ANEGDOTARIO.
POR JAVIER ROSALES ORTIZ.
RELATO 1.-La familia Wong Amar, de origen chino y libanés,
dejaron en mi su marca, su huella, al igual que en muchos de los
vecinos del 18 Juárez y Zaragoza, en pleno centro de ciudad Victoria,
Tamaulipas, y, cómo no, si siempre sus principales virtudes fueron la
preparación académica, la buena vibra y la solidaridad.
Entre ella –la familia- destaca la maestra en educación primaria,
Rosalinda, una mujer muy risueña, bondadosa y atenta, que me
tomaba de la mano para llevarme a la Escuela Primaria Epigmenio
García, no sin antes detenerse en los tendajos de barrio para
comprarme paletas de hielo, dulces y galletas, de esas que todo niño
devora.
Ella, una maestra muy disciplinada, cuidadosa y participativa, que le
daba lustre a su profesión, que es muy respetada por todos aquellos
que pasamos por las aulas y que jugamos con libertad en los patios de
la institución escolar, el segundo hogar que hoy mueve para revivir los
recuerdos.
Como un niño que fui, usaba mucho la frase “de la casa a la ecuela y de
la ecuela a la casa”, que hacia sonreír a la maestra Rosalinda, porque
siempre me comía la “S”, un defecto que al paso del tiempo fui
perfeccionando, porque de otra no queda.
Y como no recordar a la maestra, que para mi fue la más cotizada
adorable y simpática, al grado que de niño decía que me había
enamorado de una asiática, lo que hacia reír a mi familia que no me
bajaba de chamaco canijo.
Por ocho años esa conocida familia vivió en el 18 y 19 Zaragoza, a unos
pasos de mi casa, – la mía – un hogar modesto, pero muy amplio, y tan
pobre, pero abundaba el olor y el sabor, a cariño.
Vaya barrio el de nosotros y la calidad humana de los vecinos que en la
calle codo a codo fuimos mucho más que dos, un barrio en el que
habitaron, aparte de los maestros, los licenciados, las enfermeras, los
doctores y las reinas de belleza, que no faltaron, y que le dieron fama a
esa zona centro de la capital de Tamaulipas.
Nieta de chinos y libaneses, la maestra Rosalinda se dejo ver hace
algunos meses en un centro comercial local y junto con mi esposa
Blanca –quien es maestra- me le acerqué y me identifique. No me
ubicó, pero con una breve plática de por medio se acordó de mi, de
aquel chamaco enamorado.
Ella es amiga de mi esposa y mi conyugue le dijo: “Siempre platica que
de niño quería que Usted fuera su novia”. La maestra Rosalinda se
ruborizo y le dijo:”Y ahora ya no”, y soltó una sonora carcajada.
Y escribo esto porque en la lista de integrantes del gabinete del alcalde
de Ciudad Victoria, Eduardo Gattas Báez, aparece como secretario
técnico, Gildardo Wong Amar, un amigo con el que como periodista
conviví por mucho tiempo, porque formo parte de las administraciones
estatales.
Fuerte, es el paquete que le espera al buen Gildardo, hermano de la
maestra Rosalinda, porque como contador experimentado se
encargara del estudio , la planeación, y el despacho de los diversos
asuntos de la administración pública municipal, para lo cual se
requiere de información y análisis.
Por cierto Gildardo estudió en la Facultad de Comercio y
Administración de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, que hoy
está a cargo del rector Dámaso Anaya Alvarado, una institución que
aun se debe mostrar orgullosa de quienes ocuparon un pupitre y que
ahora forman parte de la administración pública municipal.
Igual que yo, Gildardo estudió en la Escuela Primaria Epigmenio
García, donde su hermana Rosalinda sigue siendo recordada como una
maestra ejemplar que tomo de la mano a los pequeños y los condujo
por el buen camino.
Esta calidad de recuerdos, no los puedo borrar.
Menos ahora, que se acumulan los años.
Y todos sabemos, lo que va a pasar.
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