Golpe a golpe

Por Juan Sánchez Mendoza

Cuando en México se creó el Pacto Federal –que es la razón de ser del sistema político que aún nos rige–, cada una de sus partes (es decir, los gobiernos estatales y la Presidencia de la República) asumió el compromiso de respetar los acuerdos signados en 1824 y los ulteriores, pues en ellos reposa la equitativa distribución de la riqueza que, sin embargo y al paso de los años, se ha tornado anárquica porque a los estados que más ingreso aportan vía recaudación fiscal es a los que más se les conculcan las participaciones.

Esta anomalía, encontró las condiciones favorables para reproducirse a lo largo del siglo XX, pues cada presidente de la República hizo cuanto le fue posible para tener mayores facultades en perjuicio de las entidades federativas.

Lo peor del asunto es que desde los albores del siglo XXI, cuando en México se instauró una copia mal reproducida del sistema neoliberal, los estados federados han sido más relegados del reparto financiero que por ley les corresponde.

Incluso hay casos en que su soberanía ha sido claramente violentada por la administración presidencial.

Un documento elaborado por la misma Federación, refiere que “desde su origen el federalismo mexicano tuvo por objetivo unir sin fusionar, y diferenciar sin dividir”.

Esta fue la premisa para crear la primera Constitución de la República (1824), que estableció el régimen federal y otorgó facultades tanto a la Unión como a los estados, a fin de que cada uno procurara, en su ámbito de competencia, la prosperidad de la nación y el bienestar de sus habitantes.

Hacia 1847 se propuso delimitar la competencia tanto del poder federal como del estatal, a fin de evitar la invasión de facultades que lo mismo atentaba contra la soberanía de las entidades como amenazaba la Unión, pero finalmente prevaleció el planteamiento de que los poderes federales debían circunscribirse sólo al ejercicio de las facultades que de manera expresa les otorga la Carta Magna.

Luis Pineda y M. Alberto Mendoza G. son dos estudiosos del tema, y sobre éste han escrito:

“El federalismo mexicano está inspirado en el modelo centralista español, y en la integración de los Estados Unidos de América… es un sistema de gobierno que tiene como objeto principal formar una nación única… su forma de gobierno es de tipo presidencial, porque el presidente de la República es jefe de Estado y de gobierno al mismo tiempo… la Constitución le otorga más facultades que a los otros poderes…”

En un documento elaborado ex profeso, los mismos investigadores citan:

“A lo largo de su historia y durante los últimos años, el federalismo había estado cumpliendo con sus objetivos de mantener la articulación de las entidades federativas y conducir al país hacia un modelo de desarrollo.

“El federalismo encuentra su mecanismo de expresión a través del Sistema Nacional de Coordinación Fiscal (SNCF), que es el arreglo entre los distintos órdenes de gobierno para la administración, cobro y recaudación de los ingresos públicos.

“Este sistema funcionó de acuerdo a la dinámica del país; fue el que permitió la época del crecimiento y el desarrollismo, ya que el Gobierno Federal era el más eficaz para cobrar la mayor parte de los impuestos.

“Su antecedente se encuentra en las Convenciones Nacionales Fiscales de 1927, 1933 y 1947; ahí se estableció la mejor manera de organizar los recursos económicos del país. Recordemos que México venía saliendo de la Revolución y sus secuelas, donde cada estado establecía sus impuestos; sus alcabalas y un exceso de papel moneda circulaba ‘locamente’. Era la época de las garitas estatales, donde cada entidad federativa establecía y cobraba sus propios impuestos. Existían, además, ejército y fuerzas armadas regionales.

“Es a raíz de estas convenciones y con la SNCF que se inició un proceso de armonización. En un primer momento de los municipios con su estado, y posteriormente de las entidades con la Federación. Esto obedeció a un momento en que era importante lograr la unidad como nación, e implicó un fuerte centralismo que caracterizó el siglo pasado, y que determinó que los impuestos más importantes los aplicara la Federación”.

Para algunos estudiosos del tema es necesario realizar una serie de ajustes profundos que permitan al país adaptarse a una nueva realidad para así lograr un desarrollo incluyente y equitativo.

Pero no es idea original de la actual Presidenta.

Esta lucha por un auténtico federalismo otrora estuvo encabezada por los gobernadores, aun cuando desde su nacimiento haya encontrado serios obstáculos por parte del gobierno federal.

De cualquier forma, continúa la batalla por un nuevo federalismo.

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