Golpe a golpe
Por Juan Sánchez Mendoza
El oficio político de un individuo se caracteriza por saber dialogar, concertar y respetar la opinión de sus semejantes, aunque difiera en conceptos. Pero estas tres cualidades no se le dan al presidente de la Junta de Gobierno de la LXVI Legislatura del Congreso local, Humberto Armando Prieto Herrera.
Por el contrario, en su actuar se muestra soberbio, petulante y grosero al menospreciar el quehacer legislativo de sus pares.
De ahí que asome descontento en el rebaño legislativo de Movimiento Regeneración Nacional (morena) que hoy pastorea el ex panista porque se pasa por el arco del triunfo los principios partidistas.
+ No robar, dicta el primero, que podría atribuírsele en contra, pues no ha justificado aún el gasto que, supuestamente, hizo en comunicación para divulgar el quehacer legislativo;
+ No mentir, reza el segundo, que tampoco acata al presumir que todo funciona bien en el Congreso, cuando la realidad exhibe lo contrario; y
+ No traicionar, que incumple fiel a su costumbre, llevando al pleno de manera frecuente puntos de acuerdo y/o iniciativas que él sabe legalmente son improcedentes o una pantomima para justificar el fracaso legislativo en favor del clan García Cabeza de Vaca, al que sirviera abiertamente durante al menos dos décadas.
Como pastor legislativo, Prieto Herrera se ha portado grosero también con diputados de morena. Incluso con algunos alcaldes del mismo partido.
Los casos más concretos son El Mante, Jaumave y Matamoros, pues ante ellos ha dejado un sentir elitista, como bien podrían confirmarlo Martha Patricia Chio de la Garza, Manuel Báez Martínez y José Alberto Granados Favila.
En el Congreso local hay 36 diputados él incluido: 24 de morena como grupo parlamentario; 7 del PAN, 2 de MC, uno del PT, otro del PVEM y una priista.
Prieto Herrera aparece como presidente de la Junta de Gobierno, pero no por atender los postulados del membrete guinda, al que se alió hace +/- un lustro, sino por recomendación, supongo, ya que durante cerca de dos décadas militó en el Partido Acción Nacional (PAN), donde fue coordinador de Acción Juvenil en Reynosa; y secretario de Acción Juvenil en el estado.
Igual, representando al PAN, Humberto Armando fue diputado federal por el II distrito electoral federal, con cabecera en Reynosa.
El ocho de febrero de 2019, tras darse cuenta que nunca cumpliría su sueño de ser alcalde del municipio fronterizo en que está avecindado –al menos, no por el PAN–, debido al cacicazgo político de Maki Esther Ortiz Domínguez, presentó su renuncia al membrete albiceleste para, dos años después, jugar por morena como candidato a diputado local por el Distrito VII; y en 2024 resultó reelecto.
Esa separación del PAN, sorprendió a la clase política de Reynosa, ya que Prieto Herrera siempre estuvo al servicio de clanes familias potentados del albiceleste, representados por Francisco Javier García Cabeza de Vaca y Maki, con quienes hizo negocios no sólo de manera personal, sino igual entre familias.
Lo considero porque:
El papá de Humberto Armando, José del Carmen Prieto Valenzuela, fue secretario de Desarrollo Urbano y Ecología en el municipio de Reynosa en la administración de Francisco Javier García Cabeza de Vaca (2005-2007)
Pero un año antes de asumir ese cargo, fundó la empresa Humayna Construcciones, S. A. de C. V., en la que Prieto Herrera despachara como gerente administrativo.
A esa constructora, entre 2018 y 2022, cuando Humberto ya estaba con morena, la entonces alcaldesa (Maki) y su sucesor (Carlos Víctor Peña Ortiz) le asignaron contratos hasta por más de 42 millones de pesos.
Antes, en Nuevo Laredo, durante el ejercicio edilicio de Enrique Rivas Cuéllar, a la empresa familiar de Prieto se le otorgaron obras hasta por 43 millones de pesos.
Era la época en que todo ese grupo de panistas jugaban unidos y bajo la línea dictada por los García Cabeza de Vaca.
¿Y por qué se dio el rompimiento?
Hay diversas hipótesis, pero todas coinciden en la traición.
Esto, si consideramos que solo los amigos y socios traicionan.
Pero eso es otro tema.
Aquí lo riesgoso del asunto para el avance de la cuarta transformación en Tamaulipas, es el caos que empieza a sentirse en el Congreso local.
Y es que en la sede legislativa asoman varias tribus, entre los mismos morenistas, lo que ha entorpecido acuerdos y la aprobación de leyes sin razón de ser. Nomás para darle gusto al pastor legislativo o, de plano, a quienes podrían seguirle dictando órdenes desde la oposición.
Lo cierto es que Prieto Herrera ha perdido el respeto de sus pares.
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