DE PRIMERA …LA DAMA DE LA NOTICIA, POR ARABELA GARCIA


�� Pepe Soto se suma al proyecto de Roberto Lee y reactiva el motor de Movimiento Ciudadano
en Matamoros

Durante años, el puente conocido como “el roto” no solo fue una metáfora del abandono
gubernamental, sino un recordatorio diario de lo que se prometía y no se cumplía en el sur de
Tamaulipas. Hoy, ese símbolo de la desidia ha sido transformado. Bajo el nombre de “La
Esperanza”, esta nueva obra se erige como una declaración política y emocional: aquí se
construye, se conecta, se avanza.
El gobernador Américo Villarreal Anaya no llegó solo a la inauguración. Lo acompañaron las y los
alcaldes de Tampico, Ciudad Madero, Altamira, El Mante, Aldama y González. Fue un mensaje de
unidad, de trabajo en equipo, pero también de presencia: todos están donde deben estar. La
inversión de más de 293 millones de pesos no solo representa una mejora en infraestructura, sino
una apuesta por el desarrollo logístico, turístico y económico de una región que durante años
operó con estructuras frágiles, casi simbólicas.
Américo no olvida que esta obra comenzó como una gestión desde el Senado. La concretó como
gobernador. Esas son las diferencias entre el discurso y los hechos. El puente “La Esperanza” no es
solamente concreto y acero; es también una narrativa política que habla de continuidad, visión y
voluntad.
Y si de respaldos hablamos, el mandatario no dejó pasar la oportunidad de agradecer el respaldo
reciente del Gobierno Federal, encabezado por Claudia Sheinbaum, quien visitó recientemente
Reynosa y Matamoros. El reconocimiento es doble: a la presidenta, por su pronta respuesta a las
emergencias, y a Tamaulipas, por mostrarse como un estado que colabora, que propone y que
avanza.
Detrás de esta inauguración hay algo más profundo. No es solo un acto protocolario. Es el reflejo
de un liderazgo que no se impone, sino que se construye. Américo Villarreal está entendiendo —y
ejerciendo— un tipo de poder que une, convoca y ejecuta. Y si el puente “La Esperanza” simboliza
algo más que su nombre, es eso: una nueva forma de gobernar en Tamaulipas. Una que cruza,
conecta y, sobre todo, no se rompe.
Movimiento Ciudadano: el parteaguas, los errores y la sangre nueva en Matamoros
En política, los vacíos no duran mucho: alguien siempre termina llenándolos. En Matamoros, ese
vacío lo empieza a ocupar José Soto, quien, contra pronósticos y resistencias internas, ha asumido
el liderazgo de Movimiento Ciudadano, justo cuando el partido naranja parecía más dividido que
nunca.
La ruptura de dos regidores marcó el punto de quiebre. Un parteaguas que dejó al descubierto
fracturas internas, pero también abrió espacio para nuevas apuestas. Mientras Roberto Lee,

empresario y excandidato, calienta motores para una posible segunda vuelta por la presidencia
municipal, Soto toma el control de un barco que muchos creían a la deriva.
Pero, ojo: esto no es una improvisación. José Soto no es un joven cualquiera. Su formación en
oratoria y liderazgo, sumado a su convicción generacional, lo colocan como una figura con
potencial. Cree —y lo dice sin titubeos— que las sociedades pueden regenerarse con sangre
nueva. Aunque, hay que decirlo, a veces la sangre nueva llega ya contaminada. El reto está en
resistir las tentaciones que la política pone sobre la mesa: dinero fácil, poder sin rumbo, acuerdos
que corrompen ideales.
Si logra mantenerse firme, podría ser una de las pocas excepciones que no se diluyen en el
sistema. Si cae, será uno más en la larga lista de “jóvenes promesa” que la política local termina
devorando.
Mientras tanto, la reciente visita de la presidenta Claudia Sheinbaum a Reynosa y Matamoros no
hizo más que exhibir las grietas. La estela que dejó fue la de una región mal parada ante el
escrutinio federal. Las inconsistencias, los errores políticos y la falta de preparación en la recepción
oficial fueron tan evidentes que el mensaje quedó claro: en Tamaulipas hay gobiernos que no
saben gobernar, y la presidenta lo notó.
Ese descontento social, ese desgaste visible en el ánimo ciudadano, puede ser justamente lo que
Soto y Movimiento Ciudadano necesitan capitalizar. Porque si Roberto Lee logró colocar tres
regidores en su primer intento, no es descabellado pensar que, con estrategia y buena lectura del
entorno, pueda ganar la presidencia en una segunda vuelta. Especialmente si sus oponentes
siguen cometiendo errores que cuestan imagen, votos… y credibilidad.
Tamaulipas está en un momento clave. Y en Matamoros, el tablero comienza a moverse de nuevo.
La pregunta no es quién llega, sino quién llega limpio, fuerte… y con las manos firmes para no
caer en lo mismo de siempre.
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