Análisis Político |

Por Agustin Peña Cruz*
Recién inicia el segundo periodo administrativo de Armando Martínez Manríquez (2024-
2027), y ya resuenan los nombres de quienes ansían ocupar el trono de la alcaldía local.
¿Qué tiene Altamira que no poseen los demás municipios del sur? Ah, ya lo recuerdo: un
presupuesto superior a los 1,300 millones de pesos y tierras ejidales que pueden ser
adjudicadas con facilidad a nuevos empresarios, lo que convierte a Altamira en una tierra
de oportunidades.
Desde la administración de Armando López Flores (2013-2016), todos los alcaldes de
Altamira han compartido un nombre que comienza con «A». Armando marcó un nuevo
comienzo para Altamira, dejando como legado la presidencia municipal, diseñada con un
estilo de hacienda, y luego pasó el relevo a Alma Laura Amparán Cruz (2016-2018). Al
inicio, Amparán tuvo una fuerte conexión con la ciudadanía, reflejando su personalidad
cercana. Durante su mandato, trabajó incansablemente y logró repetir su gestión, sin
embargo, enfrentó un serio problema de imagen pública debido a la falta de difusión de
sus logros por parte de Comunicación Social, a pesar de sus esfuerzos por apoyar el
sector rural.
Después llegó Armando Martínez Manríquez para el periodo 2018-2021. Curiosamente,
muchos de quienes habían trabajado para la administración panista participaron en su
campaña en las tardes, apoyándolo con la esperanza de un cambio. Sin embargo, al
ganar, se olvidó de ellos, relegándolos a la etiqueta de «panistas», a pesar de los riesgos
que corrieron. A pesar de esto, su determinación por transformar la imagen del municipio
—alejándola de la apariencia rural y mejorando su atractivo turístico— ha sido bien
recibida. La aceptación ciudadana ha sido notable, y el Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación ratificó su triunfo, validando su popularidad en las urnas.
En este nuevo periodo, 2024-2027, Martínez Manríquez tiene todo a su favor para aspirar
a una diputación federal o local, pero deberá rodearse de personas leales. Es importante
que recupere la confianza de aquellos a quienes negó oportunidades en su primer
mandato, valorando la capacidad de servicio público, el conocimiento administrativo y
apostando por nuevos talentos con un interés genuino en el bien común.
La recomendación para Armando Martínez Manríquez es clara: rodearse de personas
honestas y transparentes, que no mientan, no roben ni traicionen al pueblo. Y es que,
desde las entrañas de su propia administración, ya se comienza a vislumbrar quién podría
sucederlo, aunque apenas inicie este segundo periodo. Sin embargo, que no se
apresuren demasiado, ya que las cartas están sobre la mesa y el «as» bajo la manga para
la administración 2027-2030 también tiene un nombre que comienza con «A». Este
político, que lleva sombrero, ya cuenta con el visto bueno desde Ciudad Victoria y el
Senado.
Nos vemos en la próxima entrega, mi correo electrónico es [email protected]