CONFIDENCIAL

Por ROGELIO RODRÍGUEZ MENDOZA.

                                                                                                 

La imagen se repite con escalofriante frecuencia: motocicletas convertidas en tumbas rodantes. Son cada vez más comunes las escenas de cuerpos tendidos sobre el pavimento, de cascos inexistentes, de menores de edad arrastrados por el asfalto. Y pese a todo, el silencio de las autoridades es ensordecedor.

La crisis de accidentes viales en Tamaulipas, especialmente los que involucran motociclistas, ya no es un tema menor ni aislado. Se ha convertido en una verdadera emergencia pública que exige respuestas inmediatas y acciones contundentes.

Sin embargo, la apatía institucional ha sido la constante. Ninguna autoridad parece estar dispuesta a asumir la responsabilidad de hacer valer la ley. En las ciudades, especialmente en Victoria, a diario se reportan hasta cinco accidentes de motociclistas… y nada cambia.

Las redes sociales son testigos de la barbarie: familias completas, hasta seis personas en una sola moto, sin casco, con niños en brazos o sujetados como pueden. Lo que debería indignar, se ha normalizado. Lo que debería ser castigado, se tolera.

¿Qué pasa con las direcciones de Tránsito? ¿Cuál es su papel, más allá de esconderse bajo la sombra de la negligencia? El reglamento de vialidad es claro y las reformas legales abundan, pero la voluntad política y operativa brilla por su ausencia.

No estamos ante una falta de legislación. Por el contrario, las normas han sido fortalecidas. Apenas en marzo, el Congreso del Estado aprobó, con bombo y platillo, reformas relevantes a la Ley de Tránsito. Nuevas obligaciones para motociclistas y vendedores. Más requisitos, más sanciones. Pero, ¿de qué sirve todo eso si nadie lo hace cumplir?

Las disposiciones obligan a portar casco, a registrar las unidades, a portar placas, a no zigzaguear entre autos, a evitar transportar niños sin protección. Pero la realidad en las calles grita lo contrario: impunidad, caos y muerte.

No hay manera de entender que, ante el aumento de víctimas fatales, la autoridad no actúe. ¿Qué tan difícil es detener una moto con seis personas encima? ¿Qué se necesita para decomisar la unidad? ¿Cuántos niños deben morir para que se imponga el reglamento?

Tamaulipas no necesita más reformas sobre papel. Lo que necesita es autoridad. La que decomise la moto cuando hay infracción flagrante. La que no se doble ante el pretexto de la necesidad o la economía familiar, cuando está en riesgo la vida humana.

Porque ningún argumento justifica llevar un bebé en brazos sobre una motocicleta. Ninguna necesidad valida que cinco personas se suban a un vehículo diseñado para dos. Y ninguna administración puede llamarse responsable si permite ese tipo de barbaridades.

Mientras las corporaciones de vialidad no abandonen su postura timorata, este será un círculo de tragedia. Más muertos, más luto, más impunidad. El problema no es la ley. El problema es que no hay quien la aplique.

EL RESTO.

CARMEN LILIA Y EL CAMPO.

La alcaldesa de Nuevo Laredo, Carmen Lilia Canturosas, participó en la instalación del Consejo Estatal para el Desarrollo Rural Sustentable, en Ciudad Victoria, reafirmando así la intención de su gobierno de mantenerse cerca del sector agropecuario.

Sin aspavientos, pero con acciones concretas como el programa de Mejoramiento Ganadero y la instalación de un laboratorio zoosanitario, la administración municipal de Nuevo Laredo ha generado herramientas útiles para pequeños productores.

En una ciudad fronteriza predominantemente urbana, el gobierno local ha entendido que fortalecer al sector rural también es fortalecer la economía regional. Los apoyos son funcionales, y responden a necesidades reales.

En este contexto, la coordinación con el Gobierno del Estado se vuelve un punto clave. Más que un acto protocolario, la instalación del Consejo puede convertirse en una plataforma de trabajo permanente si las partes asumen su papel con responsabilidad.

ASI ANDAN LAS COSAS.

[email protected]