La Comuna
José Ángel Solorio Martínez
Por fin dio color el director de Instituto Tamaulipeco de Cultura y las Artes (ITCA), Héctor Romero Lecanda. Ha estado mostrando su visión del quehacer artístico y cultural para el estado; no le interesa, ni sabe, cómo instrumentar una política gubernamental para potenciar esos dos importantísimos giros de la IV T y su Segundo Piso.
En estos días, ha exhibido lo que realmente le interesa: la cultura como instrumento recaudatorio y las artes como herramientas comerciales.
A él, como todo buen empresario de las artes, le llama la atención la cultura del show y las artes de los superficial.
El estado está tapizado de eventos de comediantes y de obras teatrales de cero sustancias culturales, pero que llenan sus arcas en los más importantes edificios públicos para la promoción y expansión de las expresiones culturales.
¿Qué está haciendo Romero Lecanda en Tamaulipas?
De no creerse.
Absurdo si se toma en cuenta que uno de los ejes esenciales del Plan Estatal de Desarrollo, es fundamental la actividad cultural para resarcir el tejido social tan vulnerado en el estado, por la carga trágica de su situación geopolítica y otras razones no menos relevantes.
Grotesco si se toma la herencia negra dejada por su antecesora que se tenía la certeza de que nadie podía hacer peor papel que ella al frente del ITCA.
Impensable, porque don Héctor superó todas las expectativas en sentido inverso; se pensó, que nada podría ser peor que el pasado de doña Denisse.
Y nos equivocamos.
La praxis comercial de Romero Lecanda se muestra en su principal intención: colocar en todos los centros culturales como el de Reynosa, el de Victoria, Matamoros y el de Tampico, a gente de confianza suya en los cargos de administración de esos megas inmuebles.
La medida ha generado irritación entre los encargados de esos locales culturales.
Héctor va por la lana.
¿La cultura?
No le importa.
¿Las artes?
Les hace un delicado mohín, en tanto abre las puertas a acontecimientos intrascendentes y de una pobreza cultural evidente.
¿Es esa la política cultural de la IV T?
No lo parece.
La administración estatal ya cumplió con cualquier compromiso con su padrino.
Ahora se debería explorar un reemplazo para tratar de rectificar en el último tramo de la administración estatal.
Es evidente: no pudo con el paquete.
Ahí están los resultados.
Ya basta del turismo cultural del cuasi chilango.
¡Háganle un homenaje y regrésenlo a la CDMX con su séquito de efebos!