Por: Amir Y. Pacheco

El día de ayer 13 de abril, domingo de ramos el trabajo me llevo hasta las calles del bello pueblo mágico de Tula, Tamaulipas, donde pudimos recorrer el municipio, degustar las gorditas en el arrollo loco como almuerzo, las gorditas de horno en las escalinatas del resbalón y unas ricas enchiladas tultecas acompañadas de cecina.
Los domingos son muy particulares en Tula, encuentras de todo, un porcentaje muy grande de pobladores de ejidos cercanos bajan a la cabecera a surtir mandado, comprar ropa, pasear un rato por la plaza, saborear una rica nieve y disfrutar de la compañía de conocidos y extraños en la plaza principal.
Como en todo pueblo encuentras de todo, gente amable, antipática, el grupito de señores con mil anécdotas que contar, aquellas personas apresuradas por terminar sus encomiendas para poder llegar a tiempo a misa.
Y entre todo este mar de gente, si te detienes un minuto y observas bien puedes quedar asombrado, este fue mi caso el día de hoy.
En el mercado, por una calle peatonal denominada el resbalón, por su inclinación y honor a su apodo cuando llueve me encontré con un personaje muy alegre, con una sonrisa incomparable y una energía que contagiaba a propios y extraños.
Les quiero presentar a Don Aurelio Hernandez una persona muy peculiar que recorre las calles en su carrito bien adaptado para la venta de dulces, todos los días viaja desde el ejido Celso Huerta a unos 10 km aprox. y como destino, la cabecera municipal en donde vende sus dulces y frituras con un alegre saludo que dice: “Endúlzate la Vida”
Aurelio me cuenta que la vida no ah sido fácil, huérfano de padres a corta edad y con un tumor en la columna, por el cual porta una prótesis en la cadera su andar es complicado, pero no imposible, en sus propias palabras me cuenta que “tiene vida y esta agradecido, su discapacidad no es limitante para salir adelante” menciona que le gustaría ser ejemplo de muchos, cree firmemente que la discapacidad no se encuentra en el físico cuando la mente y la fe es grande.
En su carrito y con un andador colgado por un costado, Aurelio recorre y disfruta la vida a su modo, alegrando y endulzando la vida de muchos por su andar, si andas por el pueblo mágico de Tula y ves un carrito naranja con amarillo no dudes en saludarlo y de paso comprar una fritura o dulce, estoy seguro que disfrutaras mas tu estancia.
Quien diría que ver un carrito bien arreglado y coqueto me llevaría a una gran experiencia de vida.