CONFIDENCIAL
Por ROGELIO RODRÍGUEZ MENDOZA.
La diputada local de Morena, Blanca Anzaldúa Najera, se adelantó al calendario sindical. Aún faltan muchos meses para que se convoque a la renovación del comité seccional del SNTE, pero ella ya anda de gira no tan magisterial.
Dicen que el que madruga Dios lo ayuda, pero en política sindical eso es tan relativo como peligroso. Porque si bien la anticipación puede ser estrategia, también puede ser el principio de un desgaste innecesario y prematuro.
Blanca no lo dice, pero tampoco se esfuerza por disimularlo. Su activismo es el de una candidata en campaña. Reuniones, fotos con profes, entrevistas a modo… y hasta cierta operación mediática que parece diseñada para sembrar simpatías y despejarle el camino a la secretaría general de la Sección 30.
El problema es que no está sola en la pista. Muy por el contrario, hay fila. Y no es corta. Ahí están formaditos —esperando turno y cuidando sus tiempos— Ulises Ruiz Pérez, el secretario particular de Arnulfo Rodríguez Treviño, José Abelardo Ibarra Villanueva y Naif José Hamscho Ibarra, entre otros. Todos ellos con estructura, base y, sobre todo, con heridas abiertas de la elección pasada.
Cada uno con su historia, pero todos con algo en común: no van a dejar que una diputada, por muy guinda que sea, les arrebate una candidatura que consideran legítimamente suya. No sin pelea.
Y es que, aun en los tiempos del voto corporativo, cuando la dirigencia se decidía en oficinas refrigeradas y no en urnas transparentes, las cosas nunca fueron fáciles. Los maestros siempre han sido renuentes a las imposiciones. Son disciplinados, sí, pero no borregos.
Hoy, con el voto libre, secreto y directo, las reglas cambiaron. Y el sindicalismo magisterial en Tamaulipas también. Ya no basta con ser amiga del gobierno en turno o tener palancas en el Congreso. Ahora hay que convencer a miles de docentes, uno por uno, sin línea, sin dedazo, sin compromisos negociados en lo oscurito.
A eso súmele que el liderazgo de Arnulfo Rodríguez Treviño está más desgastado que una banca escolar de secundaria. Su voz ya no arrastra, sus decisiones ya no imponen, y su apoyo pesa tanto como un dictado en preescolar. Si alguien piensa que Arnulfo podrá dejar sucesor, está viviendo en el 2005.
Así que Blanca, aunque traiga trayectoria difícilmente encontrará eco entre los maestros que no la ven como una de ellos, sino como una política que, de pronto, redescubrió sus raíces docentes justo cuando hay hueso sindical en el horizonte.
¿La motivan buenas intenciones? Puede ser. ¿Le vendieron humo con promesas de apoyo y estructura? También es posible. Lo cierto es que quien le aseguró que puede con la Sección 30, o la engañó con dolo o es igual de ingenuo que ella.
Pero no se le puede negar el derecho a soñar. Aunque hay sueños que en política no solo duermen: también cuestan.
Y en esta ruta hacia el 2026, donde lo que estará en juego no será un curul sino el control de una de las estructuras más influyentes del estado, los errores se pagan caro. Muy caro.
Porque el SNTE no es el Congreso. Y las y los profes no votan por línea, votan por convicción. La diputada debería saberlo… si es que no lo ha olvidado.
ASI ANDAN LAS COSAS.