ANECDOTARIO.
POR JAVIER ROSALES ORTIZ.
Es un día sagrado, dedicado a todos aquellos que dejan su vida en los
libros, en el diálogo, en la convivencia sana y en el respeto , para
conquistar la admiración del alumnado que se cruza en su camino, el
que aun los recuerda cuando se alcanza la categoría de veterano.
Nadie ignoro ese día, porque eso no se vale, porque cada quien
conserva en su mente la imagen de una maestra y de un maestro,
nuestros segundos padres, quienes siempre nos enseñaron la posición
correcta, el estilo adecuado y la palabra ideal que da lugar a la forma
que debe acompañar siempre a una persona pensante y productiva.
Se trata del Día del Maestro, esos profesionistas que ponen en practica
lo que aprendieron y que tienen por vocación estirar la mano a quienes
lo necesitan y abrirles bien los ojos para que su futuro sea más
cómodo, más confortable.
Si hablamos de la educación básica esto tiene un mérito, porque nadie
mejor que un maestro y una maestra merecen que los miremos con
veneración, porque gracias a su estilo somos su hechura y, orgullosos
estamos.
Por ello ese día muy publicitado las autoridades municipales y
sindicales le dieron vuelo y aun no se borra del rostro de los mentores
la sonrisa y la satisfacción que se siente cuando se está a gusto.
Y fue el dirigente de la sección 30 de maestros en Tamaulipas, Arnulfo
Rodrigues Treviño, y el presidente municipal de Ciudad Victoria,
Eduardo Gattas Báez, quienes se volaron la barda, porque su festejo
no quedo en un sencillo platillo de huevitos con queso, frijolitos y café,
como era la vieja costumbre.
No, ahora los maestros también fueron homenajeados con una rifa que
favoreció a los suertudos, quienes como niños y niñas disfrutaron de un
grato momento, que arranco gritos de jubilo, fuertes ovaciones entre
las cuatro paredes.
Vieron, ellos, los festejados, que una a una se fueron colocando
pantallas de televisión de 50 pulgadas en el escenario y empezó una rifa
que nadie esperaba, porque no se había anunciado.
Fueron diez las pantallas que se rifaron y los ganadores las cargaban
en sus brazos como si fueran un preciado regalo navideño.
Pero todo no quedo allí, vino después otra rifa, que se trataba de cinco
sobres con tres mil pesos cada uno, billetes de diferente denominación
que los ganadores los mostraban sorprendidos y más que complacidos,
porque no se trataba de la clásica quincena.

Se cerró la rifa de sobres pero los maestros pedían más a gritos y se
autorizaron tres, porque de eso a nada, es muy bueno.
Ni Lalo ni Arnulfo perdieron la sonrisa y, menos, los festejados,
porque entre sorpresa y sorpresa perciben que no están solos.
Porque bien que saben, que valen y mucho.
Y si de nivel superior se trata, la Universidad Autónoma de
Tamaulipas también festejo a los suyos y de esa reunión con la primera
autoridad, Dámaso Anaya Alvarado, los mentores recibieron vistosas
computadoras portátiles, con las que se auxiliaran para mejorar las
condiciones laborales.
Junto con los representantes sindicales el rector festejo a las profesoras
y profesores y en su discurso se dijo complacido porque se lograra una
universidad más fuerte y más humana para atender las necesidades del
alumnado y de la sociedad.
Por eso, en general: “No se acaben, profesores”.
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