La Comuna
José Ángel Solorio Martínez
El 15 de mayo de 1924, uno de los más brillantes políticos tamaulipecos, Emilio Portes Gil, fundó en ciudad Victoria, el Partido Socialista Fronterizo (PSF). Sería una organización fundacional, y ejemplo a seguir para que, en 1929, se articulara el Partido Nacional Revolucionario (PNR) y liquidar así la época de caudillos para dar paso a la era de las instituciones.
Es decir: el PSF, cumplirá cien años en mayo próximo.
Glorioso comienzo: operó como partido de estado y como organización hegemónica en su nivel más alto e inimaginable cuando los grandes magnates petroleros desde los medios de información gringos bajo su control, realizaban campañas de odio contra los obreros petroleros radicales del sur de Tamaulipas.
Penoso final: en 2024, está más allá de la nada política.
En el presente proceso electoral, a unos meses de su centenario, el PRI, es un aliado incómodo al que su compañero de viaje más íntimo -el PAN-, lo mandó al matadero.
Así es.
Se oye un tanto obsceno, pero la realidad supera la perversidad de los actores políticos regionales.
El panismo tamaulipeco -sobre todo el reynosense- ha monopolizado las candidaturas con expectativas, al tiempo de soltar postulaciones que caminan al cadalso.
Por lo pronto, los hermanos García Cabeza de Vaca -Francisco e Ismael- ya aseguraron sus diputaciones; el primero una federal, el segundo, una local.
En corrillos, se maneja que tanto uno como el otro fraterno, encabezan las listas plurinominales en la Circunscripción y en la de la entidad. El ex gobernador, va por el escaño del Poder legislativo de la federación mientras que Ismael está cincho para llegar al Congreso local.
¿Y el PRI, cuasi centenario?
Como si no fueran socios y aliados en uno y mil negocios los panistas reynosenses, trataron con la punta del pie a sus coaligados; claro: se supone que al menos un candidato a diputado plurinominal será para el tricolor, lo que no genera optimismo en un priismo tamaulipeco que pretendía mayor representación tanto en Ayuntamientos como en el parlamento de la región.
A cien años de nacimiento, el PRI, se mueve como lo que es: un ente centenario con más achaques que muestras de salud y fortaleza.
Quizá no todo es culpar de la mezquindad y la ambición del panismo fronterizo el soslayo de los tricolores; en parte, ellos se lo han ganado: las proyecciones lo ubican como un partido de la chiquillada.
Y cómo no: apenas rasguñan el 3 por ciento de votos.
No es por intrigar, pero esas cifras, mandan mensajes de alerta a quienes todavía creen en el partido que los vio nacer y que ahora perciben agónico, en estado terminal.
¿Está haciendo lo correcto el PAN?
Probablemente sí: a ninguna militancia le gusta ser relegada por advenedizos; y menos, si esos trepadores, se llevan las conquistas que deberían ser, para los que han llevado y sudado la camiseta en decenas de batallas.
Este 2024, será -sin duda- fatal para el tricolor.
Su discurso, es tan vacío como el del PAN; su militancia, se ha evaporado y se mueve ante cualquier soplo, a sitios más amigables; sus dirigencias -en los planos estatal y municipal-, son realmente endebles y de escasa potencia.
De ser un fenómeno de masas en 1924, pasó a ser una expresión con escasa convocatoria social en el 2024.
De poseer, lo mejor de los dirigentes sociales en el estado en 1924, pasó a convertirse en lo peor y lo más podrido de sus liderazgos en el 2024.
De contar con la mejor militancia de su historia en 1924, se transformó a ser hospedero de una clase política delincuencial. (Algunos documentan este apartado: Tomás Yarrington, Eugenio Hernández y otros que están en ese mismo camino).
El mayo de este año, se cerrará el ciclo del PRI-TAM.
Ya lo dijo el pueblo sabio:
“No hay mal que dure cien años…
…ni militancia que lo resista».