DESDE ESTA ESQUINA.
MELITON GUEVARA CASTILLO.

Viajar siempre es una experiencia, una vivencia, que difícilmente se olvidan algunos
momentos. Aquellos que nos causan placer, felicidad; pero también, aunque uno no quiera,
los que nos ocasionan estrés o un poco de miedo. Fue lo que sucedió el miércoles cuando
viaje a la CdMx. El trayecto no fue complicado, avanzar y avanzar, pararnos para atender a
las mascotas que viajaban con nosotros. No hubo accidentes ni nada por el estilo. El viaje,
se puede decir, fue cómodo a pesar de lo largo del trayecto y de su duración.
El problema fue la llegada y la estancia. En la entrada a la CdMx viví el momento del
tráfico vial; de como unos y otros, para avanzar conducen de manera temeraria, se avanzaba
muy lento, lento, se me hizo largo el tiempo para llegar al destino final. Y luego los días
subsiguientes, la noche del miércoles, y en el transcurso del día, los microsismos se
encargaron de hacer pasar un mal rato. Hagan de cuenta, fue venir y encerrarnos, salir lo
mínimo indispensable.
NO SABEN MANEJAR.
Los viajes ilustran, bien que nos lo dicen a cada rato, con ganas de emocionarnos. Y
efectivamente, así lo atestiguo, en cada viaje se aprenden cosas nuevas, significativas y
relevantes. En el caso de CdMx una de las cosas que se viven, no se olvidan, es la forma de
manejar: hay accidentes, como en todos los lugares, pero sus conductores, taxis, los de
aplicación y las personas mismas, tienen destrezas que me dejan maravillado (el
comportamiento, pleitos y reclamos, es otra cosa). En lo personal ser testigo me lleva
sentenciar que, en lo personal, nunca voy a manejar en esta ciudad.
Al ser testigo de la forma de conducir le doy la razón a mi hija: en Victoria la gente no sabe
manejar. No cuenta con la pericia suficiente, claro hay sus excepciones; manejan muy
lentos, afirma mi hija. Y en lo personal, he sido testigo, no se respetan las reglas viales: se
pasan los altos, no atienden cuando indicas que pasaras a otro carril, me ha tocado
permanecer, porque el que viene atrás, para no permitirme el paso, acelera. Y otro aspecto,
en el caso de Victoria: el de los motociclistas, imprudentes, veloces y sin casco de
protección.
LA DIFERENCIA.
Donde encuentro una diferencia notable, abismal, es en la cuestión gastronómica. Hace
tiempo Arturo Pérez-Reverte, el escritor español, publico un texto donde hacia una
confesión: que en España ya no había “meseros profesionales”. Y efectivamente, comparar
CdMx con Victoria nos deja muy pequeño. Las opciones gastronómicas en la capital
cueruda son pocas; en CdMx, casi son infinitas, a lo largo y ancho de sus diversas
delegaciones. He disfrutado, principalmente comidas y cenas, de calidad y muy variadas. Y
lo mas significativo, es la calidad del servicio, sean en los alimentos como en la atención.

Recuerdo un caso en Victoria: Mario Ruiz Pachuca intenta explicar a la mesera como
entregar la cuenta. Imaginen: la pone en la mesa y a los cuatro vientos proclama, con voz
fuerte, la cantidad que se tiene que pagar… mas de un comensal puso atención. Y otro caso
es el pago: en algunos victorenses, no puedes ir, no tienes efectivo; y en otros, la propina
tiene que ser en efectivo y aparte, porque el dueño, para no batallar, hacer sumas y restas,
prefiere no entregarlas, ¡se queda con ellas!
LIBRERIAS.
Si queremos referirnos a la cultura, sobre todo a libros, a librerías, la distancia es abismal.
Para quienes estamos convencidos de que los viajes ilustran, al viajar buscamos teatros,
museos y librerías entre otras cosas. Cuando fue estudiante universitario, era difícil comprar
un libro; había que pedirlos por paquetería: en lo personal, en aquellos años, me daba
chance de viajar cada semestre a CdMx, recorrer librerías e incluso ir a la UNAM, a
Ciencias Políticas, a comprar apuntes mimeografiados. Siempre, venir a la CdMx fue
imperativo ir a una librería.
Actualmente, en Victoria, no hay donde comprar libros universitarios. Las librerías que
existen, que se cuentan con los dedos de una mano, ofrecen mas libros bestseller, novelas o
libros de superación. La ventaja hoy en día, que muchos libros se pueden adquirir por
internet, por libre mercado, Amazon o las páginas www de las librerías más prestigiadas.
Uno de los motivos, o las expectativas de viajar a CdMx, sigue siendo visitar librerías,
comprar libros, pese a que ya me jubilé como docente universitario.
RECHACE OFERTAS.
La cuestión es que siempre he sido un provinciano. Nací en un ejido, me cambié a la ciudad
para estudiar y ejercer mi profesión. Incluso, al concluir mis estudios universitarios, tuve
ofertas de trabajo para Monterrey como para la CdMx… y preferí la comodidad, la paz y
tranquilidad, con todas sus carencias, vivir en la otrora ciudad de las cotorras; en donde,
durante un tiempo, tomar agua de La Peñita, inducia a quedarse a vivir ahí… en fin, en la
otrora ciudad limpia y amable, aunque hoy ya no tiene nada de eso: y si, muchos baches,
problemas de abastecimiento de agua, y en los parques y jardines verdaderos bosques de
maleza.