La Comuna

José Ángel Solorio Martínez

Todo tipo de régimen político nuevo, opera con residuos, fragmentos, del gobierno que le antecedió. Ni siquiera, las estructuras emanadas de una revolución violenta pueden barrer del todo las viejas y desplazadas expresiones de poder: la mexicana, resultó un intento insuficiente para remover las manifestaciones del porfiriato por décadas; la IV T, –revolución pacífica– por más esfuerzos que desplegó, no logró liquidar diversos enclaves neoliberales.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), es uno de esos perniciosos legados del añejo y pútrido sistema de gobierno, que había sobrevivido al proyecto de AMLO.
Ayer 15 de septiembre, el presidente Andrés Manuel López Obrador, firmó el acta de defunción de esa entelequia.
¿Por qué tanto interés de López Obrador por la construcción de una nueva arquitectura constitucional para el país?
¿Por qué esa movilización tan vehemente en defensa de la SCJN, de las élites?
¿Por qué la izquierda, apuntaló la propuesta de la barredora en la Suprema Corte?
¿Por qué la derecha grita de dolor ante el avance de la Reforma al Poder Judicial?
1.- La profundización de la IV T y su Segundo Piso, pasan necesariamente por la recuperación para la Justicia y para la sociedad el Poder Judicial. La SCJN, pasó de ser un ente burocrático de justicia para los camajanes, a un obstáculo para el desarrollo económico, social y político de la nación.
Para AMLO, los Magistrados eran mercaderes de la Justicia; hasta ahí, mostraban su naturaleza sin dañar –en lo fundamental– la marcha del Estado y del gobierno. Otra cosa, fue cuando esa mafia de negociantes se tornó en un instrumento de presión –no contrapeso, no un órgano representante de uno de los tres Poderes del régimen mexicano– para deslegitimar y confrontar desde las trincheras partidistas –PRIAN– al lopezobradorismo en beneficio de las élites más antinacionalistas.
Hay que recordar, el papel de los jueces, que entregaron centenares de amparos para frenar la construcción del Tren Maya y el Aeropuerto Felipe Ángeles.
Con esos hechos, el Poder Judicial trazó su destino: se apartó de los intereses del pueblo y tomó partido al lado de los conservadores.
Era más que evidente: con esa SCJN, todo proyecto de desarrollo y crecimiento para el país, con una visión social, sería poco viable.
¿Era éticamente político, heredarle a Claudia Sheinbaum ese engendro de Justicia erigido bajo la lógica neoliberal?
2.- El aullido de las élites por la liquidación de la nefasta SCJN, tiene su explicación material; más que ideológica. Desde el sexenio del presidente Enrique Peña Nieto, los Magistrados venían protegiendo los intereses económicos de las grandes empresas nacionales y extranjeras. Decenas de juicios de amparo, habían impedido al Servicio de Administración Tributaria (SAT), ejecutar acciones en contra de cientos de inversionistas que por décadas con ese recurso jurídico no realizaban el pago de sus impuestos. Aún hoy, el magnate Ricardo Salinas Pliego, es protegido por Magistrados: han evitado, el pago de más de 40 mil millones de pesos.
De igual manera, se entregó impunidad fiscal a Claudio X. González.
Se infiere: de manera indirecta, la SCJN, ejercía como un factor de financiamiento contra los desestabilizadores del gobierno lopezobradorista.
¿Qué gobierno sensato, puede tolerar esas muestras de arrogancia, de insolencia y de impunidad?
Preparémonos: ahora sí, veremos el nuevo presidencialismo mexicano que inauguró Andrés Manuel López Obrador.