DESDE ESTA ESQUINA.
MELITON GUEVARA CASTILLO.
El estado tiene la obligación, la responsabilidad, de garantizar la integridad de nuestra vida
y de nuestro patrimonio. Para eso hay instancias, desde una Fiscalía que investiga y acusa a
las personas que trasgreden el estado de derecho; y existe un Poder Judicial que se encarga
de aplicar la ley, es decir, de determinar las sanciones que deben aplicarse a quien viola la
ley. En este caso, el código penal y otras leyes tipifican una serie de delitos, pero hay uno
que en este caso me llama la atención: la violencia familiar.
Al finalizar un año o empezar otro las instancias gubernamentales hacen sus reportes
anuales. Así, hace días se hizo publico el reporte que al respecto emito la fiscalía general de
Justicia de la entidad y destaca, como el delito de mayor incidencia el de la violencia
familiar. Increíble que así suceda, cuando decimos que la familia es la base, el soporte, de
la sociedad: ¿Cómo pensar, luego entonces, que haya una familia consolidada… en el caso
de Tamaulipas, hasta noviembre, había 7,700 denuncias y debemos preguntarnos: ¿Cuáles
son sus causas y cuales sus consecuencias?
¿QUE ES LA VIOLENCIA FAMILIAR?
No puede uno cerrar los ojos ante lo innegable: la violencia familiar siempre ha existido,
creo que todos, casi sin excepción, podemos dar testimonio de ella: en un tiempo la
violencia física hacia la mujer o hacia los hijos era una cosa normal: incluso, la mujer
maltratada, aceptaba que el marido la lastimara físicamente y decía: es que lo quiero. Al
menos, en la década de los setenta, al ser parte de un juzgado penal vi uno y otro caso de
este tipo. En la escuela, los profesores hacían de las suyas: hoy no, porque ya se ventilan
esas acciones en las redes sociales y se castiga.
La cuestión es que se manifiesta de muchas maneras: es un abuso que se comete dentro de
la familia, por lo regular, lo comete el hombre; aunque ya se documentan casos de que sea
generada por la mujer. Hay diversos tipos: la física, la emocional o psicológica, la sexual, la
violencia económica. En la práctica, casi al mismo tiempo suceden todas, unas con mayor
frecuencia que otras. Y lo malo, o perverso, es que a veces hay conductas permisivas dentro
de la misma familia o que la autoridad se convierta en una forma de impunidad por la
corrupción.
LAS CAUSAS.
La violencia familiar tiene diversas causas. El primero en la lista son los problemas
conductuales. Recuerdo que, en mi casa, cuando alguien mostraba una conducta de “mecha
corta”, nos decían: ya te salió lo Ordoñez. Los problemas de conducta tienen que ver con el
carácter: unos son peleoneros, de mecha corta, que no aguantan; he conocido personas que
son de carácter fuerte, impositivas: recuerdo el caso en una fiesta navideña, un adulto
buscaba quien se la pagara y empezó a hostigar, agredir verbalmente, a uno de sus sobrinos,
hasta que este, ya molesto, le digo: tío, si quiere vamos afuera, para que se desahogue, pero
no me voy a quedar quieto. El tío se calmó.
Creo que un problema de conducta familiar tiene que ver con la autoridad. Por lo regular el
padre quiere imponer su autoridad. Y en este caso, recuerdo como hace tiempo se hizo
notar que el problema es cultural, de estereotipos o conductas que no se modifican. Y es
que, además, hay que considerar otros elementos: como la autoestima, problemas de estrés,
de ansiedad, que actúan como detonantes de la conducta violenta.
LA FELICIDAD.
Una familia donde hay violencia familiar no puede ser feliz. Los medios documentan
problemas familiares: de cómo, una familia desintegrada, el padre no entrega el sustento
debido; de como algunos padrastros dejan sentir su fuerza en los hijos de su compañera;
pero también, nos enteramos, de como hay hijos que pierden el camino en las drogas o en la
delincuencia, incipientes rateros: me ha tocado, por ejemplo, ver a jóvenes robarse el cable
de los postes. No se puede, tampoco, desestimar la pobreza: por las mañanas, en las
distintas calles de la ciudad, somos testigos de como a veces, hasta la familia (padres e
hijos) van revisando los botes de basura.
La violencia familiar, quiérase o no, es un problema estructural: efectivamente, puede
empezar con una conducta, una personalidad impositiva; pero hay otros ingredientes, que
nacen del entorno como el empleo, los salarios, la educación, la protección a la familia, y
ahí es donde tenemos que voltear nuestros ojos hacia el Estado y sus instituciones: han
fallado, porque no han construido elementos o condiciones de bienestar social… recuerdo
que al principio de su gobierno AMLO proponía que el desarrollo de los pueblos se midiera
por su felicidad: y esta es el resultado de no tener stress ni preocupaciones, de disponer de
elementos necesarios para vivir, para el sustento de la familia, para cubrir costos de
alimentación, vivienda, educación y salud, entre otros.