La Comuna
José Ángel Solorio Martínez
MORENA-TAM está destruido en Tamaulipas. Desde el 2018, triunfo de Andrés Manuel López Obrador, es un proyecto inacabado, por no decir completo desastre. Las elecciones han sido ganadas por la fuerza central del presidencialismo que generó AMLO en el país, con su liderazgo y sus políticas sociales.
Su palabra fue ley durante su sexenio.
Más del 70 por ciento de aceptación respaldó todos sus proyectos de nación.
En la localidad las dirigencias partidistas no lograron consolidarse; su trabajo no generó dinámicas sociales representativas. Su parálisis más bien creó un vacío sociopolítico que permitió a la hegemonía de los poderes, se expresaran en las diversas regiones.
La sociedad no tomó el partido ni sus estructuras en sus manos; dejó que la autoridad en sus diversas expresiones la avasallara, la minimizara, en una herramienta que debió hacer suya.
Ese pernicioso fenómeno social es mayoritario en toda geografía tamaulipeca.
No se puede hablar de la red de la autoridad emanada de un partido –MORENA en este caso–. Se debe hablar, de una red de autoridad que desplazó a un partido.
En efecto: el partido como ente de deliberación colectiva –y de legitimación social–, pasó a ser un instrumento para la obtención del poder de las familias y los clanes políticos normalizando la ilegitimidad.
Esa forma de acenso al poder está haciendo crisis en nuestro estado.
Reynosa y Matamoros, son dos ejemplos que ilustran ese quiebre institucional.
Makyito Ortiz en tierras reynosenses y Beto Granados, enfrentan esas contradicciones. Uno y otro, están en el vendaval que ellos mismos crearon: manifestaciones de un creciente rencor popular y de un evidente desequilibrio en los tejidos de autoridad.
No llegaron con la anuencia del partido, ni por sus ascendencias sociales; llegaron por que tuvieron dinero, para la compra de sus candidaturas. Obtuvieron la aceptación ciudadana, por los vítores de miles de ciudadanos comprados y no por la aceptación de los diversos grupos ciudadanos.
Makyito enfrenta una inconformidad popular incontrolable, que amenaza con ocupar los espacios dejados por los partidos en la ciudad; y Granados, encara la acelerada pérdida de legitimidad por la larvaria –dentro de otras causas–, expresión partidista matamorense.
Esa forma de tomar el poder les hizo menospreciar las dinámicas partidistas. Esa es una de las explicaciones, para comprender ese desplazamiento e inhibición partidista. El CEN de MORENA, en ese gigantesco hoyo negro, actuó como una gran abarrotera: vendió candidaturas al mejor postor.
Yeidckol Polevnsky y Mario Delgado, colaboraron con sus desviaciones para producir el despojo partidista que ahora vemos en todo el territorio nacional.
Vendieron el poder, a sujetos cuyo mayor interés era recuperar el dinero invertido y no en la creación de un partido auxiliar de la gobernanza.
En Tamaulipas, al menos: se ve complicado la separación del poder económico del poder político.