AGENDA FRONTERIZA HUMBERTO GUTIÉRREZ

        

Estoy feliz porque estoy vivo, estoy sano y saludable y gozo vivir.

Me salgo de lo cotidiano, haciendo mi presentación.

Mi acta de nacimiento dice que nací el 18 de abril de 1952 en la ciudad de Reynosa, cumplo 73 años.

Escribo esta colaboración con cierta nostalgia, afloran los sentimientos, los recuerdos de mi niñez, de la vida de estudiante en sus etapas, primaria, secundaria, preparatoria, profesional, mis comienzos, mi matrimonio que llego a los 50 años, las anécdotas que nunca faltan en mi vida, vivencias de mi vida de joven y de maduro, mis éxitos y mis desalientos cuando las cosas no salían bien por causas externas, mi vida dedicada a trabajo creativo y perfeccionista.

Aprendí a nadar a contracorriente, abrir brecha en la vida, maestro universitario, Contador Público en constante lucha por ser mejor como padre, esposo, maestro, profesionista.

Mi embolia a los 52 que no pudo derrumbarme, ya casi 22 años.

Aquí estoy con 73 abriles activo, con muchísimas vivencias, historias y testimonios que me impiden volver y cambiar.

Me he propuesto comenzar a cambiar el final, el parteaguas fue el accidente cardiovascular del 18 de octubre de cuando tuve 52.

Sin importar la intensidad de la lluvia, tengo la suficiente paciencia para esperar a que cese, han pasado más de veinte años, pero sé, bien qué ningún mal tiempo dura para siempre.

En Viernes Santo es mi cumpleaños.

Existe un Dios que todo lo ve, y todo lo juzga.

Con motivo de Semana Santa:

No sé quién es el autor, pero le salió del alma, se los quiero compartir.

¡¡ Disfrútenlo!!!

Que si nació hoy, que si nació ayer, Que si nació aquí, que si nació allá. Que si murió a los 33, que si murió a los 36. Que cuántos clavos, que cuántos panes y pescados…….

Que si eran reyes, que si eran magos. Que si tenía hermanos, que si no tenía.

Yo lo único que sé, es que…. A mí me tomó de la mano cuando más lo necesitaba…… Me enseñó a sonreír y a agradecer por las pequeñas cosas..….Me enseñó a llorar con fuerzas y a dejar ir……Me enseñó a despertarme agradecido y a acostarme con la cabeza tranquila…..Me enseñó a abrazar al que me necesita…….Me enseñó mucho, me enseñó todo. Me enseñó a quererme. A querer a quien está al lado y a ofrecer la mano amiga……Me enseñó, que un gracias, o un perdón lo pueden cambiar todo……. Me enseñó cuánto me ama a través de lo que yo amo a mi familia, a mis amigos.

Me enseñó que los milagros si existen.

Me enseñó que, si yo no perdono, soy yo el que se queda prisionero, y para perdonar primero tengo que perdonarme.

Me enseñó que no siempre se recibe bien por bien, pero que actúe bien a pesar de todo.

Me enseñó a confiar en mí.

Me enseñó a buscarlo adentro y no afuera.

Me enseñó que solo vengo por un tiempo, y solo ocupo un lugar pequeño. Y me pidió que sea feliz y viva en paz, que me esfuerce cada día en ser mejor.

Gracias Jesús, por estar en mi vida y enseñarme a vivirla.

Este mensaje lo tenía guardado para un día especial. Hoy y cumplo 73 años y me puedo dar el lujo de contarlo. Voy a escribirla como testimonio de vida espiritual.

Gracias a la vida, a mi familia, mi madre, esposa, hijos y nietos, a los amigos –hermanos por adopción de la generación, a mis viejos amigos de la vida que igual que yo……….. seguimos.

Gracias DIOS…… sé que fuiste TU.

Me siento muy afortunado de contar con todos ustedes, y conocer de sus buenos deseos, habla de un acto de amor correspondido…. Muchas gracias a todos, otra vuelta a sol y con todos ustedes…. GRACIAS..

Los ejemplos y actitudes aprendidas de mis mayores, me dejaron una enseñanza de vida que me resulta imposible dejarla. Existe un poema de Gabriela Mistral que me cae, como anillo al dedo, ha sido mi forma de actuar. Es parte de mi vida.

«Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú”.

“Donde haya un error que enmendar; enmiéndalo tú”.

“Donde haya un obstaculo que todos esquivan, hazlo tú. Sé tú el que aparta la piedra del camino»

Pedir perdón es un valor de personas inteligentes, perdonar es de nobles, perdonarse es de gente sabia.

O este pensamiento reflexivo de Paulo Coello:

“Siempre hay que saber cuándo una etapa llega a su fin. Cerrando ciclos, cerrando puertas, terminando capítulos; no importa el nombre que le demos, lo que importa es dejar en el pasado los momentos de la vida que ya se han acabado.”

Tal vez este sea el último año, tal vez no. si Dios quiere, volverá a repetir esa parte de la historia de mi vida.

Por lo pronto, danzando bajo la lluvia, ya no me importa lo que diga el mundo, viviré feliz….a mi manera.

Con todo respeto y gratitud. Humberto Gutiérrez Páez