La Comuna

José Ángel Solorio Martínez

El pensamiento conservador nunca lo entenderá.
“Reunir en el Zócalo, a la gente no es una respuesta a la política de aranceles de Trump”, dicen.
¿Se va a detener el amago del presidente de Estados Unidos, con un mitin?, se cuestionan los detractores de la presidenta Claudia Sheinbaum.
Tachan de ingenua, ilusa y soñadora a la presidenta y acusan –los opositores– al régimen de la IV T, de carecer de un plan para enfrentar la contingencia de expansión de los norteamericanos.
Desde 1968 el Zócalo fue tomado por el pueblo. Todavía existía la confianza en la ruta pacífica para cambiar: miles de obreros, campesinos, estudiantes e intelectuales, dieron un profundo significado transformador a las masas en movimiento.
La represión, fue el tamaño del miedo gubernamental. El hecho, quedó en la memoria colectiva de los mexicanos; afectó de tal manera ese movimiento al ser social de los mexicanos, que todas las manifestaciones futuras tuvieron un inseparable impacto sesentaiochero.
El 1988, se volvió a llenar la plaza.
Miles de mexicanos salieron a las calles a marchar y concluir en el Zócalo, para denunciar el monstruoso fraude electoral del PRI, cometido en las elecciones presidenciales, contra el candidato del Frente Democrático Nacional (FDN), Cuauhtémoc Cárdenas.
La fiesta grande fue en el 2018.
Se abarrotó la plancha con miles de seguidores del líder de Macuspana, para festejar su arribo a la presidencia de la república. (Años antes, la concentración más numerosa en la historia del país había acompañado a Andrés Manuel López Obrador, entonces jefe de gobierno de la CDMX, en su lucha contra el desafuero fraguado en las oficinas del presidente Fox. Justo eso, catapultaría al tabasqueño al Ejecutivo federal e inauguraría la llegada del pueblo a Palacio nacional).
En la larga contienda de los mexicanos por la construcción de un gobierno popular, ha pasado siempre por la inmensa plancha del Zócalo.
El movimiento que ahora nos gobierna, se originó justo de un movimiento que condensa todas las derrotas y todos triunfos del pasado contra los gobiernos totalitarios: la IV Transformación. Ese lugar, es el crisol de lágrimas de amargura y lágrimas de esperanza y felicidad, de combatientes por la libertad que nos antecedieron –y ya no están– y los que hoy nos acompañan.
¿Ahora se explica por qué fuimos al Zócalo?
¿Entendemos por qué, la presidenta Sheinbaum citó varias veces al presidente, Andrés Manuel López Obrador?
Los conservadores, jamás van a imaginar lo que un gobierno y su pueblo, pueden hacer cuando están unidos.
Para ellos, el pueblo no existe.
No están preparados, para entenderlo