Adán Echeverría

Genaro García Luna es un personaje que atravesó todo el Salinato dejando su estela de corrupción, espionaje, enriquecimiento ilícito, violencia, lavado de dinero, extorsión, fabricación de testigos y de acusaciones falsas, lastimando a miles de personas, generando una guerra que, de la mano de Felipe Calderón Hinojosa, mantiene aún en este 2025 a México sufriendo los excesos de una violencia que en muchos espacios ha sido normalizada, siendo uno de los máximos logros de García Luna el tener a toda la prensa, radio y televisión y a sus comenta noticias en el bolsillo.

Genaro es el verdadero hijo del Salinato. Pero ¿qué es el Salinato? Es la etapa de México cuando los gobiernos mexicanos decidieron entregar los recursos humanos, naturales y minerales del país a Gringolandia, en mayor medida, y a Europa en menor grado, con la finalidad de que algunas familias y pocos personajes se hicieran de millones y millones de pesos que les alcanzara para sostener una vida de lujos y excesos hasta por cinco generaciones.

El Salinato comenzó durante el sexenio de Miguel de la Madrid, (1982-1988) cuando Salinas de Gortari, educado en las universidades gringas más caras donde compartió aula con personajes como Carlos Saúl Menem y gringos millonarios hijos de senadores, gobernadores, grandes empresarios de aquel país, fue parte de su gabinete; fue en aquellas aulas de universidades gringas desde donde se fraguó el plan neoliberal de hacerse de los recursos de la América que va desde México hasta la Argentina. Le toca a usted, querido lector, analizar los gobiernos de Menem en Argentina y de Salinas en México para constatar las similitudes que beneficiaron a los gringos, a los europeos y a una veintena de familias de cada país, chorreando dinero hacia todos aquellos que lograban ponerse bajo la sombra de dichos personajes.

En esa época, el mismo Salinas ya habían detectado las capacidades de Genaro, un joven de veinte años que se había ganado el apoyo de las policías de CDMX funcionando como soplón a cambio de dinero, pero no para atrapar a los malos sino para extorsionarlos. Genaro llegó a CDMX siendo un niño de apenas tres añitos, venía junto a su padre, un delincuente de poca monta, que huyó hacia la ciudad de México, con su familia, buscando esconderse de aquellos a quienes había traicionado. En esa gigantesca ciudad no duró mucho en la delincuencia, muriendo asesinado por aquellos a quienes había traicionado, por lo que la madre de Genaro decidió juntarse con un personaje siniestro que pertenecía a aquella violenta policía de la CDMX que tenía entre sus grandes logros participar en la matanza de Tlatelolco, en el Halconazo de 1973, y que se dedicaba a la extorsión de grupos delictivos, a quienes permitían hacer de las suyas siempre y cuando parte de las ganancias las compartieran con ellos. Esa fue la figura paterna de Genaro, que decidió dejar la educación secundaria para convertirse en un ladrón de poca monta, un pandillero cobarde, que luego de dar sus primeros golpes fue arrestado y encarcelado. Liberado por la pareja de su madre, se le instruyó para cambiar su destino. Debería ahora trabajar para su padrastro, para las personas para las que su padrastro trabajaba: ser soplón; delatar a delincuentes, y de esa forma, poco a poco fue entrando a los cuerpos de seguridad, aprendiendo cada día más a ser un espía, un oreja, un soplón siempre al servicio de quien tuviera más poder.

Ascendió durante el gobierno de Salinas de Gortari, y esa primera escuela de Genaro se vio engrandecida con su participación en el asesinato de Colosio y subiendo al poder en el tema de policías, seguridad e inteligencia dentro del gobierno de Zedillo, cuando se convirtió en el brazo operador de los grupos paramilitares y sus golpes en Aguas Blancas, Acteal y muchos más. Genaro hizo escuela, todos querían acercarse a él. Él tenía documentos que comprometían a todos los políticos del país, había creado redes de espionaje (inteligencia, le llaman), y creaba y fabricaba relaciones entre criminales, artistas, empresarios, deportistas, políticos y figuras intelectuales de todos los niveles, mediante reuniones, congresos, fiestas donde se permitía de todo y a las que asistir era formar parte de los más altos estándares sociales del país. Nadie quería quedar fuera de aquellas fiestas, donde, no solo se repartía de todo, sino que se creaban alianzas y se agendaban reuniones controladas por el mismo García Luna, para decidir puestos en el gabinete, candidatos para determinados gobiernos municipales, se tomaba la decisión desde su escritorio de qué personajes deberían controlar la seguridad para cada uno de los estados del país. Todo mediante acuerdos de mano entre políticos, líderes empresariales, dueños de medios de comunicación y jefes de los carteles de narcotraficantes.

Genaro García Luna representa el punto culminante del Salinato, es su creación, su verdadero hijo; Genaro representa todo lo que fue el Salinato, desde el neoliberalismo, las mentiras en los medios de comunicación, la creación de prisiones manejadas por empresas particulares, los negocios entre la presidencia y los líderes del narco. El que Genaro esté en la cárcel y que Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto sigan libres y millonarios, junto con todos sus familiares, nos habla de las mil y un traiciones que existen para que aquel que vino desde lo más bajo, no pueda tocar a quienes robaron con él, pero nacieron en cunas de oro, bajo el ala protectora de sus partidos políticos.