Golpe a golpe

Por Juan Sánchez Mendoza

Desconozco, igual que el secretario de Hacienda y Crédito Público, Rogelio Ramírez de la O., cuántos contribuyentes fueron afectados por un yerro del Servicio de Administración Tributaria (SAT) consistente en la revocación de sus firmas electrónicas.

El problema empezó a notarse el pasado día 20. E hizo crisis tres días después, cuando el sistema impidió a los causantes físicos y morales hacer trámites en línea –como presentar declaraciones, emitir y cancelar facturas y otros–, por la revocación de sus e.firmas.

Diversas organizaciones de contadores alzaron inmediatamente la voz porque, dijeron, el SAT podría aplicarles multas a sus clientes si estos, a fin de mes no cumplen con su obligación, aun cuando el problema lo originó el SAT.

Las razones del error se desconocen, pues el titular de este organismo recaudador, Antonio Martínez Dagnino, niega que se haya presentado una falla en el sistema, aumentando la duda de qué es lo que habría provocado la revocación masiva de e.firmas, pues éste es un trámite que únicamente pueden realizar los contribuyentes de manera presencial en las oficinas del Servicio de Administración Tributaria.

El funcionario aseguró que el lunes anterior se reestablecería todo.

Sin embargo, las fallas persisten. Y las quejas también.

Como usted sabe, la firma electrónica es un archivo electrónico que sirve para validar la identidad de un contribuyente y es necesaria para realizar cualquier trámite ante el SAT, como declaraciones, emitir facturas, efectuar pagos y demás.

También sirve para realizar algunos trámites ante el instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit).

El vicepresidente fiscal del Instituto Mexicano de Contadores Públicos (IMCP), Rolando Rivera, advierte que, “sin la firma electrónica, no puedes hacer ningún trámite ante el SAT”; y que, “si el proceso de restauración se llegara a prolongar durante varios días, entonces sí habría problemas para los contribuyentes y entonces sería necesario tomar otras medidas”.

Considerando lo anterior, la recomendación para los contribuyentes es mantener la calma, revisar en un tiempo razonable (entre hoy y mañana) si ya se restableció la vigencia de sus firmas en el portal del SAT y, en caso de que no, entonces sí presentar una aclaración ante el fisco.

De cualquier forma, no deja de ser preocupante la situación.

Y al no mediar explicación alguna sobre el error, hasta parece que se trató de un sabotaje.

Sobre todo, porque no hay forma que desde el exterior el sistema del SAT pueda manipularse.

‘El abogado del diablo’

A lo largo de cuatro décadas (+/-) mantuve contacto directo con el abogado penalista Juan Velázquez Evers, quien siempre atendió, diligentemente, las preguntas que le hacía personalmente y/o vía telefónica sobre los procesos en contra de algunos de sus defendidos que, ordinariamente, fueron figuras públicas.

Mi tocayo –como él mismo me pidió que así le dijera– murió el pasado domingo (octubre 27), a los 77 años de edad.

Nunca perdió un juicio (en sus más de cinco décadas de ejercicio) aun cuando algunos de sus defendidos estuvieron en prisión preventiva porque, como él mismo comentara: “han llegado a estar presos, en algún momento, por nuestro sistema de enjuiciamiento que primero apresa y luego averigua, pero al final de cuentas, todos, absolutamente todos recuperaron su libertad”.

A eso se debe que en el sistema judicial se le adjudicara el mote de ‘el abogado del diablo’.

Lo conocí en 1984, cuando (él) atendía la defensa legal del tristemente célebre Arturo Durazo Moreno –ex director general de Policía y Tránsito en el Distrito Federal (hoy Ciudad de México–, y desde entonces la relación se estrechó, porque sus declaraciones siempre fueron apegadas a derecho. Y así las publicamos el que esto escribe y mis colegas –encargados de cubrir el juicio–, sin que el jurista jamás pretendiera incidir en los contenidos de la prensa, pese a los escalofriantes delitos cometidos, sino ventilar en público los yerros de la fiscalía para procesarlo.

Es más, hasta nos mostraba físicamente copias del expediente.

Igual ocurrió con los procesos que le tocó defender en contra de los ex presidentes Luis Echeverría Álvarez –por el ‘genocidio’ de estudiantes, el 2 de octubre de 1968; y por la ‘matanza del Jueves de Corpus’, el 10 de junio de 1971–, y José Guillermo Abel López Portillo y Pacheco, por corrupción y peculado, aunque también se ocupó mi tocayo de divorciarlo de una actriz Aleksandra Aćimović Popović, mejor conocida como Sasha Montenegro.

Juan Velázquez tuvo un principio: nunca ocuparse de más de un caso, por lo que por separado asumió la defensa del medallista olímpico Joaquín Capilla Pérez –galardonado en Londres en 1948 (bronce), Helsinki en 1952 (plata) y Melbourne en 1956, oro y bronce–, del pintor, escritor, diplomático y muralista David Alfaro Siqueiros; del cardenal Norberto Rivera Carrera, Diana Laura Riojas (viuda de Colosio); Carlos, Raúl y Adriana Salinas de Gortari, así como Carlos Romero Deschamps, entre otros.

La Academia Mexicana de Derecho ‘Juan Velásquez’ detalla que el jurista también se desempeñó como asesor y conferencista en el Colegio de la Defensa Nacional, fue catedrático en el Centro de Estudios Superiores Navales y ha sido el único civil condecorado en cuatro ocasiones, por las Fuerzas Armadas de México.

Descanse en paz.

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