Golpe a golpe

Por Juan Sánchez Mendoza

La austeridad republicana, que tanto proclaman los legisladores federales en aras de reducir el gasto público y aumentar el presupuesto para atender a la población más vulnerable, es un desplante populista que utilizan ellos, los senadores y diputados. Esta vez, para disfrazar un nuevo incremento a sus dietas.

El salario mínimo mensual de un empleado u obrero, alcanza apenas los 8 mil 364 pesos en casi todo el país.

Y en la franja fronteriza es de 12 mil 596 pesos.

Ambos son insuficientes, desde luego, para al menos cubrir la canasta básica alimenticia.

Pero hay otros gastos que enfrenta un asalariado común, como el transporte, la renta o el pago de vivienda, la educación y el vestido; además consultas médicas y medicamentos en caso de necesitarlos, aun cuando se diga que en el sistema de salud ya estamos mejor que en Dinamarca.

Con ese infante salario, todavía tienen que pagar:

Servicios de luz y agua (dizque potable), contribuciones –en caso de contar con vivienda propia–, la internet y la telefonía móvil tan de moda o, tal vez, en este tiempo, harto necesaria.

¿Cómo le hacen? Uf… ésa sí es una gran incógnita, ya que la usura bancaria y comercial, cuando llega a otorgarles algún mini crédito, con los altos intereses sangra inmisericordemente a los asalariados.

En cambio, los diputados federales perciben dietas brutas hasta por más de 150 mil pesos mensuales, además de otros dividendos.

Y una cantidad mayor aún, los senadores.

Los 500 diputados, antes de concluir su segundo período ordinario de sesiones, del primer año de ejercicio de la LXVI Legislatura, se autorizaron un aumento generoso a sus dietas, apoyos a sus actividades distritales y viáticos, donde están contemplados boletos de avión, renta de vehículos automotrices, telefonía, hospedaje y alimentos, que suelen acompañar con bebidas alcohólicas e, incluso, hasta compartir con sus quereres, o algunos ‘detalles’

Un mes previo a ese asalto al erario, lo mismo hicieron los 128 senadores, que ahora ganarán más que la Presidenta de la República, Claudia Sheinbaum Pardo, pues no consideraron justo, para ellos, el incremento del 12% al salario mínimo otorgado recientemente.

Dizque en defensa de los intereses de los tamaulipecos, en el Congreso de la Unión hay 3 senadores, más una agregada que fue impuesta como representante de San Luis Potosí, donde poco la conocen, pero desde allá hace grilla en su ambición por la gubernatura de Tamaulipas.

Y hay también 12 diputados en el Palacio Legislativo de San Lázaro, que supuestamente velan por los intereses de los tamaulipecos.

Ellos son: Imelda Margarita Sanmiguel Sánchez (PAN), Maki Esther Ortiz Domínguez (PVEM) y los morenistas Olga Patricia Sosa Ruiz y José Ramón Gómez Leal.

En la cámara baja, por la alianza partidista en el poder, despachan: Claudia Alejandra Hernández Sáenz, Blanca Araceli Narro Panameño y Adrián Oseguera Kernion, (morena); José Braña Mojica, Carlos Enrique Cantúrosas Villarreal, Casandra Prisilla de los Santos Flores y Mario Alberto López Hernández (PVEM); además, por el PT, Olga Juliana Elizondo Guerra.

También cuatro albicelestes: Blanca Leticia Gutiérrez Garza, Jesús Antonio Nader Nasrallah, César Augusto Rendón García y César Augusto Verástegui Ostos.

De toda esa docena, no he sabido que ninguno atienda territorialmente labores de gestoría para beneficio de sus representados –incluida la que a SLP dice representar–, ni menos que abone al desarrollo de Tamaulipas.

Por el contrario, se la pasan grillando, haciendo futurismo con miras a los procesos electorales, aún lejanos, del 2027 y 2028; igual que turismo preelectoral, como la senadora Sosa Ruiz.

Los opositores a la cuarta transformación, descalifican todo lo que tenga que ver con morena.

Y los morenistas y sus aliados, por su parte, tratando de caerles bien, con ocurrencias, a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y al gobernador Américo Villarreal Anaya, para estar en su ánimo desde ahora y hasta el momento de las decisiones.

Por vía de mientras, se auto incrementaron sus percepciones y, según se ve, van por más. Es decir, no llenan.

Y hasta eso, sin rendirle cuentas a nadie. Lo que confirma que su defensa a la austeridad republicana sólo es de dientes hacia fuera.

¿Habrá quien opine lo contrario?

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