Rutinas y quimeras
Clara García Saénz
Las estaciones del año han sido una enseñanza de mi vida, así he aprendido que la
primavera no es la parte más benévola, porque en ella se juntan el estiaje del invierno con
las altas temperaturas del verano, que junio siempre será mejor que abril porque hay lluvia,
que enero y febrero son meses volubles con sus fríos cala huesos o calores inesperados,
que el paisaje de marzo y abril es sumamente triste porque es el tiempo de mayor sequía y
que el otoño es la mejor estación del año porque es cuando hay más días templados,
tenemos un paisaje verde, producto del verano y la navidad avisa su cercanía.
Pero el invierno, es la más triste de todas, porque nos recuerda a nuestros muertos,
los árboles no producen sombra porque las hojas de los framboyanes, ficus, san pedros,
duraznos, aguacates, nogales están cayendo secas y el sol lagañoso no calienta ni con la
intensidad del medio día, la enfermedad se hace presenta de las más diversas formas:
gripes, dolores de hueso, presión alta y la muerte ronda a nuestros ancianos.
Hace algunos días vi la más reciente película de Pedro de Almodóvar “La habitación
de al lado”, una obra cinematográfica sin duda, pero más allá de la trama donde una
enferma terminal decide practicarse la eutanasia con la complicidad de una amiga en un
país donde no está permitida; abre una serie de reflexiones en torno a un asunto que, sin
duda, resulta metafórico cuando se piensa en la habitación de al lado; ese lugar de la casa
donde vive el enfermo y donde la muerte ronda constantemente; esa habitación donde
sabemos que nuestro enfermo duerme y puede ser que un día ya no amanezca vivo, esa
habitación donde la esperanza de vida es algo que se vuelve un imaginario, un sueño que
se cumple cada día, una aspiración constante.
En enero mis padres enfermaron, en febrero murieron, en marzo me contagié de
COVID cuando aún no había vacunas y mi vida después de eso no volvió a ser igual,
desde enero venimos paleando un cáncer terminal de mi suegra, en febrero han muerto
amigos y conocidos; marzo con sus idus no es un mejor mes, porque todo se incendia, los
aironazos no dan tregua, la vida camina lentamente.
“La habitación de a lado” es una película que nos ayuda a reflexionar sobre nuestra
propia vida, la enfermedad, el otro, el que sufre y nada lo consuela, la desesperanza. El
cáncer como la epidemia de nuestro tiempo que todo lo consume y nadie está a salvo; una
enfermedad que se ha convertido en manipulación social cuando se habla de “la lucha
contra el cáncer” pero al final del día muchos enfermos están condenados a la muerte.
Frase icónica de la protagonista es “te dicen que debes de luchar contra la enfermedad y si
sanas entonces eres una guerrera si pierdes es porque te derrotaste y nadie entiende que
eso no depende del enfermo, el cáncer te mata y sabes que te está matando”.
Es casi primavera y todos los días los árboles de mi jardín arrojan hojas secas, miro
por la ventana y el patio parece casa abandonada por la cantidad de hojas, pienso en mis
muertos de invierno, en los que aún faltan antes de que yo también me sume, y quiero
entonces que el invierno se vaya, tengo prisa porque se vaya, así por lo menos me quedo
con la sensación de que la muerte deja de acecharnos de cerca y que mis fantasmas se
han ido a descansar. E-mail: [email protected]