Golpe a golpe

Por Juan Sánchez Mendoza

El patrullaje que las fuerzas armadas de México realizan cotidianamente en todo el país, ha generado cualquier cantidad de críticas, cierto; pero su presencia mucho contribuye a diezmar a la delincuencia organizada que en su disputa territorial no sólo lastima a nuestra sociedad, sino que la mantiene aterrorizada.

Ignoro, como cualquier otro mortal que pueble Tamaulipas, hasta dónde pueda llegar esta guerra ajena a la sociedad civil, aunque sí me queda en claro que sin la presencia de la Guardia Nacional difícilmente habría otra opción para enfrentar el flagelo.

Usted, seguramente, ha vivido en carne propia, escuchado pláticas de amigos y/o familiares; se ha enterado al través de los medios de comunicación masiva –impresos, audiovisuales o electrónicos–, o quizás por rumores, acerca de esta patética situación, que los más optamos en callar porque estamos convencidos de que en boca cerrada no entran moscas.

Y le doy la razón. Pero también creo pertinente reconocer que los militares y marinos, fieles a su misión –consagrada en el primer artículo de la Ley Orgánica del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos–, hoy están en la calle para defender la integridad, la independencia y la soberanía del país, así como para garantizar la seguridad interior que tanto es agraviada por grupos delictivos.

Surge la referencia porque sé que el gobernador Américo Villarreal Anaya intercambia cotidianamente puntos de vista con las distintas corporaciones que participan en la mesa de seguridad, a fin de refrendar los compromisos de redoblar esfuerzos y recursos humanos y materiales en la lucha que se libra contra la delincuencia organizada en territorio tamaulipeco.

En cuanto a la llegada de más elementos de la GN para patrullar la zona fronteriza, no sería ésta la primera ocasión en que el jefe del Ejecutivo estatal convalide el apoyo del Gobierno Federal para que, en Tamaulipas, haya mayor y mejor presencia militar, pues él sabe que sin la ayuda federal sería más dificultoso resolver el problema.

Antes, como bien lo consignan los archivos periodísticos, solicitó esa ayuda al entonces inquilino de Palacio Nacional, Andrés Manuel López Obrador; y en su oportunidad, lo ha hecho ante Claudia Sheinbaum Pardo.

De ahí su reconocimiento a las fuerzas armadas, en el sentido de que, en la lucha contra la delincuencia organizada, la Guardia Nacional ha sido y es un gran baluarte que la sociedad tamaulipeca reconoce y respeta por velar por la tranquilidad y seguridad de sus bienes e integridad física.

También ha reiterado su beneplácito por  los operativos emprendidos por el Ejército Mexicano y la Armada de México con decomisos de armas, drogas y recursos financieros de los grupos criminales, ya que este esfuerzo tiene como propósito fundamental recuperar el orden y la paz; y lograr que la tranquilidad regrese a las familias tamaulipecas, recordando que los operativos de la Guardia Nacional –con la participación de las diversas corporaciones policiales de los tres órdenes de gobierno–, han concluido en severos golpes a quienes pretenden desestabilizar el Estado de Derecho en Tamaulipas.

De ahí que el balance que se tiene hasta la fecha en Tamaulipas, a partir de la suma de esfuerzos por parte de las fuerzas armadas de México, sea más que fructífero.

La actitud que Villarreal Anaya asume ante la problemática, que hoy más preocupa a la sociedad civil, habla de su sensatez y prudencia, tanto de su madurez administrativa y oficio político.

Por tanto, no le extrañe a Usted si en lo sucesivo el Gobernador privilegia encuentros acerca de la seguridad pública del estado y desdeña involucrarse en otros que nada tienen qué ver con este tema.

Excesos de los gringos

La Drug Enforcement Administration (DEA), otra vez pretende imponer en México sus propias reglas.

Esto en cuanto al combate al narcotráfico se refiere.

Y en esta ocasión, igual que siempre –aunque jamás se ha cumplido a cabalidad ese proyecto–, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo está obligado a no caer en el garlito y dejar en claro que la lucha contra el tráfico de drogas, aquí en nuestro país, va en serio, aun sin el tutelaje de la DEA.

Los acontecimientos más recientes, ocurridos en tierra cueruda, donde la Guardia Nacional ha sido más eficaz en los operativos que inicialmente llevó a cabo la Guardia Estatal, así lo demuestran, puesto que no llevaron en sus filas a ningún agente de la DEA de la Unión Americana, como fuera una práctica durante décadas.

Quizá por ello el presidente estadounidense, Donald John Trump, insista en practicar una política antidrogas injerencista para la detención de capos –porque sólo así, ha dicho, se lograría el desmantelamiento de los cárteles–, mediante la actuación abierta de los agentes de la DEA, hasta el grado de portar armas en territorio nacional, cuando esto lo prohíbe la ley suprema de México.

Correo: [email protected]