DESDE ESTA ESQUINA.
MELITON GUEVARA CASTILLO.
Estamos viviendo eventos políticos que generan incertidumbre en la población.
Incertidumbre que nace de políticas publicas cimentadas en una forma de gobierno; en este
caso, me refiero a lo que esta sucediendo entre Donald Trump y Claudia Sheinbaum. Y
todo porque el presidente gringo quiere cerrar las fronteras e impedir que lleguen mas
migrantes a su país. Para lograr su propósito, amenaza con poner un arancel del 25% e irlo
subiendo en la medida que la respuesta mexicana sea negativa.
En este sentido, la presidenta ya estableció una postura que, a todas luces va en
consonancia con su postura ideológica: no impedir la entrada de migrantes a México, su
trayecto a la frontera. Así, informa a México que la cuestión es tender puentes para que
haya un acuerdo, y avanzar juntos dentro de un marco de la soberanía de ambos países.
Efectivamente, tender puentes es un avance, sobre todo si quien, es la contraparte, esta
acostumbrada a escuchar y valorar propuestas distintas.
CONOCER AL ENEMIGO.
Hace siglos apareció un libro, manual de la guerra bélica, que se llama El Arte de la Guerra.
En el se establecen dos prioridades que deben conocerse en una guerra: la primera, conocer
al enemigo; y la otra, engañarlo. En el primer caso, creo que ya medio mundo conoce a
Trump: sus desplantes, sus amenazas, además de la política proteccionista que ofrece a sus
electores… no es un general, para armar una guerra bélica, pero si un empresario que bien
puede armar una guerra comercial, en este caso de aranceles.
Sobre la segunda prioridad, la de engañar al enemigo. Trump no engaña, lo ha dicho una y
otra vez: su política en relación con México tiene dos ejes: la migración, acusándolos de
que son asesinos, ladrones, personas sin moral o escrúpulos para violar la ley. El otro eje, es
la cuestión de las drogas, acusa que México y sus grupos narcotraficantes son un peligro
para la seguridad nacional y, desde la primera vez, ofreció enviar a sus policías y militares
en apoyo de México. Y la forma de lograr mas compromiso de México, es amenazando con
aranceles como un arma estratégica.
AMLO Y TRUMP.
Quizá nuestra presidenta no conozca bien a Donald Trump, pero bien que conoce a Andrés
Manuel López Obrador, a su mentor político. Ambos entran en la categoría de populistas;
pero, además, no tienen empacho en hacer a un lado las instituciones, si estas estorban.
Recordemos el ataque al Capitolio y en el caso de AMLO: basta recordar que, el mismo,
advirtió “no me vengan con que la ley es la ley” y, además, fue bien claro cuando valido
acciones ilícitas, como presión y extorsión, en aras de un bien mayor… en este caso, lograr
la mayoría calificada, para unos un robo a la democracia mexicana.
Creo que, entre Trump y AMLO, las similitudes de comportamiento son idénticas por una
sencilla razón: tener conciencia plena de que son poderosos, porque no hay nadie que los
pueda detener, los lleva a ser impositivos. Y en el caso de AMLO, recordemos: nunca vio,
nunca escucho, a la oposición: nunca quiso hablar, menos negociar, estirando la cuerda
hasta lograr sus propósitos, así se adueño del mecanismo para destruir todo lo que tiene que
ver con transparencia y rendición de cuentas: AMLO hasta menosprecio a los diputados,
porque ellos, sumisos, declaran que era un “honor” estar con Obrador.
LAS DECISIONES DE CLAUDIA.
En los hechos Trump a dado evidencias de que busca llegar hasta las ultimas consecuencias
de su propósito; lo sigue diciendo, ya como presidente electo, pero además a quienes ha
nominado como su equipo de trabajo en la práctica ya están trabajando en ese sentido. El
gobernador republicano de Texas ya ofreció 500 hectáreas para lo que pudiera ser, perdón
con la expresión, una especie de “campo de concentración” de migrantes.
Trump ya lanzo su amenaza y la presidenta Claudia, ya estableció que una guerra de
aranceles, ni a Estados Unidos le conviene. Así que, en este caso, Trump espera que las
acciones de México vayan encaminadas a satisfacer sus peticiones: impedir la llegada de
migrantes a los Estados Unidos, que en todo caso se pueden quedan en México. La cuestión
es el combate al narcotráfico y en especial a la producción del fentanilo: la política de
abrazos no balazos, porque la violencia genera mas violencia, no surtió en corto plazo los
efectos deseados: ¿Qué hará, en este caso, México?