SINGULAR
Por: Luis Enrique Arreola Vidal
Paren las prensas. Apaguen las luces. Cierren la SEP.
Porque Lucía Aimé Castillo Pastor, la secretaria de Educación en Tamaulipas, ha logrado lo impensable: resolver la crisis educativa con un truco más barato que la varita mágica de un mago de fiestas infantiles.
Su gran hazaña: recibir a todos los niños migrantes sin nuevas aulas, sin más maestros y sin un solo peso extra. ¿Cómo? Fácil. Con el mismo método con el que los políticos prometen seguridad mientras el crimen organizado pasea en Suburban blindadas: hablando sin decir nada.
I. Magia Educativa: El Truco Favorito de la 4T.
La estrategia es brillante en su simpleza. Se requiere de tres elementos:
1. Promesas vacías.
2. Un discurso optimista.
3. Esperanza de que nadie haga preguntas.
El resultado: un acto de ilusionismo en el que la educación desaparece ante nuestros ojos.
• Intentan sacar maestros del sombrero… y solo aparecen aulas saturadas.
• Quieren hacer aparecer escuelas nuevas… y solo hay edificios cayéndose a pedazos.
• Se esfuerzan en hacer levitar el presupuesto… y el dinero desaparece misteriosamente.
Y como broche de oro, aseguran que hay espacio para todos.
¡Tarán!
Ahora, la pregunta del millón: ¿cómo está la educación en Tamaulipas realmente?
• El 35% de las escuelas tienen infraestructura deficiente.
• Menos maestros que hace una década.
• El 40% de las escuelas en zonas marginadas no tiene acceso a Internet.
• Lugar 27 de 32 en desempeño educativo.
• El 33% de los alumnos de primaria no sabe leer ni escribir bien.
Pero sí, claro, seguro hay cupo.
Aplausos, por favor.
II. Cirugía a Corazón Abierto con Cuchara de Paleta.
Si la SEP fuera un hospital, funcionaría así:
• No hay médicos.
• No hay quirófanos.
• No hay anestesia.
Pero no se preocupen, lo importante es la actitud.
Lo mismo aplica aquí. En lugar de planificación, hay improvisación. En lugar de presupuesto, hay discursos. En lugar de soluciones, hay aplausos.
El plan educativo consiste en meter a los niños migrantes en las aulas y ver qué pasa. Sin infraestructura, sin maestros nuevos, sin nada.
Imaginen un restaurante que le dice a los clientes:
“Pásele, pásele. No hay comida, pero el hambre es mental.”
Así, exactamente así, funciona la SEP de Tamaulipas.
III. ¿Modelo de Éxito o de Fracaso?
Mientras tanto, otros estados hacen su tarea:
• Baja California: Implementó aulas móviles, programas de nivelación y gestionó fondos federales con apoyo de organismos internacionales.
• Chiapas: Hizo lo que Tamaulipas: metió niños en aulas saturadas sin infraestructura ni maestros. Resultado: desastre total.
Adivinen a quién decidió copiar Tamaulipas.
Exacto.
IV. La Realidad Que No Pueden Esconder.
Si en la SEP existiera un poco de autocrítica, sabrían que:
• Tamaulipas está entre los peores estados en desempeño educativo.
• Los estudiantes tienen los peores puntajes en matemáticas y comprensión lectora.
• El abandono escolar está en niveles históricos.
Pero en lugar de aceptar la crisis, la estrategia es fingir que no pasa nada.
V. ¿Qué Haría un Gobierno Serio?
Si la prioridad fuera realmente la educación, harían algo parecido a esto:
• Un diagnóstico realista sobre cuántos alumnos pueden recibir sin afectar la calidad.
• Presupuesto adicional para infraestructura y contratación de maestros.
• Programas de nivelación educativa para los niños migrantes.
• Coordinación con organismos internacionales para recibir apoyo real.
Pero no. Eso requiere trabajo, esfuerzo y voluntad. Y aquí lo que importa es la foto, la nota en el periódico y la sonrisa fingida.
VI. El Último Truco: Hacer Desaparecer la Educación.
Este gobierno ha convertido la educación en un espectáculo de feria donde los únicos que pierden son los niños y los maestros.
La estrategia es clara:
1. Fingir que todo está bien.
2. Meter a los niños en las aulas como si fueran latas de sardinas.
3. Esperar a que el problema explote… cuando ya sea demasiado tarde.
Al final, la realidad es esta: cuando la educación fracasa, no solo se pierden clases, se pierde el futuro de toda una generación.
¡Bravo, Tamaulipas! ¡Bravo, secretaria! Un aplauso para la mediocridad con presupuesto.