Golpe a golpe

Por Juan Sánchez Mendoza

Con un poderío económico devastador, el crimen organizado internacional bombardea los sistemas financiero, bancario, comercial, industrial y político de México, merced a sus recursos cuya procedencia provoca náuseas.

Cada año los delincuentes de cuello blanco –según estimaciones de la Drug Enforcement Administration (DEA), Fiscalía General de la República (FGR) y del Programa de las Naciones Unidas en materia de Previsión del Delito–, en nuestro país se lavan un promedio de 100 mil millones de dólares, de los cuales entre el 30 y el 40 por ciento son producto de los ingresos que obtienen los distintos cárteles de las drogas.

Por ello, esta actividad, aunada al flujo de infinidad de recursos provenientes de otras actividades ilícitas –como la defraudación fiscal; el desvío de recursos; la fuga de capitales; la especulación; la usura; el tráfico de armas, oro, joyas y obras de arte; los delitos bursátiles, el contrabando, la prostitución, la pornografía, los fraudes, la economía informal, la corrupción, las importaciones y exportaciones sobrevaluadas y subvaluadas; el robo compra-venta de vehículos usados; el juego clandestino como la bolita, las carreras parejeras, las peleas de gallos y otras–, colocan a México como uno de los principales países donde se blanquea dinero.

De ahí que nuestro país sea visto allá en el extranjero como una nación donde el narcotráfico ya se incrustó en la política, en el gobierno y en el sistema financiero, abarcando todas las esferas sociales.

Refiero lo anterior porque allende el río Bravo, hace días, uno de los más altos mandos de la DEA se encargó de destapar la ‘caja de Pandora’. Sin rebuscamientos señaló, con índice de fuego: “México lava dinero del narcotráfico”.

Y denunció:

“Millones de dólares provenientes de las ganancias por la venta de cocaína, marihuana y heroína que se distribuyen en los Estados Unidos, son inyectados al sistema financiero de México.

“Una vez efectuada la entrega de drogas (en la Unión Americana), los narcotraficantes mexicanos y colombianos trasladan en avionetas y vehículos terrestres toneladas de dólares que son depositados legítimamente en bancos de ese país”.

Pero no reconoció –por desconocimiento o tratando de tapar el sol con otro dedo–, que el Tío Sam es uno de los principales centros de blanqueo de dinero, con sumas que podrían alcanzar anualmente los 200 y 300 mil millones de dólares, depositadas en bancos de Nueva York, Chicago, Los Ángeles, Miami y San Antonio, por citar a unos cuantos.

Negocios de los más variados giros, sistemas bancarios y bursátiles, servicios turísticos y casas de cambio fronterizas, es donde se presentan las mayores operaciones de lavado de dinero a gran escala.

Ahí los delincuentes de cuello blanco –que no son menos que los narcotraficantes–, van e intercambian billetes de diez y veinte dólares por otros cuya denominación es de 100 dólares o por otro tipo de divisas, aunque existe un método más cómodo y hasta cierto punto extremadamente fácil para el lavado de dinero: la inversión.

Es así como grandes capitales sirven para echar a andar todo tipo de empresas de servicios turísticos –hoteles, bares, restaurantes, cantinas, discotecas, agencias de viajes, aerolíneas, etcétera–, firmas agrícolas, textiles, de asesoría financiera y contable; agencias automotrices, consorcios de bienes raíces y demás, sin olvidar la industria de la construcción.

En todos los casos anteriores los mecanismos para limpiar dinero son más que sencillos, puesto registran ingresos muy superiores a los que en realidad obtienen aun y cuando tengan que pagar impuestos por percepciones que jamás obtuvieron en operaciones lícitas, porque simple y llanamente sus ingresos no han sido tan altos.

Por ejemplo, en el caso de los hoteles, los especialistas en el blanqueo de dinero hacen aparecer ocupadas todas las habitaciones cuando en realidad permanecen vacías, y así el dinero ingresa aparentemente en forma legal a los bolsillos de las mafias.

En el caso de los restaurantes, agencias de viajes, aerolíneas y otras empresas, es todavía más sencillo declarar consumos excesivos sin que éstos se efectúen.

La banca tampoco se salva, al menos en México, y prueba de ello es que en los sectores financieros de nuestro país y de todo el mundo se menciona con insistencia que buena parte de las instituciones de crédito fueron compradas con dinero de dudosa procedencia.

Desgraciadamente es muy difícil detectar el origen del dinero de procedencia ilícita, pues a diario se realizan millones de transferencias electrónicas: operaciones en ventanilla, movimientos con pagarés, cheques de caja, cheques de viajero, depósitos, órdenes de pago, cambio de divisas y demás, haciendo material y humanamente imposible la detección del dinero sucio.

Bueno, es lo que aducen los encargados de investigar el lavado de dinero.

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