Opinión pública…
Por: Felipe Martínez Chávez.-
Cd. Victoria, Tamaulipas.- Estamos a nueve días del cierre de las campañas sin que los partidos, ni el árbitro tampoco, se preocupen por sistematizar un llamado a votar.
De no ponerle atención esmerada, podrían darse los mismos resultados del 2019 en que la afluencia a las urnas ocupó un promedio del 30 por ciento, demasiado desinterés para nombrar a los diputados locales.
Un breve análisis nos dice que los mismos partidos, sobre todo los dominantes, le apuestan a que la clientela sea baja. Si las votaciones son copiosas podría ganar la democracia.
La última semana será la más complicada de los 45 días de campaña local. Arreciarán los ataques vía redes y medios formales, y sobre todo abundarán las encuesta y sondeos de opinión favoreciendo a quien las pagó. Es el camino recomendado por los “ingenieros” electorales.
Candidatos y partidos tienen hasta el miércoles dos de junio para hacer proselitismo. En adelante y hasta el domingo seis, deberán guardar absoluto silencio. Ellos, porque es cuando empezará el ajetreo en el submundo de la “mapachería”, es decir, la inducción, coacción y “compra” del voto.
Son cuatro días para derramar dinero por los 43 municipios en forma de apoyos , dinero para “motivar” a votar, activación de los comités electorales, despensas y otros insumos, mover a los “casilleros” y mandarles su respectivo pago.
En época de pandemia y austeridad, no han dicho como será el cierre de campañas pero se antoja que eventos austeros. Solo un partido tiene para los grupos musicales de “último alarido”, rifa de electrodomésticos, automotores, terrenos y viajes como en época de jauja, pero esta vez no lo hará.
Es el mismo que ha realizado eventos masivos y pudiera repetirlo en los cierres, aun con la emergencia sanitaria.
Con las campañas deberá terminar simultáneamente la basura que en forma de spots nos receta el INE, día y noche, a través de radio y televisión. Descansaremos después de dos meses –campañas federales- de ponernos gorro.
Si cada spot repetido votara, no habría abstencionismo; igual si cada lona colocada en domicilios, o las despensas que llegan por toneladas.
Estarán en juego 43 alcaldías, 576 sindicaturas, 269 regidurías de mayoría y 136 de representación proporcional. En total 541 plazas de nómina.
Relativamente pocas en comparación con los aspirantes que acudieron a registrarse ante el Instituto Electoral, tres mil 35 propietarios y otro tanto suplentes.
Buen segmento de paisanos creen que la solución a sus problemas económicos está en el gobierno. Cuatro mil cien se inscribieron para ser regidores.
Los escaños legislativos de mayoría son 36 y 14 de representación proporcional, pero los registros se duplicaron.
Tales campañas que están por finalizar pasarán a la historia como las más cochinas de que se tenga memoria. Una guerra sucia sin cuartel en que los árbitros estuvieron de mirones.
Alcanzarán el récord como el “mercado del voto” jamás visto en la entidad, sin que alguien fuera llamado a cuentas aprovechando que ahora no hay libertad bajo fianza por delitos electorales.
Que se tenga memoria, nadie ha sido encarcelado por delito electoral –fuera de un reportero que quiso demostrar que era fácil votar dos veces- y, a como se ven las cosas, no se dará esa primera vez.
En su último informe, hasta abril, la FEPADE (a la que ya nadie teme) reportó hacer iniciado cinco carpetas de investigación y recibido 29 denuncias por correo electrónico en su sección de atención ciudadana. La sospecha es que no van a progresar. Dormirán el sueño eterno.
Pensamos que es tiempo de modificar la reglamentación electoral, sobre todo la etapa de campañas. No puede ser posible que la federación suspenda programas sociales pero no los estados y municipios. Algo tendrá que hacerse para los comicios del 2024.
Y la fiscalización, ahora en manos del INE, deja mucho que desear. A los diputados locales se les autorizó un promedio de 6.4 millones de pesos para gastos de campaña, pero con seguridad van a 25 millones.
Lo anterior contrasta con los “topes” que el INE impuso a los candidatos a escaños federales, de 1.6 millones de pesos, por más extensos que sean los distritos.
Tamaulipas necesita homologarlo ya, anteponiendo la austeridad republicana.
Para ayuntamientos, Reynosa ocupa el tope más alto de los municipios, 26.7 millones, pero no es arriesgado decir que en los hechos se llevarán los cien melones.
Victoria tiene asignados 12.5 millones que apenas representan un “puntito” en la magnitud de los gastos de la operación política.
Algo deberán hacer los árbitros –si hay voluntad política- para la próxima contienda, también a la vuelta de la esquina pues las actividades del IETAM arrancarán en septiembre. Todavía no salen de una y ya están sobre la otra.
Ojalá y a los jefes partidistas los ilumine el Señor y, en estos últimos días de campaña, se pongan a promover el voto con seriedad, y no aprovechar los tiempos oficiales para atacar a sus contrincantes. En lugar de propuestas y compromisos, se dedicaron a atacar y denostar a los de en frente.