El Fogón…
José Ángel Solorio Martínez.-
El escenario mundial le está dando la razón al Presidente, Andrés Manuel López Obrador. Su invención de La Mañanera, se magnifica con lo ocurrido en la auto-presumida nación de la Libertad –USA–: la censura unilateral de los tiburones de la comunicación norteamericanos que por sus capitales, decidieron borrar de sus noticieros al Presidente y aún candidato presidencial, Donald Trump.
Los magnates mediáticos, pueden mentir acerca de las decenas de guerras imperialistas que han desplegado las élites norteamericanas y su gobierno por todo el mundo –desde Viet Nam hasta Granada, pasando por Irak–; pueden exhalar falacias para derrumbar gobiernos extranjeros –ejemplos sobran: Venezuela, Nicaragua, Perú y Bolivia–; pueden utilizar los cables de la CIA y el Pentágono para hacer una verdad la posesión de armas de exterminio masivo y hasta crear campamentos de entrenamiento terroristas en cualquier punto del Medio Oriente; ellos sí.
Y nadie ha osado siquiera, manejar que se les retiren sus licencias para mentir.
Esos grupos de presión, tienen la moral en la mano.
Ya han decidido que el Presidente Trump, miente.
Ya han decidido, que Joe Biden, es el Presidente de USA. Aún y cuando el proceso electoral no ha llegado a su fin.
Esas circunstancias, tienen todos los elementos de un golpe de estado mediático.
¿Qué pasaría si eso ocurriera en México?
¿Qué ocurriría si los grandes concesionarios de la Radio y la TV optaran por sacar de sus frecuencias al Presidente AMLO?
Nada trascendental.
La red de comunicación del Peje, se ha consolidado tanto, que ha quitado una buena parte de la audiencia a los medios tradicionales. Y lo más relevante: traza la agenda del debate nacional y regional.
El golpe mediático mexicano, ha quedado en un conato.
Solo eso: un conato.
Empresas de las élites, como Reforma, El Norte, Televisa, El Universal y otras, desde el inicio del gobierno de López Obrador, han instrumentado una estrategia para minar el amplio consenso de AMLO en la ciudadanía del país.
A diario, mienten.
Cotidianamente, descalifican a la IV T.
Sólo que el Presidente no es la monita de los cerillos.
A diario: regresa golpe por golpe; debate y confronta la información que considera envenenada y pone en el paredón a quienes intentan fusilarlo con los dardos de la anti-ética periodística.
La Ciencia Política, ubica a los medios de información, como grupos de presión; es decir: un conglomerado social, que con diversas estrategias aspira influir –para bien o para mal– en políticas de gobierno.
La Mañanera, es un ejemplo de clase mundial.
Todo líder o grupo ciudadano, que promueva el cambio de estructuras sociales hacia niveles de progreso, debe no sólo articular un tejido sociopolítico para potenciarla; tiene que ponderar, la lucha por el progreso en la mass media. Es decir: un cambio de régimen, tiene que contemplar necesariamente el diseño de una estructura comunicativa alterna para la obligada confrontación con los residuos del viejo régimen al lado del cual, siempre estarán sus defensores: los medios tradicionales que orgánicamente integrados al pasado, intentarán lastrar toda propuesta progresista.
Trump, incurrió en el error de creer que los medios del país que se dice se ha dado la democracia mas perfecta –la del libre mercado– operan bajo la ética protestante que según Max Webber, consolidó la democracia y el capitalismo en el mundo.
Un periódico, decía Lenin, educa, organiza y agita.
La Mañanera –parafraseando al pensador ruso–, debe verse como un esfuerzo por educar, organizar y agitar…
…el avispero de los fifís.