Imparable, valiente, cercana al pueblo y profundamente humana, Ana María Ibarra sigue siendo la mejor opción para la Suprema Corte.

Durango, Dgo.— Frente a una audiencia de estudiantes, académicos y artistas locales en la Universidad Juárez del Estado de Durango, Ana María Ibarra Olguín, candidata a ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, reafirmó una convicción pocas veces escuchada desde el Poder Judicial: la cultura también es un derecho humano, y debe ser protegido por la justicia.
Originaria de Torreón y profundamente enraizada en el norte del país, Ibarra no solo compartió su visión jurídica, sino también su sensibilidad como mujer cercana a las causas sociales. “La cultura no es un lujo: es identidad, memoria y riqueza colectiva”, dijo con firmeza, dejando claro que una Corte verdaderamente transformadora no puede seguir ignorando la precarización que enfrentan miles de personas dedicadas al arte y la creación.
Durante su intervención, Ibarra fue más allá de la teoría. Explicó que los derechos culturales son parte integral de los derechos sociales y deben ser defendidos con la misma fuerza, con la misma estructura y con la misma dignidad que cualquier otro derecho humano. “Una Suprema Corte sensible al México real debe garantizar el acceso equitativo a la vida cultural, sobre todo para quienes han sido históricamente excluidos de ella.”
Su mensaje no fue de promesas, sino de principios. “Igualdad sin equidad es injusticia disfrazada… por eso necesitamos juezas y jueces que comprendan el contexto y juzguen con perspectiva”, afirmó, en una frase que resonó entre los presentes como eco de lo que México ha estado esperando.
Y es que Ana María Ibarra no es una candidata más: es la que se atrevió a enfrentar a Genaro García Luna cuando pocos lo hacían. La que no ha descansado un solo día de esta campaña. La que ha recorrido 24 estados, hablando de justicia, dignidad, derechos sociales y construcción de paz. La que no viene de las cúpulas, sino de la lucha.
Antes de cerrar su participación, lanzó una última reflexión: “La sociedad no puede avanzar por un camino, mientras la justicia retrocede por otro… vamos a transformar al Poder Judicial para que acompañe, respalde y fortalezca todas las expresiones del pueblo.”
A cada paso, Ana María Ibarra confirma por qué es la mejor evaluada, la más preparada y la más humana.
Y este 1 de junio, la boleta morada debe tener un solo nombre claro: 17 Ibarra.