#DESDELAFRONTERA  

POR PEDRO NATIVIDAD  

En la selva de rumores que habita las redes sociales, la figura del gobernador de Tamaulipas, Américo Villarreal Anaya, ha sido colocada en el centro de una narrativa que mezcla diplomacia, política y especulación. La supuesta revocación de su visa por parte del gobierno de Estados Unidos ha encendido los focos mediáticos, pero hasta ahora, no hay nada más que humo. 

Villarreal fue claro al ser cuestionado por reporteros tras un evento en Tampico: “Yo a título personal no he tenido ninguna notificación en ese sentido”. Con esas palabras, el mandatario trató de frenar el eco de versiones que lo colocan en la misma categoría que a la gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila, quien también fue mencionada en notas de corte similar. 

Pero la pregunta no es sólo si tiene o no visa. La verdadera cuestión es por qué ciertos sectores están tan interesados en instalar esa narrativa. El contexto no es menor: Tamaulipas es una entidad clave en la relación bilateral con Estados Unidos por su frontera, su economía y, sí, también por sus viejos y nuevos fantasmas en materia de seguridad. 

Lo cierto es que, hasta ahora, ni la Embajada ni los Consulados estadounidenses han emitido postura alguna sobre el tema. Es decir, no hay sustento oficial para confirmar las versiones que circulan. Y, sin embargo, el daño político ya está en marcha. Porque en política, a veces basta una insinuación para generar dudas, aunque los hechos no respalden la sospecha. 

CANTUROSAS, NO, PERO SI 

Por años, Carlos Canturosas Villarreal fue uno de los nombres más fuertes en el escenario político de Tamaulipas. Su gestión como alcalde de Nuevo Laredo no pasó desapercibida; al contrario, lo posicionó como uno de los perfiles con mayor proyección en el estado, al punto de perfilarse como un contendiente natural para la gubernatura. 

Sin embargo, su ascenso fue abruptamente interrumpido. El entonces gobernador Francisco García Cabeza de Vaca, en una de las épocas más polarizadas de la política estatal, emprendió una embestida contra Canturosas que derivó en su virtual exilio político. Fueron seis años de ausencia, de bajo perfil, de mantenerse fuera del radar mientras Tamaulipas vivía una reconfiguración política profunda. 

Hoy, como diputado federal y coordinador de los legisladores tamaulipecos en San Lázaro, Carlos Canturosas ha vuelto. Lo ha hecho sin aspavientos, sin discursos rimbombantes, pero con la claridad de quien conoce los tiempos políticos. Aunque asegura -una y otra vez- que no tiene aspiraciones rumbo al 2028 y que su único interés es cumplir con su labor legislativa, la realidad es que su nombre vuelve a estar en boca de muchos. 

«No he andado adelantado, ni pretendo hacerlo. Tampoco me interesa estar en ninguna lista para 2028». Y aunque sus palabras sonaron sinceras, el eco que dejó su mensaje fue otro: Canturosas está, otra vez, en el juego. 

Sus cercanos lo saben y lo dicen en voz baja: Carlos es uno de los favoritos para suceder a Américo Villarreal. Porque lo respalda su experiencia, porque ha demostrado oficio político, y porque incluso sus años de silencio fueron, para muchos, señal de prudencia y no de derrota. 

La política, sin embargo, no siempre se define por declaraciones públicas, sino por los hilos que se mueven en privado. Canturosas dice que no, pero su reaparición, su liderazgo entre diputados, y su cercanía con los 43 municipios del estado lo vuelven a poner en el mapa de quienes miran hacia el 2028. 

Y aunque por ahora niegue toda intención de buscar la gubernatura, lo cierto es que, cuando el momento llegue, su nombre estará en las encuestas, en las mesas de decisión y, posiblemente, en las boletas. Porque en política, como en la vida, hay silencios que dicen más que mil discursos. 

LA COPA DE 11 MIL PESOS 

Por años, el debate sobre el consumo de alcohol y la conducción ha sido uno de los temas más complejos en materia de seguridad vial. En Tamaulipas, el Congreso local ha decidido endurecer su postura: una sola copa podría costar más de 11 mil pesos. ¿Se trata de una verdadera medida preventiva o del preámbulo de otro capítulo de recaudación disfrazada de buenas intenciones? 

Los diputados han aprobado reducir el límite de alcohol en sangre de 0.08 a 0.03 gramos por litro, lo que representa un cambio significativo en la tolerancia hacia el consumo de bebidas alcohólicas entre conductores. El mensaje es claro: tolerancia mínima. Según Víctor García Fuentes, presidente de la Comisión de Salud, la medida no busca recaudar fondos, sino modificar conductas y, sobre todo, salvar vidas. 

Sin embargo, el escepticismo ciudadano es comprensible y necesario. En un país donde la aplicación de la ley con frecuencia se ve empañada por la corrupción y el uso discrecional de la autoridad, cualquier sanción elevada despierta dudas: ¿realmente se implementará con transparencia y con fines preventivos? ¿O veremos operativos como pretextos para extorsiones disfrazadas de seguridad? 

Las multas actuales ya rondan entre los 5 mil y 8 mil pesos, y ahora podrían superar los 11 mil si el vehículo termina en el corralón. Cifras que, para muchos, representan más de un mes de salario. Y es aquí donde se pone a prueba la verdadera intención de la norma: si los operativos son claros, parejos y están acompañados de campañas de concientización y educación vial, puede haber un cambio real. Si no, estaremos ante otro instrumento más para el abuso de autoridad… ¿Qué no?, NOS LEEMOS.  

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