¡BASTA DE ABANDONO! REYNOSA EXPLOTA CONTRA SU ALCALDE Y EXIGE SU DESTITUCIÓN

El viejo adagio resuena con una fuerza ensordecedora en las calles de Tamaulipas: «Cuando el
pueblo manda, manda». Pero, ¿cuántos más tendrán que alzar la voz, cuántos más «reynosenses»
tendrán que llegar al límite de su paciencia para que este mandato se traduzca en acciones
concretas y en un gobierno que realmente sirva a su gente? La escena vivida este sábado en
Reynosa es un grito desesperado, un síntoma alarmante de la desconexión entre las autoridades y
la ciudadanía.
Ver a cientos de personas tomar las calles, coreando un unánime «¡Fuera Makito!», no es un
espectáculo gratuito. Es la consecuencia directa del abandono, de la negligencia de un alcalde,
Carlos Peña Ortiz, que parece haber olvidado para quién trabaja. La indignación palpable, ese
«hasta la madre» colectivo, no surge de la nada. Es el resultado de promesas incumplidas, de
necesidades desatendidas y, en este caso particular, de una respuesta que la ciudadanía percibe
como indolente ante la tragedia de las recientes inundacio
nes.
La imagen del ciudadano disfrazado de «Doritos» recostado frente al palacio municipal es una
poderosa metáfora de la burla y la frustración que sienten los reynosenses. ¿Un snack como
consuelo ante la pérdida y el desamparo? Este símbolo, por grotesco que parezca, encapsula la
distancia sideral entre las prioridades del gobernante y las urgencias de su pueblo.
Y la respuesta organizada de la sociedad civil no se detiene en la protesta. La instalación de un
módulo de abogados para recabar firmas en pro de la revocación de mandato es un acto de
empoderamiento ciudadano, un intento por tomar las riendas de su propio destino ante la
inacción o la ineptitud de sus líderes. Este es un llamado directo a las instituciones, un ultimátum:
o escuchan la voz del pueblo, o el pueblo buscará los mecanismos para hacerse escuchar por la vía
legal.
La sombra del nepotismo también se cierne sobre esta crisis. Carlos Peña Ortiz es hijo de Maki
Ortiz, exalcaldesa y actual senadora. Esta conexión familiar levanta interrogantes sobre la
continuidad de ciertas prácticas y la verdadera independencia del actual edil para gobernar con
visión propia y priorizando las necesidades de Reynosa.
La pregunta que resuena en el aire de Tamaulipas es escalofriante: ¿cuántas «Reynosa» más
tendremos que presenciar? ¿Cuántas comunidades más tendrán que sentirse abandonadas para
que los gobernantes entiendan que su labor no es perpetuarse en el poder o responder a intereses
particulares, sino servir con diligencia y empatía a quienes los eligieron?
El llamado a la acción es ineludible. No basta con indignarse desde la comodidad del hogar o las
redes sociales. Es hora de que cada tamaulipeco alce su voz, se informe, participe y exija cuentas

claras a sus gobernantes. Los ciudadanos de Reynosa han dado un paso valiente, mostrando el
camino de la organización y la exigencia.
¿Qué sigue?
 Para los ciudadanos de Reynosa: No bajen la guardia. La recolección de firmas es un paso
crucial, pero la vigilancia constante y la presión pacífica son fundamentales para lograr un
cambio real.
 Para los ciudadanos de Tamaulipas: Miren el ejemplo de Reynosa. Organícense en sus
comunidades, identifiquen las problemáticas, exijan respuestas y exploren los mecanismos
de participación ciudadana a su alcance. No permitan que la apatía sea el caldo de cultivo
para la ineficiencia y el abandono.
 Para las autoridades (en todos los niveles): Escuchen el clamor de Reynosa como una
advertencia. El hartazgo ciudadano es un polvorín. Dejen de lado la soberbia y la
indiferencia. Salgan de sus oficinas, caminen por las calles, escuchen a su gente y actúen
en consecuencia. El poder que ostentan es un mandato del pueblo, y ese mandato exige
resultados, exige compromiso, exige un gobierno que esté a la altura de las necesidades
de Tamaulipas.
El tiempo de las excusas y la inacción se agota. O los gobernantes se ponen a jalar por su pueblo, o
la sociedad, cada vez más organizada y consciente de su poder, se los reclamará con una fuerza
imparable. El futuro de Tamaulipas está en manos de su gente, y la voz de Reynosa es un potente
recordatorio de que el pueblo, cuando manda, ¡manda de verdad!
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