyentar el abstencionismo.
Y menos hacen las instituciones electorales.
Sobre el abstencionismo se ha escrito mucho, cierto, pero son pocas las instituciones que han profundizado en su análisis.
Menos suman quienes se preocupan en desterrarlo de los procesos electorales, merced al desconocimiento que tienen de este fenómeno, o, porque simple y llanamente, no les interesa despertar la participación de las mayorías.
En su oportunidad, el ideólogo Jesús Reyes Heroles (qepd) acusó:
“La abstención electoral no es un fenómeno peculiar de nuestro país sino un fenómeno universal. Sobre todo, en las naciones de régimen democrático… los jóvenes no votan, en muchos casos, porque no creen que a través del voto puedan resolverse los que consideran problemas centrales y esenciales; porque creen que los partidos políticos son instrumentos de domesticación de la juventud, de incorporación de ésta a lo que llaman sistema establecido”.
Bajo este mismo contexto se puede deducir que el abstencionista no sólo se priva a sí mismo de ejercitar un derecho, sino que priva a todo un país, una entidad o un distrito de esa prerrogativa.
Y les quita un elemento decisivo para su avance democrático.
Hay que tomar en cuenta, también, otros factores que contribuyen al abstencionismo, como es la negativa de algunos candidatos a juzgadores a que se conozca su ideario, y al hecho de que ante la falta de información adecuada, los ciudadanos ignoren las propuestas de todos y cada uno de los contendientes en cualquier proceso electoral.
En la geografía tamaulipeca, el espectro del abstencionismo amenaza con manifestarse, como siempre, porque la mayoría de los candidatos a jueces y magistrados gastaron más tiempo en el uso de redes sociales que en desarrollar campañas territoriales de proselitismo intensas, que les permitieran convencer al ciudadano de votar por ellos, con base a propuestas ajenas a la frivolidad.
De ahí que hasta el ciudadano menos avezado hoy esté convencido de que sólo tratan de utilizarlo para conseguir las posiciones anheladas –como se ha hecho costumbre–, y el poco interés que la población asoma para compenetrarse en el real significado de estas elecciones, donde no sólo están en juego las posiciones judiciales federales, sino también la renovación del Supremo Tribunal de Justicia estatal.
“La abstención predominante tiene dos lecturas: apatía y descontento”, cita un estudio de Manuel García Urrutia –experto en la materia–, quien así amplía su exposición:
“La abstención por indiferencia y apatía incluye a aquella que puede ser producto de la ignorancia, falta de formación cívica, un impedimento técnico, físico o legal y/o una permanente conducta egoísta y de indiferencia hacia los asuntos sociales.
“La abstención por descontento tiene que ver con dos posturas. Una que se expresa con una actitud de malestar, justificado en el argumento de no-participación porque todo sigue igual, nada cambia, y al final las opiniones, el esfuerzo, el voto, no son tomados en cuenta por las autoridades respectivas; siempre hay intereses superiores que no dejan que las iniciativas ciudadanas prosperen.
Ahora bien, ¿qué le espera a Tamaulipas en la jornada electoral del domingo próximo?
Obvio: un escenario con alto porcentaje de abstencionismo.
No sólo porque se trata de un proceso comicial inédito, sino por existir, además, otras causas que hacen pensar que la abstención preponderante será por desinformación, más que por apatía.
Como sea, el abstencionismo contiene muchas aristas que dificultan su estudio. Pero ello no impide que podamos alertar a las instituciones involucradas en esta justa electoral, a los candidatos y ciudadanos, para enfrentar este fenómeno que tanto daña a Tamaulipas y a quienes en la entidad vivimos.
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