Victoria y Anexas/Ambrocio López Gutiérrez/
La relación establecida entre madre e hijo es uno de los pilares más importantes para el desarrollo del ser humano. Durante los primeros años de vida, los niños son especialmente vulnerables y requieren un ambiente adecuado para su crecimiento físico, emocional y cognitivo. La situación de las madres privadas de la libertad y sus hijos menores de tres años se constituye como un desafío para el bienestar de los menores, pero también plantea una reflexión profunda sobre las políticas penitenciarias, los derechos humanos y el apoyo que se brinda a este grupo tan vulnerable en el contexto de México, particularmente en Tamaulipas (UAT).
En este ensayo elaborado por Ximena Alvarado Hernández, alumna de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, se aborda la situación en la que las madres tamaulipecas privadas de la libertad ejercen la maternidad con sus hijos menos de tres años, tomando un enfoque en aspectos educativos, psicológicos, sociales y legales que afectan a las madres tanto como a sus hijos. También, el impacto de estos factores en el desarrollo infantil a corto y largo plazo, es decir, la influencia del ambiente en el que se desenvuelven en la primera infancia. Además, se plantea la importancia de políticas públicas que garanticen los derechos de las madres y sus hijos, haciendo especial énfasis en los programas existentes en Tamaulipas y en México en general.
México presenta una de las tasas más altas de encarcelamiento en América Latina, con un sistema penitenciario colapsado que enfrenta múltiples deficiencias, tales como la sobrepoblación, la violencia, y la falta de recursos suficientes para la rehabilitación de los internos. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), una parte significativa de las mujeres encarceladas son madres de familia, y una fracción de ellas tiene hijos menores de tres años que aún viven con ellas dentro del sistema penitenciario. Este fenómeno se concentra en muchas entidades del país, incluyendo Tamaulipas, donde los índices de criminalidad y la lucha contra el narcotráfico han generado una creciente población de mujeres privadas de libertad.
En 2020, de acuerdo con el Censo Penitenciario Nacional realizado por la Secretaría de Gobernación, en México había aproximadamente 11,000 mujeres en prisión, de las cuales una proporción importante era madre de hijos menores de edad. Actualmente, en Tamaulipas, ante la situación de inseguridad y violencia que enfrentamos día con día, el número de mujeres privadas de la libertad ha incrementado. Sin embargo, la Ley Nacional de Ejecución Penal establece en sus artículos 0, 36 y 4 que las mujeres privadas de libertad tienen derechos y obligaciones en relación con sus hijos. Algunos de estos derechos son: Derechos de las mujeres privadas de libertad.
DERECHO A LA MATERNIDAD y lactancia. Derecho a contar con instalaciones y artículos para una estancia digna y segura. Derecho a conservar la guardia y custodia de sus hijas o hijos menores de tres años. Derecho a que se les provea alimentación adecuada y saludable, educación inicial, vestimenta, atención pediátrica, e instalaciones adecuadas para que reciban la atención médica. Por otra parte, el estado tiene algunas obligaciones penitenciarias, como: Garantizar el interés superior de la niñez. Proporcionar las condiciones de vida que garanticen el sano desarrollo de los hijos. Asegurar las necesidades de higiene, esparcimiento, educación, atención médica y alimentación adecuada y saludable de los hijos. Establecer los criterios para garantizar el ingreso de los hijos de las mujeres que deseen conservar la custodia.
En otras palabras, las mujeres privadas de la libertad tienen derecho a ejercer la maternidad de manera digna, así como también que los infantes cuenten con los recursos necesarios para satisfacer sus necesidades. Actualmente, existen diversas instituciones que velan por hacer cumplir los derechos y obligaciones de las niñas y los niños. El Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes, fue mandatado por la Ley General de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de 2014 a efecto de que el Estado (los tres órdenes de gobierno) cumpla con su responsabilidad de garantizar la protección, prevención y restitución de los derechos humanos de niñas, niños y adolescentes que hayan sido vulnerados. (Art 1. Fracción III, LGDNNA).
El Comité de los Derechos del Niño de la ONU insta al Estado a implantar sin demora el Sistema Nacional de Protección Integral y a velar por que cuente con los recursos humanos, técnicos y financieros necesarios para su correcto funcionamiento en los ámbitos federal, estatal y municipal. En la Crianza de Niños Menores de Tres Años en el Contexto Carcelario, la relación entre una madre y su hijo es crucial durante los primeros años de vida, pues es cuando se configuran aspectos esenciales del desarrollo emocional, cognitivo y físico. Cuando una madre es privada de la libertad, este vínculo se ve afectado por el contexto adverso del ambiente penitenciario. En el caso de los niños menores de tres años, quienes aún dependen completamente de sus madres para satisfacer sus necesidades básicas, la situación se vuelve aún más compleja, sostiene la estudiante de la Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades (FCEH).
XIMENA ALVARADO agrega: La mayoría de los niños que nacen dentro del sistema penitenciario o que acompañan a sus madres tras ser encarceladas, se ven privados de la posibilidad de disfrutar de un ambiente adecuado para su crecimiento. Las condiciones carcelarias suelen ser precarias y no están diseñadas para promover el bienestar de los menores. A menudo, los espacios destinados a los niños son inadecuados, la alimentación y atención médica son limitadas, y la seguridad emocional de los menores puede verse comprometida debido a la violencia y el estrés que caracteriza a muchas prisiones en México. Por otro lado, la interacción constante con su madre dentro del sistema penitenciario no garantiza el adecuado desarrollo de los niños.
Aunque la presencia materna es fundamental, la sobrecarga emocional y las tensiones derivadas de la vida en prisión pueden afectar la capacidad de las madres para brindar un cuidado óptimo. La privación de libertad también impide que las madres accedan a servicios educativos, psicológicos y de apoyo emocional, lo que repercute en su habilidad para proporcionar un entorno estable para sus hijos. Los retos que enfrentan las madres privadas de libertad en Tamaulipas son diversos y profundos. En primer lugar, existe una clara dificultad para brindarles a los niños un ambiente saludable y seguro. Los menores, en muchos casos, crecen en un contexto que no favorece su bienestar, pues, si bien pueden recibir el amor y el cuidado de su madre, carecen de acceso a una educación formal adecuada, a una alimentación balanceada y a la estabilidad emocional que se requiere en las primeras etapas de la vida
El impacto psicológico en los niños menores de tres años que crecen en el contexto de una prisión es un tema de gran relevancia. En los primeros años de vida, los niños dependen en gran medida de la figura materna para desarrollar un apego seguro, fundamental para su bienestar emocional a largo plazo. El apego seguro se forma cuando el niño siente que su madre está disponible, sensible a sus necesidades y afectuosa. Sin embargo, cuando las madres están privadas de libertad, es común que la relación madre-hijo se vea alterada, ya sea por la separación o por el estrés y la sobrecarga emocional que sufren las madres dentro del sistema penitenciario.
ADEMÁS, LA EXPOSICIÓN de los niños a un ambiente violento y lleno de tensiones emocionales puede derivar en un aumento de los niveles de ansiedad y estrés en los menores. Esto puede tener efectos negativos en su desarrollo emocional y cognitivo, lo que se traduce en posibles dificultades en su socialización, aprendizaje y autorregulación en el futuro. A largo plazo, los niños que crecen en este tipo de ambientes pueden enfrentar una mayor probabilidad de desarrollar trastornos emocionales, conductuales y de aprendizaje, y corren un riesgo elevado de ser víctimas de maltrato o negligencia. La falta de un entorno saludable puede afectar su capacidad para formar relaciones estables y saludables en su vida adulta, destacó la joven universitaria.
Los niños y las niñas cuyas madres están privadas de su libertad pueden experimentar dificultades psicológicas y sociales. También pueden sufrir carencias alimentarias, de sanidad e higiene, y de ventilación adecuada. Dificultades psicológicas. Ansiedad ante la separación. Estrés. Depresión. Dificultades para la autorregulación. Dificultades para la regulación social. Dificultades para la autoestima. Dificultades sociales. Vivir bajo las restricciones y normas que viven sus madres y que son propias de un centro penitenciario. No tener pleno desarrollo ya que no viven en condiciones de dignidad. Sufrir carencias alimentarias, de sanidad e higiene, de ventilación adecuada.
Desafíos Legales y Políticos en Tamaulipas. A pesar de que en México existen normativas que garantizan los derechos de las madres privadas de libertad y de sus hijos, como la Ley General de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes y las recomendaciones del Comité contra la Tortura de las Naciones Unidas, la implementación efectiva de estas leyes enfrenta múltiples barreras. En el caso de Tamaulipas, las políticas públicas relacionadas con las madres privadas de libertad con hijos menores de tres años siguen siendo insuficientes y, en muchos casos, ineficaces para asegurar que los derechos de los niños sean plenamente respetados.
EN EL REPORTE DE investigación se precisa: Aunque algunas prisiones en Tamaulipas han implementado programas específicos para madres y niños, tales como espacios destinados a la crianza dentro de la cárcel, el acceso a estos programas es limitado y depende de la disponibilidad de recursos. Además, el sistema de justicia penal sigue siendo un obstáculo para garantizar la reinserción social de las madres, lo que prolonga innecesariamente el tiempo que los niños deben pasar en la prisión. Uno de los principales problemas que enfrentan estas madres es la falta de espacios adecuados dentro de los centros penitenciarios para convivir con sus hijos.
La estructura carcelaria en Tamaulipas, como en muchas otras entidades de la república mexicana, sigue siendo rígida y con pocas alternativas que integren el cuidado infantil. Las madres que logran mantener a sus hijos con ellas deben convivir con condiciones de hacinamiento, falta de privacidad y escasez de recursos materiales y emocionales. La experiencia de vivir bajo estos términos puede afectar tanto a las madres como a los hijos, quienes, a pesar de estar al lado de su madre, no pueden acceder a los recursos y estímulos necesarios para su desarrollo.
Alternativas de Mejora. Existen en Tamaulipas algunos avances en cuanto a las políticas públicas que buscan mejorar la situación de las madres privadas de libertad. La Ley General de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, así como la Ley Nacional de Ejecución Penal, reconocen el derecho de los niños a vivir en un entorno familiar, y promueve la posibilidad de que las madres reclusas puedan mantener a sus hijos dentro de los centros penitenciarios hasta los tres años. Sin embargo, la implementación de estas leyes en la práctica es desigual, y muchas veces los recursos disponibles no son suficientes para garantizar un entorno seguro y saludable para los menores.
EN TAMAULIPAS, algunos centros penitenciarios han intentado integrar programas de apoyo para las madres y sus hijos, tales como el acceso a talleres de crianza, programas de educación básica y espacios adecuados para el esparcimiento infantil. No obstante, estos esfuerzos no son sistemáticos ni universales, y dependen de la administración de cada penal, lo que genera disparidad en la calidad de los servicios ofrecidos. Una alternativa que se ha propuesto es el fortalecimiento de los programas de reinserción social que incluyan un componente específico para madres privadas de libertad. Estos programas podrían ofrecer apoyo psicológico tanto a las madres como a los niños, y garantizar que las madres puedan acceder a espacios de capacitación. Asimismo, se podría trabajar en la creación de más centros penitenciarios que cuenten con infraestructura adecuada para permitir que los niños permanezcan con sus madres, sin que esto interfiera con el desarrollo de su educación y su bienestar general.
En su informe de investigación Ximena insiste: La crianza de hijos en el contexto de la privación de libertad es un desafío enorme para las madres en Tamaulipas. La falta de recursos, la escasa atención a las necesidades de los niños y el aislamiento social generan una situación complicada para el desarrollo físico y emocional de los menores. No obstante, existen oportunidades para mejorar la situación de las madres reclusas y sus hijos a través de la implementación de políticas públicas eficaces, programas de apoyo y la mejora de las condiciones en los centros penitenciarios. Solo a través de un enfoque integral que considere tanto los derechos de las madres como los de los hijos se podrá garantizar que la privación de libertad no sea un factor que limite las oportunidades de desarrollo de las futuras generaciones.
Bibliografía: Giacomello, Corina, autor, autor de prefacio Niñas y niños que viven en prisión con sus madres: una perspectiva jurídica comparada / Corina Giacomello; [presentación Ministro Luis María Aguilar Morales, prefacio Corina Giacomello].– Primera edición. — Ciudad de México, México: Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2018. 1 recurso en línea (208 páginas). — (Serie derechos humanos; 5). Ley general de los derechos de niñas, niños y adolescentes. Ley Nacional de Ejecución Penal. SIPINNA. Sistema Nacional de Protección Integral de Niños, Niños y Adolescentes. Reglas de Bangkok (Reglas de las Naciones Unidas para el tratamiento de las reclusas y medidas no privativas de la libertad para mujeres delincuentes).
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