José Ángel Solorio Martínez
La oposición que encabeza el PAN en el país, está tocando terrenos peligrosos. Desfondada la candidatura con la cual pretende regresar al poder –Xóchitl Gálvez–, ahora intentan que Estados Unidos, se convierta en árbitro y actor decisivo en la elección presidencial de este 2024.
Es decir: al grito de “si no tienes consensos en tu país, búscalos en el extranjero”, la senadora panista, fue a hincarse ante los actores políticos gringos, suponiendo que con su apoyo dará un vuelco a las preferencias de los mexicanos o al menos, asustará con el petate del muerto.
Con un inglés grotesco, que la pintan de pretenciosa y de escasísimas luces, suplica al presidente Biden, vigilar los procesos electorales mexicanos.
¿Y el INE?
¿Y el Tribunal Federal Electoral?
¿No salieron con pancartas rosas y toda la cosa, a exigir al presidente Andrés Manuel López Obrador, dejar en paz a los órganos electorales que eran un dechado de autonomía y de independencia ante el poder?
¿Sabrá Xóchitl y su socio Claudio, que pedir la acción intervencionista de un actor extranjero es traición a la patria?
Es muy seguro que sí.
Esa, ha sido la tradición de la derecha mexicana; son herederos ideológicos de aquellos que aplaudieron el gobierno de Maximiliano y de aquellos que apoyaron el golpe de Estado de Pinochet contra el presidente Salvador Allende. (Se comenta en corrillos de las áreas de inteligencia del gobierno mexicano, que los grandes empresarios regios –la derecha mexicana por excelencia–, apoyaron con singular vehemencia el pinochetazo).
Independientemente de esa conducta –censurable desde cualquier ángulo–, lo que se debe evaluar, son sus efectos sociopolíticos.
1.- Xóchitl y Claudio, han decidido derechizar aún más sus posturas. Y eso en el escenario nacional, pareciera una falla estructural de la campaña, toda vez que polariza la lucha presidencial; ya no será neoliberales contra neoliberales, ahora es la guerra entre nacionalistas y antinacionalistas. Y en paisajes sociales del pasado, como en los de hoy, los anti-nacionalistas, se han ganado y se seguirán ganando, la repulsa popular.
De otra forma: el PRIAN cayó en su propia celada.
2.- En la atmósfera electoral del país, enfrentar las políticas sociales del presidente Andrés Manuel López Obrador, es una monumental pifia que cuesta votos. Ya lo comprobó Gálvez: ante su pronunciamiento como precandidata de eliminar los apoyos a adultos mayores y tacharlos de guevones, hizo decrecer sus preferencias ciudadanas.
¿Qué hizo?
De inmediato viró y aseguró que ella, no sólo dará continuidad a los programas de AMLO, sino ¡que las incrementará!
Es decir: le cayó el veinte de que es más conveniente para su campaña, asemejarse más a López Obrador, que chocar con sus propuestas.
De otra forma: es mas rentable electoralmente –hoy– moverse al centro izquierda que a la derecha delirante.
3.- Muy probablemente, al Poder electoral, no le gustó la postura de Xóchitl en Estados Unidos. De un plumazo, lo inhabilita para la calificación del proceso electoral. Pasó de la proclama de “el INE no se toca”, a “el INE no nos ampara”.
¿Quién podrá salvar a la derecha mexicana y sus aliados?
Según ellos, sólo el presidente de USA.
Aunque usted no lo crea:
Xóchitl, ya le ve cara a su viejón de Maximiliano, al tiempo de auto imaginarse con un iridiscente vestido francés de chaquira y lentejuela.