Reflector/ Gilda R. Terán.
Después de más de 20 años añorando un icono que restaure la fe, se entregó a los tultecos
una monumental cruz, que recuerda los principios del cristianismo, por fin el sueño se hizo
realidad.
En este sentido el gobernador Américo Villarreal Anaya, se apersonó en el pueblo mágico
de Tula, para entregar la Cruz de la esperanza, a los habitantes de ese legendario municipio
con muchas historias por contar.
Este icono de la fe, está enclavado justamente en el Cerro de La Cruz, tiene una altura de
más de 30 metros, se busca fomentar los valores de la religión y que además sea un destino
turístico conocer esta monumental Cruz de la Esperanza.
Es así que la Secretaria de Turismo sigue trabajando para promover pueblos mágicos y sus
historias que invitan a conocer las raíces ancestrales de la región tamaulipeca, y de esta
forma el turismo siga creciendo con toda la bellezas naturales de la entidad.
Además hay que reconocer la belleza de pueblos como Tula, y en honor a la verdad es una
ciudad mágica y cargada de historia, que ha visto emanar a hombres y mujeres valientes,
forjadores de la patria en distintos momentos.
Pues fue cuna de Carmen Romero Rubio quien fuera la segunda esposa de Porfirio Díaz,
también ahí nació el ilustre tamaulipeco Alberto Carrera Torres, que ofrendó su vida en
aras de la Revolución Mexicana, quien provenía de una familia formada por una mujer de
temple de acero y patriota que formó hijos para defender los derechos del pueblo, la
democracia y la libertad
Y es que en este lugar de ensueño, se privilegia de tener grandes artesanos, quienes crearon
una prenda elaborada de piel curtida y que nos identifica mundialmente; La Cuera
Tamaulipeca; confeccionada por primera vez en 1915, siendo la primera pieza discreta y
sencilla, semejante a los cotones de los indios americanos.
Pero en 1917, el General Carrera Torres, pidió que le confeccionaran una prenda con más
barbas y más colorida, por lo que surgió la idea de plasmar en ella flores y plantas del
desierto.
Fue hasta el ejercicio gubernamental de Norberto Treviño Zapata,(1957–1963) quien
sugirió que la cuera tamaulipeca, por su belleza y originalidad, se adoptase como el traje
típico representativo de nuestra patria menor, adicionando en la espalda el escudo de
Tamaulipas.
Cabe destacar que dentro del municipio de Tula, está El Cuizillo, que es una pirámide
prehispánica considerada única en su estilo y la más grande de Tamaulipas; y que
constituye un espacio interesante para visitar y conocer los orígenes de nuestros
antepasados.
También se puede disfrutar de La Laguna, es otro lugar importante y atractivo porque es
una zona de entretenimiento para los habitantes de la región y los visitantes. Por lo que
Tula se manifiesta orgullosa de su pasado y de su presente lleno de promesas, progreso y
cultura. Su bello clima, sus mujeres chapeadas y sonrientes hacen marco a una ciudad
donde el tiempo transcurre sin tocar con su estrepitoso correr, la maravilla del ambiente.
Pues el repiquetear de las campanas de la Iglesia, parecen ser voces de otros tiempos, que
cantan orgullosas del ayer. Sus calles angostas y empedradas del centro, se inundan de
recuerdos e imágenes donde se amalgaman todos los tiempos, pero sin perder el sabor
provincial que es una delicia.
Y es que en este lugar, son tierras de hombres y mujeres de ley, donde alegres vibran en el
viento, las notas vivas, melancólicas o románticas del huapango y la polka que bajo frescas
enramadas, ponen música a los sentimientos del pueblo tulteco e improvisando con una
guitarra en la mano, versos cantados, inmortalizan a sus gentes y sus sentires, por lo que
Tamaulipas tiene mucho para seguir cautivando con estos pueblos, que representan el
tiempo del ayer.
Nos vemos hasta la próxima.
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