Por: Adán Echeverría.-

¿Qué cosa es la historia? ¿Acaso cuenta la verdad? ¿Acaso la visión de la verdad de una parte de la población? Pensemos en ¿cómo ven la historia los rusos respecto de la Guerra Fría con los Estados Unidos? ¿Los rusos seguirán siendo los malos? ¿Cómo se narra la historia de la conquista de América desde España? ¿Cómo narran, los sucesos del gobierno de Pinochet, sus familiares? ¿También les preocuparán los desaparecidos en la dictadura?

La historia la escriben los ganadores. Eso lo sabemos.

Hoy, gracias a este invento de la internet, tenemos nuevas formas de ver la historia. Después de todo los 30 años de Porfirio Díaz dieron a México la energía eléctrica, el ferrocarril, incluso el cinematógrafo llegó casi de inmediato y la primera filmación en América fue grabar a Porfirio cabalgando. Fue Díaz el que terminó de una vez por todas con los 50 años de la Guerra de Castas que enfrentaba a los pueblos mayas con los blancos que explotaban la península de Yucatán. Fue Díaz el que trajo a México el positivismo a México, el que hizo realidad la consolidación de la Escuela Nacional Preparatoria, el que le dio, permitió, a Justo Sierra Méndez la fundación de lo que hoy es la UNAM.

También cuenta la historia, ésa que no se aprende en los colegios, que fue Díaz el que hizo tratos con Europa para la exploración y explotación del petróleo mexicano. Fue Díaz el que no le permitió a los Estados Unidos tener la primacía sobre México. Y claro, pues en el siglo XIX, cuando Díaz nace, se hace soldado y héroe de nuestra patria (fue él quien rescató la Ciudad de México del segundo imperio antes que Maximiliano fuera ejecutado en Querétaro), los gringos nos habían quitado ya la mitad de nuestro territorio y quisieron apoderarse en varias ocasiones de Sonora y de Baja California. Díaz no iba a premiarlos.

Y tenemos que recordar igual que los Estados Unidos no trataron igual a Flores Magón que a Francisco I Madero. Al primero lo encarcelaron y murió prisionero en sus cárceles, mientras que al segundo lo financiaron, con tal de que su gobierno rompiera con Europa e hiciera negocios de nuevo con los gringos. Ha sido la Revolución Mexicana el movimiento social que nos regresó a ser el patio trasero de los Estados Unidos.

¿Qué más hizo Porfirio Díaz? Acabó para siempre con los partidos políticos mexicanos, que habían sumido todo el siglo XIX en una sangrienta carnicería de conservadores contra liberales. Díaz vio en estos personajes, anquilosados en el poder, que tenía que barrerse definitivamente con ellos. Eso otorgó 30 años de tranquilidad política. Díaz gobernando con los Científicos, como se conoció a buena parte de su Gabinete. Y claro, todo aquel que se perpetúa en el poder (recordemos a Juárez y sus múltiples reelecciones), termina cometiendo tremendos errores; también Díaz nos dio millones de pobres en el campo, y el enriquecimiento de latifundistas amigos cercanos y colaboradores amalgamados a él.

Hoy, miremos la basura de partidos políticos que México tiene. La basura de candidatos que nos ofrecen. Yo, con un doctorado, dos posdoctorados, tengo que soportar que haya un Candidato que se haga llamar El Toro y que su hija se quiera llamar La Torita en las boletas electorales. ¿Es en serio? Éstos que hoy son candidatos ¿son lo mejor que la sociedad mexicana puede ofrecer? Desde luego que no.

Los mismos partidos políticos, los personajes que gobiernan, han luchado durante años para ningunear los Méritos, para destruir la idea de la Educación y el ser Maestro. Hablan de que debemos despreciar la Meritocracia. Y ese discurso tiene a un personaje de una ignorancia total en la presidencia. Hablemos de Fox, de Calderón, de Peña Nieto, de Andrés, por supuesto. La ignorancia tiene a Bonilla de gobernador en Baja California. Un estado que presume de contar con el mayor número de científicos por hectárea, tienen de gobernador a un personaje como Jaime Bonilla. En verdad ¿lo merecemos?

La historia que la prensa escribe habla de Narcotraficantes, intelectuales mexicanos escriben libros sobre ellos y sus hijos, sobre sus hazañas, romantizando a los ignorantes con armas, a los asesinos: El traidor, cuenta Anabel Hernández, y usa cientos de páginas para hablar del hijo del Mayo Zambada. ¿Es en serio? ¿Las editoriales deberían financiar estos proyectos de ladrones, corruptos, mediocres, ignorantes que lucran con la muerte, la violencia y la salud mental de los mexicanos?

Siempre lo he dicho. Un país donde un Payaso dice las noticias, dónde un Payaso es el principal enemigo del Presidente de la República, puede ofrecernos a un presidente comiendo tlayudas, mientras cientos de deudos lloran a sus víctimas. Padres a quienes les matan a sus jóvenes. Hijos a quienes les matan a sus padres, a quienes violan y descuartizan a sus madres. Y el dinero de mis impuestos de tus impuestos siempre va para campañas de candidatos bailando, hablando con los líderes de sectas de explotación sexual, haciendo tratos con los extorsionadores. El Mérito será cuántas armas tengas y qué tan dispuesto estás para matar.

En eso termina nuestro dinero, en el pago de burdeles, compra de drogas, de lujos para los candidatos, para los políticos y sus ridiculeces.

México, desde 1988, que cambió la Ley Electoral, es una Monarquía disfrazada de democracia. Cuántos “hijos de”, van para candidatos, o son ahora diputados, y su único logro ha sido ser hijo, hija, amante en turno, de algún personaje de la política. Cortesanos y cortesanas, pues.

La hija de Manlio Fabio, los hermanos Moreira, el hijo de Murat, los nietos de Elba Esther, los hijos y nietos de Lázaro Cárdenas, y les preocupa La Torita (el término correcto sería la vaquilla, pero cómo pueden saberlo).

México y sus procesos electorales tan lastimosos, tan vergonzosos, tan ridículos. Y por estos personajes hay que votar. ¿Acaso es nuestra culpa que no haya ningún candidato que valga la pena?

Yo no voté por Andrés, lo sabía un loquito deseoso de poder. Jamás estuve más cierto. Y no podría jamás votar por el Pri, menos por un chamaco tonto como Ricardo Anaya. Mucho menos por el loco que se hace llamar El Bronco. ¿Cómo es posible que sigamos creyendo que debemos votar por personajes como estos payasos?

Merecemos respeto. Mereces respeto. Exige que los Partidos políticos mexicanos te respeten y respeten el cargo que disputan.

De nuevo lo digo, con total claridad: Ningún Candidato merece mi voto.