Reflector/ Gilda R. Terán.
Quien no se deleitó en su infancia, con el vaivén de joyas musicales como “la patita”, “Allá
en la fuente”, “Caminito de la escuela”, “La marcha de las letras” solo por mencionar
algunas, del legado musical del grillito cantor.
Y a pesar de que Francisco Gabilondo Soler, a sus diez años de edad enfrentó adversas
situaciones como asimilar el fallecimiento de hermanos pequeños, el divorcio de sus
padres, una economía restringida, el vivir en internados y tomar la decisión de establecerse
con su papá, su infancia giró en torno a su abuela, la fantasía y la naturaleza, a quienes años
después dedicaría tantas canciones.
Él se consideraba hombre metódico y autodidacta; indagó en diversas áreas del
conocimiento siendo la astronomía la ciencia que realmente lo atrapó, siendo adolescente
optó por en los deportes, incursionó en el boxeo, la natación y la tauromaquia.
Cuando tenía 19 años decidió aprender música; pidió permiso para estudiar en la pianola de
unos baños públicos de Orizaba en la que accionaba el mecanismo, se fijaba en dónde
bajaban las teclas y ponía los dedos en ese lugar hasta que, a fuerza de practicar, dominó el
teclado y se convirtió en pianista.
Y fue un 15 de octubre de 1930, cuando interpretó, únicamente con voz y piano, sus temas
El chorrito, Bombón I y El ropero, y esto fue el inicio de un programa de radio que se
mantuvo al aire durante casi veintisiete años, a pesar de que Francisco creía que sólo
duraría algunas semanas.
Y así empezó esta historia de amor por los niños, creando rolas como Ché araña, La patita,
El jicote aguamielero, Jota de la J, El ropavejero, La banda del pueblo, El ratón vaquero,
Caminito de la escuela, Teté, Acuarela, Marina y Pico peñón, entre muchas otras.
Y hoy por hoy, no pasa desapercibido para el Gobierno del estado, homenajear a los reyes
de las casa, es por esta razón que el Museo Regional de Historia, ofrecerá un Concierto
denominado “Cantos de la infancia, recordando a Cri Cri”.
La cita este miércoles 30 de Abril a las 17:30 horas en el auditorio de este Museo, y quienes
nos deleitaran con su voces magistrales será el Coro Comunitario “El Cuerudo” que hará de
las suyas para traer nuevamente el alma del niño, con estas melodías infantiles.
“LA MÚSICA ES PARA EL ALMA LO QUE LA GIMNASIA PARA EL CUERPO”.
Mucha razón, tenía el filósofo Platón, con su máxima sobre la música, y es que en estas
artes se destaca esta disciplina, porque fortalece la estructura necesaria para llevar a cabo
procesos, genera en nosotros la constancia y la necesidad de concluir tareas, ya que ayuda a
desarrollar el hábito de terminar lo que empezamos.
También infunde tolerancia y paciencia, virtudes que cada día se vuelven escasas en nuestra
sociedad, también nos enseña a controlar la frustración, a fortalecer la voluntad, a valorar el
esfuerzo necesario para alcanzar nuestros objetivos.
Consideremos que el llevar a los niños a la cultura musical donde, de manera lúdica,
aprendan, se diviertan y se estrechen más los lazos de amistad, fraternidad, respeto,
empatía y amor por el prójimo entre otras cosas; es un acto de bondad y de empatía para
cultivar valores en su corazón.
Pero eso que resulta por demás natural, que se produzca sorprendentes mecanismos
neuronales, es por eso que desde las neurociencias nos hacemos muchas veces esta
pregunta: ¿qué le hace la música a nuestro cerebro?
Verá usted, escuchamos música desde la cuna o, incluso, en el período de gestación, los
bebés, en los primeros meses de vida, tienen la capacidad de responder a melodías antes
que a una comunicación verbal de sus padres.
Y es que el efecto tonificador de los sonidos musicales suaves los relaja, se sabe, por
ejemplo, que niños prematuros que no pueden dormir; son beneficiados por los latidos de
la madre o sonidos que los imitan.
Además de está considerada entre los elementos que causan más placer en la vida, libera
dopamina en el cerebro, proporcionando etapas placenteras de bienestar, en donde se
impulsa la creatividad.
Pero la música también parece ofrecer un nuevo método de comunicación arraigada en
emociones, investigaciones muestran que lo que sentimos cuando escuchamos una pieza
musical es muy similar a lo que el resto de la gente en el mismo lugar está experimentando,
es por eso que se traspasa fronteras.
Por eso las melodías, en muchos de los casos, pueden trabajar en nuestro beneficio a nivel
individual, al modular el estado de ánimo e incluso la fisiología humana, de manera más
eficaz que las palabras, en si la música es un bálsamo emocional, y espiritual.
Y es que los seres humanos convivimos con la música en todo momento, es un arte que nos
hace disfrutar de tiempos placenteros, nos estimula a recordar hechos del pasado, nos hace
compartir emociones en canciones grupales, conciertos o tribunas deportivas, haciendo
honor a este adagio que dice “La música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo”.
Nos vemos hasta la próxima.
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